Reseña sobre las IIIª Jornadas del Grupo de investigación Para una práctica entre varios.

Sección Clínica de Barcelona, mayo 2015.

Invitado especial: Bernard Seynhaeve.
Talleres clínicos. Por Regina Menéndez.

El 23 de mayo de 2015 en el CCCB, tuvieron lugar las III Jornadas del Grupo de Investigación de la Sección Clínica, Para una práctica entre varios: “Un autismo entre varios. ¿Qué institución para una práctica de orientación lacaniana”. Se contó con la presencia de Bernard Seynhaeve, director de Le Courtil durante treinta años, quien aportó una lectura muy fina de los diferentes casos presentados en los talleres. Iván Ruiz abrió las jornadas dando unas pinceladas sobre algunas modalidades del funcionamiento autista, en donde vemos que no cabe nada del Otro, y si no cabe nada del Otro, cómo entonces entre varios objetos, niños o intervinientes, se puede acompañar al sujeto autista bajo su consentimiento a un más allá de su autismo.

En el primer taller: “El trabajo entre varios intervinientes”, se presentaron dos casos. El primero a cargo de Eduard Fernández, un caso de un sujeto autista en donde todo giraba alrededor de una invención después de un incidente grave. Esta niña inventa el hula hoop, un perímetro que traza los bordes en donde se resguarda y nada ni nadie podía salir o entrar. Más adelante puede hacer modificaciones a partir de este perímetro. Eduard señaló, “Sofía inventa un borde que le da consistencia a ese cuerpo no imaginarizado, un borde que la contiene en cierto modo, y en donde puede situar algo de ese goce no mediado por el significante”. Bernard Seynhaeve comentó lo extraordinario de la invención de esta niña, quien muestra una inversión de la banda de Moebius. “El cuerpo finalmente es un borde, una superficie agujereada que a lo que llama es a un objeto que venga a completarlo”. Si se accede al lenguaje, eso que falta puede entonces pasar a lo simbólico y se introduce la dimensión del deseo. Explicó haciendo referencia a Éric Laurent, que en el autismo esa superficie que es el cuerpo no está agujereada ya que está colmada por el objeto. Seynhaeve apuntaba a lo interesante de la manera en que ella puede aflojar ese neo-borde. A partir de que el Otro viene a arrebatarle un pedazo de su cuerpo, el traumatismo real, ella comienza a trabajar. “Le permite por la sucesión de sus S1, crearse un universo en el cual ella puede entrar”.

El segundo caso del primer taller estuvo a cargo de Regina Menéndez, “Unodos”. Ella explica cómo un sujeto autista trabaja en una alternancia binaria intentando construir un significante para anclarse a sí mismo sin el Otro. Es un único significante que parece que tiene forma de dos, pero en realidad es uno solo que se repite como una pura inscripción sin encontrar un punto de capitón. Como varios intervinientes, explica que es fundamental en un primer momento prestarse a esa iteración del Uno, un tiempo necesario para poder hacerse partenaire del sujeto sin ser percibidos como invasores o invisibles. Pero, ¿cómo poder ir introduciendo pequeñas modificaciones en los rituales de estos sujetos? Bernard señaló justamente lo fundamental de la dimensión del Otro para el autista, realmente la cuestión de la práctica entre varios. El Otro es lo primordial en este tipo de práctica, es la dimensión de la transferencia. Recalcó que el entre varios no consiste únicamente en tener en consideración las inversiones del sujeto, sino consiste también en estar presente con el cuerpo. La presencia física del Otro es fundamental ya que sólo con las invenciones del sujeto no se avanza. Bernard abrió la cuestión de la presencia del Otro, en relación a cómo poder ampliar esta zona de intercambio con el mundo.

En el segundo taller clínico: “La relación teatral con la vida” (expresión de Antonio Di Ciaccia), se presentaron dos casos a cargo de Jose Castillo y Erick González. Ambos casos enseñan sobre la posición del interviniente en la institución, el modo en cómo usa su cuerpo y la manera en que está ahí con su propio estilo. Jose Castillo tituló su trabajo “Una intervención sin palabras, pero no sin discurso”. Él explicó cómo en algunos casos de sujetos autistas, los otros que están con él son llevados a tener que poner barreras físicas al no poder regular de otra manera. Esto lo lleva a pensar qué Otro para cada caso y qué Otro justamente para el caso que presenta. Un chico que asiste a unas colonias de verano de TEAdir, un sujeto con una relación compulsiva a satisfacer su pulsión oral en donde la función mediadora de la palabra se hacía imposible. Ésta no lo apaciguaba sino más bien lo aceleraba en su particular intención de franquear compulsivamente la nevera para extraer cualquier cosa que se pudiera llevar a la boca. Jose muestra cómo una serie de intervenciones entre varios hicieron posible una regulación de la presencia de los cuerpos y de la función de la palabra y del campo del lenguaje. Citando a Laurent, se pregunta cómo pasar de la clínica de la repetición a la clínica del circuito. “Las reuniones de equipo y los actos del uno por uno de los intrevinientes dieron forma a cierto contorneo pulsional del sujeto hacia la construcción de un esbozo de demanda y estructuración de una relación con el Otro de la palabra”. A Seynhaeve, este caso le enseñó cómo decir “que no” al goce, cosa distinta a decir “no”.

