En el principio era el verbo; pero eso ya venía de antes: de la transferencia que no tiene control de entrada. Es el caso, pues, a veces, que una demanda se hace caso. Un análisis comienza así: teniendo, o creando, tiempo para que la transferencia se diga. Una agenda, que puede estar desbordada, se ve superada por un desgarro en el tiempo. Tener demasiado o demasiado poco tiempo para la vida, para lo usual, deja algo para ser escuchado en una urgencia más allá del tiempo perdido. Al parecer, se trata de que algo enlaza el no-querer-saber-nada del amor con una nueva urgencia con la que hay que acabar.

La pulsión no tiene tiempo; es pulsación, fuera de toda cronología. La pulsión es inmortal o, mejor, pulsión de muerte en tanto la ignora. Saber de la muerte está en otra parte. La pulsión no es amor; la pulsión no demanda sino que descompleta constantemente y saca de quicio. Otra cosa es el síntoma, que sí parasita la agenda, lía, engaña, crea una realidad y la traiciona a la vez. Y ahí puede retumbar la pasión del sentido y producir una demanda de más sentido.

A la cual el psicoanalista no responde. Pero se da muchas veces el caso de que ahí está alojado un sentido analítico anterior con el cual hay que contar ya de entrada, para poder contar luego una nueva vuelta del síntoma por el paisaje volcánico de la pulsión.

Hoy casi todos han empezado ya, en otra parte aunque sea la misma. Saben que el Otro en algo les condiciona. Un antiguo análisis le permitió a un obsesivo sacar fuera del escenario al tirano que era él mismo como sujeto para los demás; pero dejó reforzada la tiranía contra su deseo, hasta lo imposible. Un paranoico embrolló más su razonamiento con un analista demasiado liado con el pequeño grupo de ajedrecistas al que él mismo pertenecía. Otro pidió análisis cuando el matrimonio en el que había entrado al final de un anterior análisis, tras el divorcio de un primer matrimonio con hijos, llegó a una crisis fatal. Un análisis anterior le trajo a otro demasiado sentido, insoportable, al que hubo que dejar perder gas para poner los pies en el suelo.

Cuando despertó, la transferencia ya estaba allí.

 

Antoni Vicens