Con Freud, sabemos que el dinero debe ser tratado en su dimensión significante y con Lacan, que el analista debe estar suficientemente vaciado para maniobrar en el cuerpo a cuerpo con su acto y relanzar el trabajo analítico cuando los embrollos con el dinero quieren obturarlo. “La relación entre el sujeto y el dinero se caracteriza siempre por un desorden, una desproporción, una suerte de desarmonía fundamental que se convierte con mucha frecuencia en uno de los terrenos más fértiles para el crecimiento de un síntoma” (1).
Lacan rompe con el conocido slogan: Time is Money, no solo separando cualquier equivalencia entre la duración de la sesión y su precio, sino que hace del pago aquello que pone el cuerpo en juego. El acto de cobrar la sesión inscribe un corte y apunta a la separación, “cortando de raíz el enamoramiento de transferencia” (2) que hace obstáculo entre el sujeto y su goce. El acto de cobrar una sesión, cuestión que suele surgir en los controles de analistas principiantes como dificultad, no se realiza en base a ningún prestigio, ni experiencia profesional. Dentro del acto analítico, el dinero queda absolutamente excluido de cualquier circuito mercantil pues el discurso del analista pone su objeto en un vínculo muy diferente al del mercado. En el psicoanálisis, se paga por el goce.
Lacan ejemplifica el acto con el salto del Rubicón de Julio César, para mostrar que una vez se está del otro lado, ya no se es más el mismo. Es un acto enmarcado por lo simbólico. Esto significa que las leyes del Otro deben existir para poder ir más allá, es decir, hay un Otro. Sin embargo, en el Seminario 15, afirma que el acto es sin Otro y también sin sujeto, definiendo así el acto analítico (3). Pero éste es tal, del lado del analista no del analizante. Es para el analista que su acto será sin Otro y sin sujeto y para que así sea, éste deberá haber atravesado el horror a su propio acto.
Estando en las entrevistas preliminares, que duraron cerca de dos años, un día planteo al analista que estaba cansada de usar el dinero de mi pareja para pagar el análisis. Me quejaba de no tenerlo, de malgastarlo, de discutir con el marido por ese punto, de enredarme en una economía en la que repetía el sostén de un padre potente y sobreprotector. Con la queja, me aferraba a una permanente posición de no tener: ni dinero, ni trabajo, ni las claves de la seducción femenina! Muy decidida, al salir de una sesión, le digo que no iba a volver al análisis hasta que no consiguiera trabajo. Estaba planteando abandonar, dejar caer mi trabajo analítico hasta quién sabe cuándo. Y con tono firme, dijo: “ Siga viniendo! Ya pagará”.
¡Me sorprendí sobremanera, pues eso sí que no había entrado en mis cálculos! La decisión quedaba entonces de mi lado. Acepté la oferta del deseo del analista, pero también acepté soportar una deuda que mes a mes se engrosaba. El efecto de esta maniobra, en un momento crítico del análisis donde se jugaba su interrupción, fue que a los seis meses conseguí mi primer trabajo como psicóloga en una Comunidad Terapéutica para toxicómanos.
Al año, ya en análisis, entregando unos billetes junto a los de esa sesión, le digo que finalmente había terminado de pagar aquella deuda. Respondió con una sonrisa diciendo: “Muy bien, de esto tomaremos acta”. Pude salir entonces de los embrollos de un goce en el que me desregulaba. En efecto, había podido tomar acta de un deseo decidido de analizarme, cuestión que no fue sin el acto analítico que apuntó a transformar la relación del sujeto con el goce (4).
Patricia Tassara Zárate
Bibliografía
(1) Dessal, G. “La sustancia secreta del dinero”, artículo publicado en Pagina 12. https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/21-39769-2013-07-18.html
(2) Briole, G. Colofón 34, “El dinero: la subversión lacaniana”, Abril 2014.
(3) Lacan J., Seminario 15, “El acto psicoanalítico”, inédito. “Si nos atenemos a ese sentido que tiene la palabra acto que puede constituir (…) un paso, es seguro que encontramos el acto al principio de un psicoanálisis. Es a pesar de todo una cosa que merece el nombre de acto de decidirse, con todo lo que esto implica, a hacer lo que se llama un psicoanálisis. Esta decisión implica un cierto compromiso, encontramos acá todas las dimensiones que comúnmente son atribuidas al uso común, al empleo corriente de esta palabra acto.” ( clase del 15 de noviembre 1957.)
(4) Miller J.-A. “Donc. La lógica d ella cura”, Paidós, 2011, cap.XII.
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