En el segundo caso titulado “De la indignación a la poesía”, Erick González se preguntaba cómo pensar un lugar para los sujetos en los que sus síntomas son los que contienen en sí mismo un saber, cuestión que compromete a los intervinientes a posicionarse en la espera, siempre en relación con la propia ignorancia. En el caso que presentó, también de un chico en las colonias de verano de TEAdir, se puede ver cómo a partir de una serie de indignaciones de los intervinientes que parten de la propia indignación del sujeto en relación a una demanda incesante de ir al taller de aguas, produce una especie de “estallido del Otro posiblemente malvado, declinándolo al menos un poco, temporalmente, en un Otro despistado”. Asimismo, Erick señaló otro momento de los talleres que se llevan a cabo en las colonias, en donde lo primordial era poder intervenir en un espacio y en un tiempo, para que los intervinientes pudieran posicionarse fuera de la línea de un interés en particular con respecto a estos chicos y priorizar la posibilidad del encuentro.

Erick concluyó señalando que, “Si algo creamos, si algo toca el orden de lo poético, es la construcción de un vacío en el que intentamos suspender la deriva normalizante… Y mientras esté abierto el tiempo para una pregunta, dar lugar al trabajo, apuntando a que aparezca un sujeto con algo para decir”.

En las aportaciones en relación a los dos casos presentados en este segundo taller, Bernard Seynhaeve rescató la cuestión de la indignación, como una de las maneras de decir “que no” al goce. Una vez más recalca la importancia de la dimensión del Otro, la transferencia, la función que tiene el Otro.

Respondiendo a las cuestiones que surgieron en la sala, Bernard dejó muy claro que lo que se hace en el Courtil no es exportable, explicó que es un discurso, un estilo y eso no se exporta. Agregó que es un discurso que justamente se inscribe con precisión sobre la vertiente femenina de la seducción, que lo que hace es descompletar al Otro. Explica que es la dirección del agujero pensando en las formulas de la sexuación S(A/): el agujero en el Otro. Entonces ponía en cuestión cómo tratar al Otro, resaltando lo que muestran los casos presentados, es decir, cómo hacer de ese Otro pleno, caprichoso, un Otro distraído. En relación al estilo, explicó que lo que es partícipe en El Courtil es el hecho de que un cierto número de intervinientes estén en análisis ellos mismos, aunque ésta no sea una condición para ser contratados. Más bien, aclara, la condición de ser contratado es el agujero en el saber, “es una institución que se inscribe más allá del Edipo… el caso por caso, por hacer referencia a la dimensión femenina, es el encaje, pequeños S1, pequeños síntomas… se trabaja con el encaje, si, esa es la dimensión femenina de la institución”.

Señaló la importancia de conceder un lugar a los padres ya que están muy solos y aislados. Porque el primer Otro del niño sigue siendo la madre. Entrar en el mundo, es adoptar la dimensión del Otro y el primer Otro con el que se encuentra el niño es su madre. Por eso explicaba que es importante que haya un lugar que acoja la palabra de los padres. Es un discurso que puede tomar en consideración lo que los padres puedan decir de interesante sobre las invenciones que ellos han encontrado y sobre las inversiones de su hijo.

En el Courtil, Seynhaeve aclara que no son especialistas en decir cómo hay qué hacer, cómo es necesario prohibir, cómo hay que obligar… más bien están interesados por lo que enseñan los propios padres, lo que ellos han encontrado como solución o como impasse. De hecho para él la cuestión del partenaire es también una cuestión de acompañamiento con los padres. Se preguntaba si se podía inventar un lugar no-todo para los padres, un lugar femenino.

