La dialéctica del deseo y la demanda en la clínica y en la cura de la neurosis
XXVII Una salida por el síntoma
PUNTO 2
[…] El caso extremo lo encontramos en el punto de desencadenamiento de la psicosis, allí donde, como siempre se lo he formulado a ustedes, lo que está verworfen, o rechazado de lo simbólico, reaparece en lo real. Ese real del que se trata es la alucinación, es decir, el Otro en tanto que habla. Eso sigue hablando en el Otro, pero aquí adquiere la forma de lo real. Es sujeto psicótico no lo duda, es el Otro quien le habla. Y le habla a través de todos los significantes que basta con agacharse para recoger a espuertas en el mundo humano, pues todo lo que nos rodea tiene un marcado carácter de significante. Piensen en los anuncios que invaden nuestras calles.
El carácter de desamarre, de disolución, será más o menos pronunciado de acuerdo con el estado de la psicosis. Tal como nosotros lo vemos y como Freud nos lo articula, todo aquello en lo que se articula la psicosis está hecho precisamente para suplir esa ausencia en su punto organizado, quiero decir dependiente de la estructura significante del deseo del Otro. Las formas de la psicosis, desde las más benignas hasta el estado extremo de disolución, nos presentan un puro y simple discurso del Otro que se escande aquí, en s(A), en forma de una significación. […]
Lacan, Jaques. El Seminario de Jaques Lacan, libro V: “Las Formaciones del Inconsciente”, 1957-1958. 1ª edición castellana, Paidós 1999. Pág. 491.
En este texto, Lacan introduce la cuestión del desencadenamiento de la psicosis a partir del deseo del Otro, es un momento de su enseñanza en el que plantea y piensa la psicosis en relación a la neurosis.
Nos encontramos ante lo que Miller denomina el segundo paradigma del goce (1), el segundo movimiento de la enseñanza de Lacan en donde se concibe al Otro como lugar de la palabra, del lenguaje, de la estructura; el Otro como lugar donde se articula el discurso del inconsciente.
Lo que viene a plantear Lacan en este Seminario, es que en ese lugar de la palabra en el que alojamos a un Otro capaz de respondernos, hay algo opaco que no conocemos y que no es otra cosa que su deseo, “este deseo está situado entre el Otro, como lugar puro y simple de la palabra, y el Otro como ser de carne a cuya merced nos encontramos para la satisfacción de nuestra demanda” (2). Plantea que el deseo, como condición del discurso inconsciente, está sometido a su vez a cierto efecto significante, a la metáfora paterna, y que al contrario que en la neurosis, allí donde el efecto metafórico no ha tenido lugar en la medida en que el Nombre del Padre ha sido rechazado, “el deseo del Otro, especialmente de la madre, no está simbolizado” (3); motivo por el que, en la psicosis, la palabra del Otro no pasa al inconsciente, “sino que el Otro en cuanto lugar de la palabra le habla sin cesar” (4); continúa Lacan diciéndonos que todo se sonoriza y que “el eso habla que está en el inconsciente para el sujeto neurótico está en el exterior para el sujeto psicótico” (5).
Efectivamente el caso extremo del eso habla es el desencadenamiento de la psicosis, y como nos dice Éric Laurent (6), Lacan presenta la organización de la psicosis alrededor del concepto de respuesta, la psicosis como una respuesta que proviene de lo real.
Los fenómenos de alusión y autorreferencia, las significaciones enigmáticas por las que se siente aludido el sujeto y que despiertan la angustia psicótica como preludio de la catástrofe subjetiva, nos remiten a la definición del síntoma que da Lacan en el Libro 5 sobre Las formaciones del inconsciente: “Esto es lo que Freud aportó -un síntoma es una significación, un significado. Está lejos de interesar solo al sujeto. Su historia, toda su anamnesis está implicada. Por esta razón podemos legítimamente simbolizarlo en este lugar mediante un s(A), significado del Otro que proviene del lugar de la palabra” (7).
A su vez nos encontramos con las respuestas sintomáticas que permiten una estabilización del significante y el significado, amarrándolos de nuevo, en este sentido Freud en su texto Neurosis y psicosis refiere que “el delirio es un parche que se sitúa en el lugar mismo en el que se produjo la ruptura del vínculo con la realidad” (8). Como nos dice Graciela Esperanza, Freud nos plantea “una vertiente reparadora del delirio a la manera de un parche en el lugar mismo donde se produjo la ruptura, definición cercana al sinthome” (9).
María José Olmedo
Notas:
(1) Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2003, pp. 226-229.
(2) Lacan, J., El seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 486.
(3) Ibídem, p. 490.
(4) Ibídem, p. 490.
(5) Ibídem, p. 491.
(6) Laurent, E., “Vgencia de tres exigencias deducidas de las enseñanzas de alacrán acerca de las psicosis”, Estabilizaciones en las psicosis, Manantial, Buenos aires, 1989, p. 11.
(7) Lacan, J., libro citado, p. 474.
(8) Freud, S., “Neurosis y Psicosis”, Obras completas, Vol. XIX, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, p. 157.
(9) Esperanza, G., “Las psicosis, clásicas y modernas”, Virtualia 34.
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