A partir de la enseñanza de Freud, tal como Lacan lo ha retomado, es posible avanzar que el trauma es causal del sujeto. Yace en él, tras la pantalla del fantasma. No puede concebirse trauma que no esté referido al sujeto neurótico. Supone una estructura neurótica. Por eso, Freud había creado, no una estructura, sino el concepto de neurosis traumática.

En la psicosis, la cuestión del trauma podría evocarse a través del desencadenamiento. Pero la coyuntura dramática del desencadenamiento no puede asimilarse a un trauma. Es un retorno en lo real bajo la forma de alucinación.

Para el neurótico que es también respuesta de lo real, el llamado al “¿qué me quiere el Otro?” constituye la pregunta que vela la respuesta. En el encuentro del Hombre de las ratas con el capitán cruel, la “crisis obsesiva” es la consecuencia de la desestabilización del fantasma por los efectos mismos del encuentro; no su atravesamiento salvaje.

Lo que hace trauma es un desvelamiento brutal, precisamente un atravesamiento salvaje del fantasma, con un retorno de lo que se vincula con la represión originaria y un surgimiento de goce donde no haría falta. En este caso, la respuesta por el síntoma no permite que sean bordeados, limitados los efectos de lo real sobre el sujeto.

Por analogía con la psicosis, se ha evocado, en relación con la efracción traumática, la existencia de un punto de forclusión. El sujeto se protege a veces de la efracción traumática mediante la constitución de suplencias -descritas en la clínica- cuya eficacia hace desaparecer el síndrome de repetición traumática. Sin embargo estas suplencias, son frágiles, y nuevos encuentros pueden desestabilizarlas y volverlas inoperantes, comportando el retorno de la sintomatología inicial.

Vemos que existen algunas analogías entre los efectos de una efracción traumática y los de un desencadenamiento.

Pero podemos preguntarnos saber si el psicótico es ¿sensible al encuentro traumático, a la singularidad de lo que hace mal encuentro?

Digamos que, en referencia a la primera enseñanza de Lacan, en las condiciones de una situación traumática existen posibilidades demultiplicadas del encuentro con Un padre. Todas las modalidades de respuestas y de suplencias pueden encontrarse.

En la referencia a la última enseñanza de Lacan, se entiende perfectamente que el mal encuentro traumático, facilite que lo que esta anudado por el sinthome, propio a cada uno, se deshace brutalmente. La diferencia es la modalidad de respuesta: sintomática por supuesto, pero también en la atribución de lo que ha pasado: no es lo mismo imputarlo a un Otro malvado, a perseguidores, etc. que apuntan al sujeto, que de quedarse sin palabras frente a esta efracción de lo real. Lo que es el caso después de un mal encuentro con lo real en el traumatismo.

Guy Briole