En marzo de 192… da a luz a una niña que nace muerta. El diagnóstico habla de asfixia a causa de haberse enredado el cordón umbilical. Este episodio produce una enorme conmoción en la enferma. Aimée imputa la desgracia a sus enemigos; bruscamente, parece concentrar toda la responsabilidad de esta desgracia en una mujer que durante tres años ha sido su mejor amiga. Esta mujer, que trabajaba a la sazón en una ciudad muy lejana, telefoneó poco después del parto para saber noticias, y Aimée encontró muy extraña la cosa. La cristalización hostil parece haberse iniciado allí.

Jacques Lacan: “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad”, págs. 187-188. RBA, 2006.

Introducción

La tesis doctoral de Lacan “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” escrita en 1932, aborda los lazos entre el delirio y el pasaje al acto, y aísla un nuevo tipo clínico dentro de la paranoia, a saber, la paranoia de autopunición. Lacan destaca en su tesis, que el estado de Aimée se compensa estando internada tras la agresión que realizó contra una famosa actriz a la puerta del teatro.

En este comentario sin embargo, querría poner el foco sobre el momento que señala el fragmento que se me ha invitado a comentar. Se trata del momento de consolidación del delirio de Aimée.

Para Lacan, el primer embarazo de Aimée será el momento de su desencadenamiento, aunque ya desde hacía tiempo, la enferma venía presentando un periodo de incubación prepsicótica, en el que se pueden situar algunas manifestaciones sintomáticas como una relación erotomaníaca con su primer amor, reacciones agresivas hacia su entorno familiar y laboral debido a interpretaciones persecutorias, risas inmotivadas, etc.

Entonces, Aimée ya venía sintiendo la confusión en el orden del mundo que le rodeaba pero no será hasta esta experiencia del nacimiento de su hija muerta, que podrá cristalizar todos estos elementos que la atormentan en la construcción de un delirio consistente.

Sobre el delirio

Lacan en su seminario sobre Las Psicosis toma, y a la vez se separa de ella, la teoría de Clérambault sobre el fenómeno elemental. Lacan planteará que el delirio no es deducido (deducción idéica), es decir, construido alrededor del núcleo inicial que sería el fenómeno elemental, sino que para Lacan todo partiría de la misma fuerza constituyente. Se trata de una sola fuerza estructurante que es la que conforma el delirio, su composición, motivación, tematización, y a nivel de fenómeno elemental. Lacan propone no diferenciar fenómeno elemental y delirio, y dejarlo todo incluido en el término estructura (1).

El sujeto en su delirio encuentra una significación que ordena lo que hasta entonces quedaba confuso. Es una significación que queda inaccesible, inerte, estancada en relación a toda dialéctica, pero que da al sujeto una experiencia inefable de comprensión.

Llegamos entonces a una cuestión fundamental para abordar y ordenar la clínica en las psicosis: la autonomía de la dimensión dialéctica. Lacan dirá que no haber tenido en cuenta la dimensión dialéctica a la hora de abordar la fenomenología de la experiencia psicopatológica, es aquello que ha provocado el descarrío de la clínica. El sujeto paranoico no presenta ninguna alteración en sus facultades, no hay déficit ni falla, pero adquirimos mayor comprensión de lo que está en juego, si partimos de lo más propio del comportamiento humano, “el discurrir dialéctico de las acciones, los deseos y los valores”(2).

Teniendo todo esto en cuenta, volvamos a la particularidad del caso de la tesis de Lacan, para examinar en qué circunstancias se da esta cristalización del delirio.

Algunos puntos clave para la constitución del delirio en Aimée

En primer lugar, cabe recordar las coordenadas del nacimiento de Aimée. Aimée, es la cuarta hija de la pareja parental, y se le da el nombre de la que había sido la hija primogénita y que había fallecido de manera traumática a los 5 años de edad, tras incendiarse el vestido que llevaba por acercarse demasiado al fuego del hogar. El nacimiento de su primera hija muerta, hará eco a esas coordenadas de su propio nacimiento.

Como hemos dicho, ya por esos tiempos, Aimée presentaba manifestaciones declaradamente persecutorias, y un pensamiento se le impone a raíz de su embarazo: “ellos quieren la muerte de mi hijo”.