En el tercer taller: “La función del director”, presentó Iván Ruiz y Marta Gutiérrez. Iván tituló su trabajo “Un director prêt-à-porter”, en donde a partir de un caso de unas colonias de verano de TEAdir, muestra la importancia del padre lacaniano, aquel que dice sí al deseo, a eso que el sujeto inventa para poner freno a lo insoportable. Un sí también a las invenciones de los intervinientes, desde el lado de la institución. El caso que presentó da cuenta de la dificultad de este chico para entrar en una dialéctica con el Otro, en un diálogo que pudiera hacer circular la palabra. A partir de un acto de Iván, un acto del Uno-solo en un momento crucial, se escribe la función del director fundamental para este chico, lo cual se pudo conjugar en su lugar en el entre varios del equipo. Bernard explicó, en relación a la cuestión del padre, que el “padre más allá del Edipo, es el padre del Seminario XXIII de Lacan, del cual se puede prescindir pero a condición de servirse de él. El director prêt-à-porter es una versión del director analizante”, sintagma que Bernard Seynhaeve desarrolló en su conferencia inaugural de las Jornadas en el marco de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

El segundo y último trabajo presentado en las jornadas, estuvo a cargo de Marta Gutierrez, quien tituló su ponencia “Un tratamiento del Otro”. Marta explica varios momentos a modo de viñetas, de un acompañamiento terapéutico con una chica que había asistido a las colonias de verano de TEAdir. Para Marta la apuesta fue tratar de construir un aparato que le permitiera a la chica vincularse a los demás sin el rasgo persecutorio que estaba presente en ella. “Es una oferta de colaboración con cierta regulación, que dice no a la invasión del Otro, que sanciona las conductas susceptibles de ser ataques y que propone una modalidad de vínculo que le sea favorable, en lugar de la provocación a la persecución”.

Entre otras cuestiones, Marta resaltó que se trata de que los intervinientes se dejen ajustar a la necesidad lógica de los sujetos, es decir, que puedan adoptar una posición de garante. Asimismo señaló los efectos de la practica entre varios, en donde los colaboradores se proponen “regulados” del trabajo que hace el sujeto. Es una practica que permite la destitución de los intervinientes como especialistas y una difuminación de los efectos persecutorios del Otro malvado que afecta al psicótico. Bernard retoma esto volviendo a señalar una vez más la importancia de la transferencia, la cual en el caso de la practica entre varios, se encuentra parcelada en diferentes otros para que la encarnación del Otro no sea la que condensa el goce malvado.

En el cuarto taller: Proyección de “A cielo abierto” + Preguntas a Bernard Seynhaeve. Por Erick González.

La propuesta para estas III Jornadas, constaba, después de los tres talleres clínicos, y de una pausa para comer, con un taller que incluía la proyección del documental “A cielo abierto” y de una ronda de preguntas a Bernard Seynhaeve que se fueron preparando unas semanas antes en el grupo de investigación, a partir de las inquietudes específicas de algunos de sus participantes, más aquellas que fueron surgiendo a lo largo del día.

Iván Ruiz para dar pie a dicha ronda de preguntas, ubicó un punto central para dar un marco: “A partir de la enseñanza de Lacan ¿Cómo la institución puede poner lo simbólico y lo imaginario al servicio de este tratamiento de lo real?”.

Se retoman en el debate cuestiones que surgieron en la primera parte de las jornadas. Se ha establecido que un estilo como el de Courtil no es exportable, esto ha dicho claramente B. Seynhaeve, sin embargo, y esto es algo que aparece recurrentemente, sobre todo a partir de la difusión del documental, a diferentes trabajadores que se encuentran en instituciones se les plantea cómo se puede uno orientar en su trabajo si se siente identificado con ese modo de hacer. Específicamente surge una pregunta de un oyente en relación al tratamiento de lo sexual, ya que se ha sorprendido de la manera en la que eso es llevado en Le Courtil, comparándolo con instituciones en las que por ejemplo se ponen fajas a los sujetos para intervenir sobre conductas autoeróticas insistentes.

“Sobre la cuestión de la exportación, nuevamente –dice Bernard Seynhaeve- tomemos una obra de arte. Una obra de arte es única, evidentemente, no se puede reproducir. Es algo del mismo orden, si quieren decirlo así. Una invención es solamente una invención del sujeto que le puede servir sólo a él. Le Courtil es una invención también, no se puede reproducir. La práctica entre varios no es una técnica: si se quisiera reproducir haríamos de eso una técnica y no funcionaría. Cada uno debe inventar su propia institución”.

