La transferencia es, de este modo, una túnica de Neso para el analista, que puede perder el gusto por trabajar para producir un saber porque le es suficiente con una posición de supuesto saber para hacerse amar, respetar. Por eso hay cierta conexión entre el analista y el burro; la palabra burro está incluida en la palabra francesa analista porque âne, contenida en analyste, en francés significa burro, asno. (Miller, J. A., (1987), “Cómo se inventan nuevos conceptos en psicoanálisis”, Introducción a la Clínica Lacaniana. Conferencias en España, RBA, Barcelona, 2006, págs. 93-94.)

Selección: Jesús Sebastián

Comentario:

En el inicio de esa conferencia dictada en el año 1987, ya J. A. Miller nos muestra que la finalidad de un análisis, y más precisamente, su finalidad terapéutica, está presente desde el comienzo de un recorrido analítico; y es el tratamiento de un mal y la búsqueda de su causa, lo que implicaría en si mismo su curación.

Un malestar entonces, que vendría a poner en marcha la secuencia, que daría lugar al encuentro con un analista para intentar encontrar un saber que responda a un interrogante, origen de su propio síntoma.

Este sería el comienzo de todo recorrido, un inicio terapéutico pero que no siempre su destino desembocaría en lo que nosotros denominamos entrada en análisis, pero que sin embargo, pondría en el circuito, el mecanismo para que la transferencia pueda advenir.

Es el analista quien recibe por estar ahí, en ese lugar, “el traje de luces de Sujeto-supuesto-Saber”[1], y es con ello que tendrá que arreglárselas por supuesto, sin creérselo.

Porque de lo contrario, toda infatuación del analista bajo “ese disfraz”, nos dice Miller , actuaría como una “Túnica de Neso”, manto del que vanamente se podrá huir, como nos cuenta la mitología griega, cuando el analista se halla obcecado en su propio goce, el goce del burro del que nada sabe.

Ya Freud nos enseñó que la transferencia ofrecía dos caras, la de ser motor de la cura y también la de la resistencia, obstáculo que si el analista no esta advertido, el consiguiente fracaso asomaría perfilado en su horizonte.

El sujeto que viene al análisis demanda un saber sobre su síntoma; y su inconsciente dice sobre aquello reprimido, por eso el analista esta ahí, como un Otro, conjugando amor y saber en la transferencia; pero para ello, un trecho deberá ser recorrido.

Habría que añadir también, que el Sujeto supuesto saber, no es un saber que pertenece a uno u otro, al analista o el analizante, sino que se sitúa entre ambos, porque hay que matizar; que el saber inconsciente del sujeto, se despliega siempre bajo transferencia.

Para finalizar, tomemos lo que dice Lacan en el Seminario XI: “Que sucede cuando el sujeto comienza a hablar al analista? el analista, esto es, el sujeto al que se supone un saber , pero de quien se sabe que aún no sabe nada.”[2]

Solo al inicio hay una demanda, dejemos pues, que sea desplegada.

 

Ruth Pinkasz


[1]Miller,J.A “Como se inventan nuevos conceptos en psicoanálisis”, Introducción a la Clínica Lacaniana. Conferencias en España, RBA, Barcelona,2006, pag.94

[2] Lacan, J, El seminario, libro XI, Paidos, Buenos Aires, 1992, Cap.XX, p. 277