Teniendo en cuenta estos primeros puntos, quisiera traer a colación volviendo al seminario sobre Las Psicosis, como Lacan describe de manera preciosa la entrada en la psicosis. En el capítulo “La significación del delirio” va contradiciendo punto por punto la definición kraepeliana de la paranoia y apunta: “Cuando se buscan las causas desencadenantes de una paranoia, siempre se pone de manifiesto, con el punto de interrogación necesario, un elemento emocional en la vida del sujeto, una crisis vital que tiene que ver efectivamente con sus relaciones externas, y sería muy sorprendente que no fuera así tratándose de un delirio que se caracteriza esencialmente como delirio de relaciones, término de Wernicke (…)” (3).

En segundo lugar, la maternidad convoca el significante “padre” que, para ella, queda totalmente fuera de significación. Así como en la relación como mujer con un hombre, había podido construir una cierta prótesis de significación fálica, usando el “más – menos presencia de letra” (4), ya que él era un hombre de letras (homme de lettres) y mantuvo una correspondencia (lettres) durante años con él, cuando se encuentra con el significante “padre” le resulta imposible de inscribir y hay una ruptura de significación total. (5)

Si la relación sexual no se inscribe, el Edipo permitiría inscribir algo de la relación madre-padre, pero no es así para Aimée. La certeza delirante que apuntábamos antes “todos quieren la muerte de mi hijo” es correlativa a la única identificación que ella puede dar a su hijo, a saber, “niño-muerte” (6), en tanto que el niño viene al lugar de objeto, no de falo. La muerte de su hijo verifica en la realidad su certeza delirante y es ahí cuando todo queda cristalizado.

El último elemento a incluir es concretar la figura del perseguidor que, en este momento, recae sobre la que había sido su mejor amiga. Ésta realiza una llamada telefónica para interesarse por cómo había ido todo, poco después del parto. Aimée dará a esta contingencia un valor de significación especial y convierte a su amiga en la protagonista de “ella quería la muerte de mi hijo”. Podemos traer a colación en este punto, cómo en el momento de la consolidación del delirio, aparece un otro malo concreto que cierne sobre sí, toda aquella desconfianza que estaba disgregada y difusa.

Conclusión y una reflexión

En definitiva, podemos seguir el axioma delirante nuclear de Aimée “quieren matar a mi hijo” de inicio a fin de su cuadro clínico, como delirio centrífugo sobre el niño, que luego recaerá sobre el hijo que sí pudo traer al mundo. Tras el momento de consolidación del delirio, desaparecen los temas delirantes conexos y todo gira alrededor de este punto, respecto al cual, por cierto, tras la curación por autopunición, podrá distanciarse e incluso hacer cierta crítica.

Querría terminar este comentario, rescatando la importancia de los trabajos sobre casos únicos, como el de Freud sobre el caso Schreber o la tesis de Lacan que nos ocupa, como fuente de investigación clínica. En un momento en el que la investigación está cada vez más atomizada bajo índices estadísticos, el trabajo de investigación sobre el caso único permite una comprensión más global e integradora sobre fenómenos clínicos tan importantes como el pasaje al acto, como los mecanismo y función del delirio, de los neologismos, etc., que permiten una buena orientación en los procesos de valoración diagnóstica.

“Rehusé dar un diagnóstico de psicosis por una razón decisiva: no había ninguno de los trastornos que son nuestro objeto de estudio este año, que son los trastornos del lenguaje. Antes de hacer el diagnóstico de psicosis debemos exigir la presencia de estos trastornos” (7).

¿Cómo captar estos trastornos del lenguaje, tener en cuenta la autonomía de la dimensión dialéctica, si los cuadros clínicos devienen rompecabezas de fenómenos aislados a contabilizar en clasificaciones?

Carolina Tarrida
Miembro de la ELP (Comunidad de Cataluña)


(1) Lacan, J. Seminario III: Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 33.
(2) Ibid., p. 38.
(3) Ibid, p. 31.
(4) Laurent, D. “Retorno sobre la tesis de Lacan: el porvenir de Aimée”, Freudiana 55, RBA, Barcelona, 2009, p. 128.
(5) Notemos que lettre no es un significante cualquiera en la vida de Aimée y podemos ir a buscar el origen del peso que tendrá a lo largo de su vida, desde la madre analfabeta y especialmente temerosa de las palabras de los otros, pasando por la promesa que Aimée misma fue para todos como mujer de letras, hasta su oficio de cartera ocupándose de las cartas (lettres), o la importancia de la escritura para la paciente. Y digo el peso, en el sentido que Lacan habla de las palabras clave, plenas, que pesan, y que son distintas de las palabras de la comunicación para ese sujeto en particular.
(6) Ibid., p. 129.
(7) Lacan, J. Seminario III: Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 133.