Con esta pregunta nos invitan sus organizadores a la próxima Conversación Clínica de Barcelona con Jacques-Alain Miller, una interrogación en la que los términos crisis y maniobra quedan enlazados al modo de una implicación material, de cómo un cambio traumático reclama soluciones, medios para ser tratado.
Una larga lista de sinónimos de la palabra maniobra leemos en el diccionario de Corripio: operación, ensayo, evolución, adiestramiento, ejercicio, práctica, marcha, instrucción // manipulación, manejo, uso, empleo, utilización, recurso, faena, trabajo, procedimiento, proceso, paso // artimaña, ardid, intriga, treta, maquinación, manejo, artificio, trampa, subterfugio, engaño. Imposible detenerse en este crisol de significantes, pero convengamos en que muchos de ellos reflejan matices que podemos reconocer en nuestra cotidiana práctica, en la peculiar manera de lidiar con lo que resiste al cambio en el parlêtre, y que llamamos, lo real del goce.

Conforme el inconsciente se cierra y la interpretación declina, la clínica de las maniobras del analista para incidir en la sustancia gozante de cada parlêtre toma mayor relevancia cada vez, porque lo real ya no obedece siempre a la palabra, porque la opacidad de la relación del sujeto con lalengua es irreductible. Es preciso pues, como sostiene Lacan siguiendo a Apollinaire en el Seminario XI, que el analista tenga tetas, para poner en juego el objeto pulsional en la transferencia.

Reside aquí la diferencia absoluta que singulariza a los psicoanalistas lacanianos, en el contexto de una ensordecedora batahola que las terapias de todo cuño propagan hoy. ¿Cómo transmitir, cómo hacer saber del antagonismo entre esta cacofonía y la incidencia del discurso analítico en lo real del goce de cada ser hablante que viene a vernos? Esta Conversación es un ejemplo, como lo será dentro de escasos dos años la cita del próximo Congreso de la A.M.P. en Buenos Aires. Habremos de intercambiar allí los frutos de una investigación sobre el valor del sueño y su interpretación, en esta era precisamente post-interpretativa. Nada más pertinente, aunque no parece aún suficiente.

Traigo a colación un fragmento del texto de presentación de esta Conversación: Freud en la serie de sus escritos técnicos y a lo largo de su obra nos legó unas indicaciones en forma de advertencias, de consejos, sin duda de principios, en que se funda la experiencia. En lo único que confiaba sin fisuras era en la enseñanza que el análisis del analista imprime a las curas que dirige.

Análisis finito o terminable… Control de la práctica: infinito o interminable, vamos a añadir. De seguro me tacharán de superyoica, y no les faltará en parte razón, por apelar aquí a un principio que puede enunciarse como un mandato. Dadme la licencia de aplicar el beneficio de la duda en este caso, y considerarlo, hasta que no se demuestra lo contrario, como un buen uso del Superyó.
Es un hecho que muchas demandas de supervisión de la clínica suelen estar impulsadas, como es natural, por dificultades halladas en la conducción de algún caso, pero… ¿y si nos rigiéramos los analistas por el principio de la disciplina del control, que no es exactamente lo mismo que una obligación porque involucra al deseo? ¿No sería la más idónea manera de contrarrestar lo que la perspicacia de Lacan llamó resistencias del analista?

Maniobrar para sacudir los estancamientos de la sustancia gozante, ¿exige más pericia que interpretar al inconsciente?

Amanda Goya

Madrid, 9 de septiembre de 2018.


[1] Gran Diccionario de Sinónimos. Ediciones B. Barcelona 1990.

[2]  El sueño, su interpretación y su uso en la cura lacaniana, es título del Congreso que tendrá lugar en abril de 2020.

[3] Sugiero la lectura del Nº 32 de La Cause freudienne: Vous ne dites rien.