La práctica entre varios pone el acento también en las invenciones de los intervinientes, además de las invenciones de los sujetos. En el primer taller B. Seynhaeve señaló que en el caso en el que se detalló la construcción de un neo-borde, y a partir de allí del espacio y por lo tanto de los circuitos de “Mademoiselle Sophie”, era necesario hacer unas cuantas ampliaciones para ver las invenciones de los intervinientes. Durante el segundo taller titulado “La relación teatral con la vida” expresó brevemente que justamente esas respuestas de ampliación, es decir durante el debate del primer taller, y las presentaciones del segundo taller, había aparecido claramente esa dimensión de la invención, y del estilo de los intervinientes, por lo tanto, eso le desmentía en una opinión inicial en la que pensaba que se había elidido esto. La práctica entre varios introduce el deseo de los que intervienen en ella, promoviendo también un lugar para sus invenciones, como un modo de cortocircuitar la posible demanda que cuando toma demasiado cuerpo recae sobre los chicos haciendo que estos se replieguen más aún. Vanessa Postigo preguntó sobre ese malentendido, que sin embargo sirvió para poner en primer lugar la dimensión transferencial.

Asimismo, se discutió sobre cómo es a través del deseo de los intervinientes, del estilo particular desde el cual se puede contornear un espacio, para hacer lugar a los sujetos durante un tiempo, y esto sería una buena definición de lo que es una institución como Le Courtil, pues esa institución se constituye como una específica, irreproducible, como una obra de arte.

Una de esas producciones, invenciones que lanza Courtil al mundo, es la de un tratamiento de lo colectivo de una manera específica. Pamela Idrobo entonces se interesa por esto, al rastrear en las varias presentaciones de viñetas y en el documental A cielo abierto, una temporalidad específica, la temporalidad del plural, una manera de tratar lo binario, la presencia y ausencia, el movimiento de los cuerpos, entre otras cosas. Asimismo, introduce otra cuestión, apuntando a la estructura, quiere saber sobre cómo leer esta propuesta que hace Alexandre Stevens cuando refiriéndose a Jean Hugues propone que en algunos jóvenes autistas hay una posibilidad de entrar en la lógica pura sin verse contaminados por los afectos.

La respuesta de Seynhaeve se centra en esta segunda pregunta. Por lo que aquello que se corresponde a la temporalidad, permanece como un tema a seguir preguntando en el marco del grupo de investigación, ya que verdaderamente nos introduce en una línea de trabajo interesante sobre esa pregunta que vemos construirse, aparecer, una y otra vez en el trabajo de las reuniones de equipo, por ejemplo, ¿Qué lógica colectiva conviene al psicoanálisis?

En esa línea aparece la pregunta de Howard Rouse sobre la ironía, y las instituciones esquizofrénicas, con respecto a la cual Bernard Seynhaeve aprovecha para explicarnos el viraje en relación a eso que se promovió desde Le Courtil, hacia más bien una institución pensada según la lógica del no-todo. Sin embargo la reflexión sobre una institución esquizofrénica, en el sentido de “más allá del Edipo” tomó un buen tiempo.

Y es justamente la cuestión del estilo de Seynhaeve como director de la institución la que aparece seguidamente. Ubicamos este pasaje ya que es pensando en cómo poner el psicoanálisis en el centro de la institución, que se puede constituir un estilo de organización y relación con el discurso del amo. Bernard Seynhaeve nos habla a partir de una pregunta de Regina Menéndez, de que su decisión de recibir a todos los chicos y sus padres, es decir, de que el primer contacto, la primera persona de la institución que conocieran fuera él mismo, tuvo que ver con su propio análisis, con una intención de poner lo real en ese lugar de encuentro, y que por ello decidió prescindir de cuestionarios, entrevistas cerradas, anamnesis, sino en lugar de eso una lógica, y esa lógica nos explica tiene que ver con el tratamiento de la urgencia. No es primera vez que menciona esto Bernard Seynhaeve, pero en las jornadas le da una vuelta más.

La reflexión final giró alrededor de esto. Los chicos que llegan a Le Courtil son enviados allí sin que sea necesario su consentimiento. La urgencia viene dictaminada por un juez, o en otros casos se trata de una urgencia pedagógica. La cuestión es la pregunta de: “¿Qué acto hacer para que un chico que es dirigido a la institución, haga él la demanda de ser aceptado en esa institución?”.

En esta reseña perdemos los ricos detalles y las ilustradoras vueltas, los ejemplos clarificadores que le dan un contexto a las elaboraciones de una persona con una experiencia extraordinaria como lo es Bernard Seynhaeve, para poder alcanzar algo con la dimensión del resumen. Sin embargo, intentaremos en el menor tiempo posible, tener preparado un volumen en el cual se recojan en su totalidad estas jornadas, acompañándolas con otros textos que nos parecen centrales para pensar, e inventar, otra práctica entre varios, una que es la nuestra.

 

Regina Menéndez y Erick González (talleres clínicos)