Seminario de textos “La dirección de la cura y los principios de su poder” J. Lacan.
Seminario del Campo Freudiano de Barcelona

Punto vivo del Seminario impartido por Esthela Solano Suarez, el 12 de noviembre de 2016.

Formas de la negación en el análisis

Esthela Solano situó este Escrito de 1958, anterior a la expulsión de J. Lacan por la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, y su subversión al introducir otra temporalidad relativa a la lógica significante, acordada al decir de cada sujeto, contradiciendo la universalidad de una regla. Qué quiere decir analizar, interpretar, finalizar un análisis, la formación de los analistas, cuál es el lugar del analista en un análisis, son temas recurrentes en la enseñanza de Lacan que lo conducen a crear nuevos conceptos como el acto analítico para nombrar la operación analítica, o el sujeto-supuesto-saber, versión conceptual de la transferencia, o los cuatro discursos para diferenciar el del amo, el del inconsciente, el del analista, así como en el dispositivo para conceptualizar el pasaje de analizante a analista. Escrito contemporáneo del Seminario 5 que introduce como novedad la construcción del grafo del deseo, del cual Lacan se sirve en el Seminario 6, retomado en el Escrito “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo” de 1960; es decir que su elaboración se despliega en los Seminarios y luego un Escrito condensa dos o tres años de dicha elaboración. La nota final agregada en 1966 Lacan ofrece advertencias y referencias bibliográficas (p. 623).

Sobre el capítulo II: Lacan constata que la interpretación, en los años ’50, ocupa un mínimo lugar, los autores testimonian de “engorro, confusión, entorpecimiento”, proceden por descarte de los modos de intervención verbal que no son interpretación (p. 572) hasta nombrarla como “confrontación”. Para Lacan el enredo, aquello que plantea dificultad a los analistas es el sujeto del inconsciente, dividido, tachado, que desaparece, se escabulle, transmuta, no se puede sustancializar. Sin la introducción de la función del significante iremos a tientas en lo relativo a la interpretación, su lugar no puede ser concebido en psicoanálisis fuera de la topología de la cadena significante, de la que depende el sujeto, porque él es el efecto del significante (p. 573).

  1. Solano insistió en que nos servimos del significante para hablar y ser escuchados, lo cual engendra en sí una interpretación: ¿qué me has dicho más allá de lo que me dices?. Planteó también cómo distinguir la interpretación analítica de una interpretación delirante, religiosa.  La respuesta parte de la célula elemental, la diferencia entre significante y significado -siguiendo “La instancia de la letra en el inconsciente”- que no existía en la época de Freud, introducida con la lingüística (F. de Saussure junto con los aportes de Jakobson); Lacan se sirve de ella para leer a Freud, formalizando los modos de creación de sentido con la metáfora y la metonimia.

El algoritmo de Saussure –significante (S) sobre significado (s)- es reescrito por Lacan, donde (S) es el orden simbólico y (s) el efecto del significante sobre el significado. La barra resiste a la significación, al separarlos, indica que son radicalmente distintos, sin correlación unívoca entre un significante y un significado. El significante es lo que escuchamos, dimensión sonora de una lengua que puede descomponerse en fonemas, unidades sonoras, que encadenamos cuando hablamos; pero cuando las escuchamos esas sonoridades tienen un efecto de sentido, lo que se quiere decir, dimensión del significado. Para producirlas tenemos que aceptar el código de la lengua del Otro con sus reglas. Si cuando hablamos no hay correspondencia entre lo que se escucha y lo que se dice, lo propio de una lengua no es el efecto de comunicación sino el malentendido. Este matema (S sobre s) introducido en una temporalidad, en un vector transversal, hace que el efecto de significado –s(A)- se produzca al final de la frase; se accede al sentido retroactivamente y el “punto de almohadillado” frena el deslizamiento de significación produciendo un sentido entre S y s, dese el lugar del Otro, lugar del tesoro de los significantes.

Si el sentido de una frase depende de una puntuación, Lacan sitúa allí la función de la interpretación; el sujeto del significante está sometido a los dos vectores que se cruzan en el grafo, en una acción retroactiva: él se sustrae, descompleta la cadena significante contándose como lo que falta -efecto relativo a la articulación de los significantes entre sí- y emerge bajo el efecto de un “habrá sido” anterior. Sólo por hablar esta demanda hace surgir un hiato: cuando me escuchas, cuando te hablo, ¿qué quieres de mí? El deseo del sujeto aparece en el lugar del Otro -Che vuoi? del Diablo enamorado de Cazote- momento de angustia (Seminario 6) -desamparo (Hilflossichkeit)- momento en que el niño subjetiva la radical dependencia respecto al deseo de la madre recurriendo a una defensa: sostenerse en el fantasma al que convoca en su falta de ser, con un objeto perdido que le sirva de defensa, objeto (a), algo que por el significante se pierde, separado del cuerpo.

