“… la psicosis depende estrechamente de las vivencias del sujeto, de su carácter individual, en una palabra, de su personalidad.”

Jacques Lacan: “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad”, pág. 320. RBA, 2006.

La segunda parte de la tesis de Lacan está dedicada, como sabemos, a la discusión clínica del caso Aimée. Tras su minuciosa investigación en torno a las concepciones de la paranoia vigentes en la época, con la exposición del caso se va tejiendo su propia concepción que resultará, a la postre, el antecedente de un tratamiento psicoanalítico.

Lacan recuerda que las condiciones de investigación en la psiquiatría ponen en el primer plano las reacciones de la personalidad, lo cual solo es posible a partir de un estudio lo más exhaustivo posible de la vida del sujeto y de sus rasgos específicos. Su tesis, a propósito de la presentación del caso Aimée, es que la personalidad tiene una historia, la cual se desarrolla siguiendo una evolución propia, independiente de cualquier constitución que la pudiera distinguir como patológica. Destaca que esos rasgos describen bien un tipo de carácter, una forma de personalidad compleja que se muestra con todas sus facetas.

En efecto, a partir del pasaje al acto de la paciente (agresión de una actriz), Lacan nos cuenta la historia de la paciente, la evolución de su patología y el tema de su delirio. Con ello, por una parte, pone a prueba las teorías descritas anteriormente y rechaza entonces la reducción organicista de la paranoia. Luego, al final de su exposición, a la hora de hacer balance de su estudio llegará a la conclusión de que el trauma psíquico tiene un papel fundamental en la psicosis y que la psicosis en cuestión está directamente relacionada con la historia y el carácter del paciente, en resumen, su personalidad. Lacan afirma que el delirio tiene un significado y que, en nuestra paciente, lo que se expresa es la tendencia al autocastigo.

Si bien el sujeto no aparece allí dependiendo de una cadena significante, por un lado, sitúa al sujeto en el campo de la significación, y por otro proviene de un campo de relaciones sociales. Se otorga un lugar preponderante a sus determinaciones históricas (o biográficas), psíquicas y sociológicas. De hecho, coloca la formación de la personalidad en la encrucijada de estas tres órdenes de determinaciones.

La eclosión de la psicosis parece la acumulación de factores: “Las más de las veces se descubre una relación manifiesta entre el acontecimiento crítico o traumático y un conflicto vital que persiste desde años atrás. Este conflicto, cuya resonancia ética es fuerte, va ligado muy a menudo a las relaciones parentales o fraternales del sujeto”. (p. 324).

Para comprender este vínculo entre la evolución del delirio y los eventos traumáticos, Lacan apela a las teorías freudianas sobre las fijaciones libidinales. La relación con la hermana mayor de la paciente habría desempeñado un papel decisivo en la génesis del delirio, que es un desplazamiento y una proyección del odio reprimido de Aimee hacia su hermana en otras personas.

Lacan dirá que durante años el delirio aparece como una reacción a la huida del acto agresivo. Sin embargo, no logrará contener la intensidad del odio reprimido que se expresará en el pasaje al acto.

Insiste en la importancia de la historia afectiva del paciente y, en particular, de las experiencias infantiles.

En referencia a la articulación del concepto de paranoia con el de personalidad, se interesa por las reacciones ante situaciones vitales, lo que le aproxima a una concepción reaccional de la paranoia entendida como reacción de la personalidad, lo que se refleja ya en la pregunta que introduce al capítulo 3 de la Parte II: “¿Representa la psicosis de nuestro caso una reacción a un conflicto vital y a traumas afectivos determinados?” (p. 261).

Podemos reconocer que, si bien estas concepciones iniciales evolucionan y se modifican en su enseñanza, sin embargo se conserva algo de la lógica que allí articula el desarrollo de la personalidad con la discontinuidad reactiva. En particular, el concepto de desencadenamiento de la psicosis, que Lacan construye a partir de su Seminario 3: “Cuando se buscan las causas desencadenantes de una paranoia, siempre se pone de manifiesto, con el punto de interrogación necesario, un elemento emocional en la vida del sujeto, una crisis vital que tiene que ver efectivamente con sus relaciones externas” (p. 31. Paidós).

Cuando en el último período de su enseñanza Lacan evoca su tesis en el Seminario 23, se corrige a sí mismo por haber supuesto que la paranoia tenía relación con la personalidad, cuando lo correcto sería decir que son la misma cosa (p. 53. Paidós). Evidentemente, esto no la invalida sino que más bien añade precisión, la de considerar que no es posible contar con una referencia a la normalidad, puesto que no hay adecuación entre lo real y lo mental.

Josep Sanahuja