Grupo de Investigación sobre el niño y el adolescente en el discurso analítico
Sección Clínica de Barcelona.

Intervención en el XI Symposium del Seminario del Campo Freudiano – Bilbao
“Las palabras y los cuerpos”, 21 de mayo 2016.

Cuando nos ocupamos de atender a niños y adolescentes es necesario situar cual es el lugar que estos han ocupado en el deseo del Otro parental, en tanto sabemos que este precede al niño antes de su venida al mundo. Es por esta razón que hay que incluir a los padres en el tratamiento en las primeras entrevistas. El incluirlos nos permite vislumbrar el deseo que circula1. Todo lo que dicen estos sobre el niño constituye un discurso articulado que va a influir en él.

En el periodo infantil , hasta los 6 años, la dependencia de este Otro se hace evidente. Toma las palabras que le vienen y debe responder a lo que él es en el deseo del Otro.

En la Adolescencia, porque el camino hacia una mayor autonomía viene acompañado de un cuestionamiento del lazo con el Otro a partir de lo que en el periodo infantil se haya forjado.

Así las palabras que le han precedido dejarán huellas que tendrán un efecto sobre el cuerpo, como nos enseñó Freud desde el inicio, en sus estudios sobre la histeria.2

Podemos decir entonces que cuerpo y lenguaje se agujerean mutuamente3, aunque no todo lo que acontece en el cuerpo puede ser puesto en palabras y en ocasiones se necesita un tiempo para poder nombrarlo.

Cuando nos encontramos con los afectos ,la rabia, el odio, el malhumor, la angustia, es necesario pasar por un tiempo que ponga en juego el plano del lenguaje.

El afecto se comprende como algo que sufre el cuerpo, pero cuyo origen esta en el campo del lenguaje4. Es el efecto de la incorporación de la estructura del lenguaje por el viviente. Los afectos no son meras palabras, se sienten, pero no a nivel del organismo sino de un cuerpo que está pasado por el filtro del lenguaje. El sujeto se queja de algo que le agobia, le da rabia, le entristece , le da miedo o ama.

Entonces vemos que la posibilidad de articulación entre las palabras y los cuerpos se da por la incidencia de la lengua sobre el ser.

Y los afectos aparecen como una manifestación que se expresa en el cuerpo de algo que hace sufrir.

Así llegan a la consulta por algo que les hace sufrir, les incomoda o es la marca de lo que incomoda al otro familiar o social.

Del lado de los padres:

“Me insulta hasta en sueños” , es el modo en que esta madre presenta a su hija de 5 años en nuestro primer encuentro. Añade a esto las continuas peleas con el hermano 3 años mayor.

Padres separados desde que ella tenia 3 meses, vive con la madre. La madre tiene dolores y problemas orgánicos, dificultad para andar, está sin trabajo desde hace tiempo y ocupada en sus hijos no tiene tiempo para más, dirá.

Lo que se le hace insoportable de la hija, se resume en “yo no quería una niña”.

Lugar que precede su venida al mundo.

Me encuentro con una niña simpática, con buen contacto, lista y con facilidad de palabra “me porto mal” es su modo de presentación: insulto y pego y me peleo en el colegio y con mi hermano.

Al “me porto mal” le seguirán manifestaciones de rabia, enfados y diferentes acontecimientos en el cuerpo: movimientos de las manos, de la cabeza nombrados como tics, ruidos con la boca y muecas que ocasionan en su entorno y en ella misma un incremento de las molestias y que terminan con la expulsión del medio escolar. Hay que añadir que estas manifestaciones solo en dos ocasiones se dieron en la consulta.

En nuestros primeros encuentros se equivoca al escribir su nombre y el de su hermano al añadir una consonante al nombre del hermano. Así quedan ambos nombres igualados a excepción de la vocal final, que distingue el masculino y el femenino.

Muestra así que su lugar en la estructura familiar está unido por identificación al de su hermano, retorna el “no quería niñas”.

