En estado salvaje, fuera de la domesticación analítica, de lo que llamamos clínica bajo transferencia, el síntoma puede pasar desapercibido para el sujeto, especialmente en la neurosis obsesiva. En la histeria de conversión en cambio, parece difícil no percibirlo. Freud señala que el síntoma obsesivo —ver el caso del “hombre de las ratas”— se formaliza en el análisis y adquiere su envoltura formal en la transferencia. Sólo la inclusión del síntoma en el circuito de la palabra hace que se pueda interrogar la cuestión de su querer decir (…) Antes de Freud nadie se preguntaba sobre el querer decir del síntoma o, más bien, nadie hacía de eso un planteamiento científico.
Miller, J. A., (1997), “Síntoma, saber, sentido y real”, Introducción a la Clínica Lacaniana. Conferencias en España, RBA, Barcelona, 2006, págs. 509-510.
Selección: Jesús Sebastián
Comentario:
El síntoma en la neurosis obsesiva, del devanarse al devaneo.
Esta referencia de J.A. Miller es muy pertinente para entender como el síntoma se formaliza bajo transferencia, es en el dispositivo donde toma forma; previamente no discurre, ni se hace escuchar. El síntoma ego sintónico en la neurosis obsesiva resulta difícil de ceñir y localizar, a diferencia de la histeria donde el síntoma es de ordén metafórico, se dirige a la transferencia y así se incluye en el circuito de la palabra.
La obsesión (del latín asedio) se nos presenta desde los primeros escritos de Freud de finales del XIX como una neurosis de defensa, donde el síntoma, de orden metonímico, se realiza en dos tiempos el Sinn que es la significación descifrable acompañada de la Bedeutung (lo real) por eso tenemos esa inscripción inextinguible de un primer encuentro con el goce, siempre de más. Por tanto la defensa obsesiva consiste en desconectar el significante del afecto: la representación y el estado emotivo; así queda desplazado, de lo importante a lo nimio. Ahí se alojan los síntomas de la obsesión: el vértigo de la destrucción del Otro (donde se sitúa el fantasma de oblatividad), la duda, el deseo imposible, la procrastinación, la culpa, el temor al contacto, los autorreproches…el tormento del pensamiento.
Entonces se trata del pasaje de la multiplicidad de fenómenos y de angustia al síntoma analítico. Si, es posible, solo si se molesta la defensa; condición sine qua non, imprescindible para una entrada en análisis.
El dispositivo analítico tal y como lo concibe Lacan es la herramienta precisa para propiciar este cambio de discurso, donde se maneja el tiempo, el dinero y la posibilidad que surja el amor al saber, más allá del odio que habita en el sujeto obsesivo.
Del devanarse (los sesos) al devaneo, podía decir un sujeto que me frecuentó una temporada para referirse al trabajo que realizaba en las sesiones. Esta frase resume y pone en juego el pasaje de la rigidez del dialecto del obsesivo a la asociación libre que abre el camino a los sueños y al inconsciente transferencial.
Carmen Carceller
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