  1. Solano recordó que Lacan escribe el segundo nivel del grafo, del deseo inconsciente (S/àD), en relación con la pulsión. La interpretación apunta al deseo, por eso tiene que implicar un significante de la demanda sobre el que se ha fijado la pulsión (J.-A. Miller “Los paradigmas del goce”). El deseo está en el lugar del significado en S/àD, con dos modos: un vector de la diacronía, articulación de la cadena significante que se dirige al Otro y es de un eje retrógrado, en el punto de almohadillado; un significante que se desprende y puntuando cierra, no es universal sino distinto para cada uno -Lacan funda el lugar del deseo en este deslizarse metonímico de la palabra porque siempre estamos frente a un ser en estado de advenir a la palabra. En el eje de la sincronía ocurre lo instantáneo del punto de almohadillado, para producir la creación o la poesía, creación de sentido. Son los dos modos de conceptualizar el lugar de la interpretación (p. 573). En la diacronía de la fijación libidinal en los significantes de la demanda, para que la interpretación tenga un efecto sobre ese nivel de representación inconsciente es necesario que uno de esos significantes inconscientes de la demanda sea movilizado por una sustitución en la sincronía de los significantes, algo que “bruscamente” haga posible una lectura de lo que se juega en la repetición ciega a nivel de la pulsión. La interpretación analítica, su vocación, es producir una trasmutación en el sujeto por los efectos de verdad que crea la puntuación; por la interpretación analítica producimos un desplazamiento del sujeto.
  2. Solano señaló que Freud descubrió en los sueños el desplazamiento y la condensación y que Lacan puede explicar con la metáfora y la metonimia de los lingüistas (p. 574). Es el Lacan estructural de los años ’50 con la observación de Freud en el Fort-Da, en que el niño pronuncia sólo la oposición entre dos fonemas como pareja de significantes, los cuales pueden escribirse S1-S2 y que producen un efecto de sujeto. Lacan dice que ese Fort-Da es ya una figura de retórica porque produce un efecto de sujeto metonímico. Supone que el sujeto hablante es una consecuencia del orden simbólico que pre-existe. Lacan insiste sobre este punto porque en esa época la práctica del psicoanálisis había desplazado la intervención interpretativa hacia un eje imaginario – nivel a-a’ -, entre el yo y su imagen especular, corresponde a la parte inferior del grafo. Por eso Lacan afirma que no se trata de trabajar con un doble imaginario sino colocarse en otro lugar (p. 573), el lugar de la palabra y del lenguaje donde se localizan los efectos de afectos, lugar en el cuerpo donde se encarna el lugar del Otro.

¿Cómo saber que nuestra interpretación ha dado en el blanco? Lacan lamenta que los analistas de la Ego-psychology sólo consideren el acuerdo o desacuerdo como efectos de la interpretación, que ponen al analista en el lugar del que sabe, del que da cuenta de una resistencia en el paciente (p. 575). Lacan afirma que no hay otra resistencia que la del analista, sus prejuicios son restos fantasmáticos que se inmiscuyen en el proceso analítico. Entonces ¿cómo considerar una respuesta en que el paciente dice “no” a la interpretación? El texto freudiano de referencia, tratado por Marta Berenguer “La negación” -para el que Lacan llama a J.Hypolite, filósofo hegeliano- ofrece la Aufhebung (negar, suprimir y conservar), supresión que permanece en el texto y que Lacan toma en su primera enseñanza. Si la primera manifestación del viviente al nacer es un llanto escuchado por el otro materno e interpretado, recibe una respuesta y a partir de ésta produce una Aufhebung, trasmutación del llanto que pasa a ser una demanda. En toda denegación está la marca de origen de lo reprimido. Freud dice que aceptación y rechazo corresponden a lo intelectual y lo afectivo. Cuando emitimos un juicio implica la posición pulsional del sujeto. Un juicio intelectual es un modo de hacer con el goce que habita el cuerpo. Lacan considera que el lenguaje al ser in-corporado produce una Aufhebung del goce, pérdida (-j) y conservación del goce (a). Hay una subversión respecto al adentro y el afuera que se produce en todo juicio -“Las pulsiones y sus destinos”-: lo que pones afuera es algo expulsado pero que está en ti, algo que Lacan llamará “extimidad”.

Entonces ¿cómo hacer para que una verdad sea admitida? Lacan interrumpía la sesión para que el sujeto se escuchara diciendo lo que había dicho porque la verdad no pude decirse toda, es medio dicha, entre líneas, por eso es singular, efímera, por lo que Lacan terminará hablando de varité, variaciones de la verdad; no se trata de hacer que el sujeto acepte “La” verdad porque ésta es singular. Los analistas en el pase testimonian de la verdad mentirosa, efectos de verdad mentirosos, configuración del análisis en el sinthome, hacia un agujero de no más efectos de verdad, que “no me apetecen más” y queda como salida de satisfacción el Uno solo de la repetición. La exclusión primordial se encuentra al final del análisis, sobre el que hemos girado toda la vida, y que podemos bordear como lo reprimido inviolable. Inconsciente real al que no accederemos nunca, agujero que “escupe nombres”, inconsciente, pulsión, fantasmas,. En el registro de verdades, de formaciones del inconsciente, lapsus, sueños, el agujero por el que estamos en el dominio del juicio, la primera incorporación de lo simbólico que deja un rastro en el cuerpo -la Ausstosung, expulsión-  juicio según la represión, juicio según la forclusión, podría hacer de “La negación” un texto de Freud sobre el parlêtre.

 

Rosalba Zaídel
Publicado en NODVS 48