Los afectos quedan expresados en sus dibujos: la rabia, la tristeza, los nervios pasando por su cuerpo, la alegría, no alcanzando las palabras a poner un limite al portarse mal. La respuesta del entorno social agravó la situación.

En una de nuestros últimos encuentros me dice “has visto que me he adelgazado, ahora ya no pico, ni como tanto. Mi madre me dijo que tenia que desayunar como rica, comer como burguesa y cenar como pobre, y así lo hago, es más saludable”. Los movimientos del cuerpo han desaparecido. Queda un resto en la manifestación sintomática de “portarse mal” .

Los padres de una adolescente de 13 años consultan porque desde que se atragantó un día comiendo tiene la sensación todo el tiempo de que algo obstaculiza su garganta y de que se ahoga.

Pregunta continuamente, las palabras no alcanzan a poner limite a lo que provoca su sufrimiento, insiste en ello, pero no puede decir mucho más. En nuestros primeros encuentros no puede entrar en la consulta sin su madre. La madre al hablar de su hija se acompaña del llanto o de manifestaciones de rabia porque no estudia, es descuidada, desordenada, se viste de manera inapropiada para su edad y tiene que estar muy encima. Aunque el padre ve las cosas de otro modo no consigue calmar la angustia de su mujer. En una de las entrevistas con ambos aparecerá lo que constituye el fantasma para esta mujer “se ve mayor y tiene miedo del futuro de su hija cuando ella falte si no espabila en sus estudios, en su orden y en su cuidado ”.

¿Cómo responde esta adolescente?

La angustia desencadenada por el acontecimiento producido por la comida, como afecto que no engaña, toca el punto de la relación agresiva entre madre-hija respuesta al temor a su desaparición.

El miedo a dormir sola, el agobio y la sensación de una molestia permanente en la garganta preceden a lo que la atraganta. En las palabras extraídas del saber médico “tus cuerdas vocales están muy tensas”, obtiene una primera significación a su malestar, “por esto tienes esta sensación”. Esto la alivia y abrirá el paso a la transferencia.

“No le dirás a mi madre”, abre la serie de nuevos encuentros en los que hablará de “la sensación de no poder más, del miedo a defraudar a sus padres , de su fracaso escolar, de sentirse tonta y de su identificación desde siempre a querer ser mayor”.

¿Qué nos muestran estas viñetas clínicas?

Las palabras que marcan el lugar que cada uno viene a ocupar en el deseo de los padres y la insuficiencia de la función paterna que complica las relaciones entre madres e hijas.

La manifestación de los afectos en forma de miedos, angustia, tristeza, agobio, rabia, muestran los efectos del lenguaje en el cuerpo. Un dibujo de la niña lo expresa de este modo: dibuja a su hermano y a ella y va añadiendo palabras que describen la relación entre ambos “amor, no enfadarse, no pelearse, para acabar rayando encima del dibujo de su hermano y escribiendo “tengo rabia”. Al salir señala en su cuerpo el efecto de su rabia “es como algo que me pasa dentro”. De esta forma nos enseña como la expresión de la rabia en el cuerpo anuda palabra, goce y órgano.

Por último donde la palabra se enlaza con el cuerpo queda una marca, una huella significante que marca el cuerpo para constituir el Síntoma.

En el caso de la adolescente aparece el miedo a morir consecuencia del incidente. Vemos como no es el organismo el que responde sino lo que aparece es un problema subjetivo en forma de Síntoma.

 

Carmen Grifoll


1 H.Bonnaud, El Inconsciente del niño. Ed. Gredos, p. 56

2 S. Freud, “Fragmento de análisis de un caso de histeria” en Obras Completas, Amorrortu ed. tomo VII.

3 G.Stiglitz “El cuerpo, lalengua y el efecto sujeto” en “El cuerpo en Psicoanálisis”, p.183, ed. Pomaire.

4 Lacan :Seminario de la Angustia, para hablar de los afectos.