Cuando nos encontramos ante la psicosis siempre hay un punto de cierto asombro. En nuestra práctica ese encuentro siempre estará signado por una verdadera atención a la importancia que tiene para nosotros “la concepción que hay que formarse en este tratamiento de la transferencia”(1).
Lacan nos propone, una primera fase denominada pre-psicótica(2), un segundo momento que corresponde al desencadenamiento y una tercera que puede producirse o no y que se trata de la posible estabilización del sujeto, que consistiría en encontrar aquella invención que ayude en esa tarea.
Abordar la psicosis supone comprenderla no como una categoría nosográfica, sino como una posición subjetiva a partir de haberse producido la forclusión del Nombre-del-Padre, que implica que en el registro de lo simbólico ese significante, ha quedado rechazado por lo cual retorna en lo real. Así Lacan dirá “lo forcluído en lo simbólico retorna en lo real”(3).
El estatuto del padre en la psicosis, es denominado por Lacan como Un-Padre y se hace presente para el sujeto en la coyuntura del desencadenamiento, adviniendo al lugar del agujero en lo simbólico donde el significante del Nombre del Padre ha sido forcluído.
Se trata por lo tanto de una presencia tercera en la relación imaginaria a – a’, que es vivida por el sujeto como una presencia arbitraria, enigmática e inquietante. La consecuencia de la aparición de esta presencia es que la pareja imaginaria que servía de sostén para el sujeto, se disuelve produciéndose la coyuntura dramática del desencadenamiento.
Podemos extraer consecuencias de la forclusión del Nombre del Padre en el sujeto psicótico:
- El vacío de significación: El momento de desencadenamiento confronta al sujeto con una experiencia enigmática que reedita el agujero de lo simbólico producto de la forclusión. Esta experiencia es vivida por el sujeto con un sentimiento de perplejidad ya que no cuenta con la significación fálica que le permita construir una respuesta subjetiva a esta experiencia, en palabras de Miller “¿Qué es el enigma? Algo reconocido como un significante, es decir, como que quiere decir algo … que eso quiere decir es evidente. Pero lo que eso quiere decir no puede ser enunciado, queda velado, falta”(4). Eso que sucede es inentendible. Lo que aparece es la certeza que eso concierne a su ser y esta tiene el estatuto del S1 que no hace cadena sino que engendra una remisión metonímica a otros S1.
- La pérdida del sentimiento de la vida: En la psicosis al no instaurarse el falo en el campo del Otro, lo que le otorga al sujeto el sentimiento de la vida, es una identificación imaginaria cualquiera, pero no sostenida por el falo. Por lo tanto cuando esa identificación imaginaria se rompe, se produce el desencadenamiento con el consiguiente desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida del sujeto, tal como sostiene Lacan(5).
- La relación del sujeto con el Otro: Como no opera el Nombre del Padre, la relación del sujeto con el Otro no está regulada por la ley. Por lo tanto el estatuto del Otro en la psicosis es la voracidad y esta voracidad no es sin consecuencias, el sujeto vive esta presencia de una manera autoreferencial.
- El fenómeno elemental: Es todo aquello que al no haber sido inscrito en lo simbólico retorna en lo real, por lo tanto corresponde al estatuto real del S1. Lacan, nos orienta a buscar el fenómeno elemental, que está presente aunque el sujeto no se haya desencadenado.
Cristina Califano
(1) Lacan, Jacques. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. Ed. Paidós. Buenos Aires-Argentina, 1987.
(2) Lacan, Jacques. “El seminario”, libro 3. Ed. Paidós, Buenos Aires-Argentina, 1990.
(3) Ibid.
(4) Miller, J.-A. y otros “De la sorpresa al enigma”, en “Los inclasificables de la clínica psicoanalítica”. Ed Paidós. Buenos Aires-Argentina, 1999.
(5) Lacan, Jacques. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. Ed. Paidós, Buenos Aires-Argentina, 1987.
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