Lacan ha reconocido el acto de Medea en el acto de la mujer de André Gide. Se podría ridiculizar a esta última, esposa virgen, protestante, de espíritu pequeño burgués, presa de las ideas de su ámbito social, y que permaneció al lado de Gide en la postura de un ángel sacrificado e inmóvil. Pero lo que puntualiza Lacan es, precisamente, su acto, cuando quema las cartas de André Gide, o sea lo que ella misma denomina como lo que tenía de más precioso.

Jacques Alain Miller