Hay un final en esta experiencia porque la conclusión está prescrita por el comienzo mismo del proceso, que es deducible de la estructura misma de la experiencia. En el comienzo es la transferencia y el fin de análisis requiere que se escriba el término de “destitución subjetiva”, que también equivale a la caída del sujeto supuesto saber.

J.-A.Miller, Donc. Paidós, Buenos Aires 2011, pág 83.

Selección: Tere Monreal

Comentario:

Esta referencia se encuadra en un Seminario de Orientación Lacaniana, Donc, en el que J.A. Miller revisa una serie de conceptos de la teoría psicoanalítica dialogando con los textos de Freud y Lacan.

Suscitó mi interés el inicio de la cita “Hay un final en esta experiencia…”. Este término de “experiencia” en relación con un psicoanálisis, experiencia siempre subjetiva, tenemos que leerlo como un recorrido que realizará el analizante para llegar a lo que Miller nombra también como “conclusión de la cura”[1], es decir, un final autentico. El autor se decanta por “experiencia” porque supone que el analizante decidido está dispuesto a sufrir cambios, transformaciones, en el curso de su análisis, que va más allá de los efectos terapéuticos.

La genialidad de Lacan fue su invención del “Pase”, en el que sin disipar el efecto terapéutico de un análisis (cura) incide en el proceso lógico de esta experiencia que para cada hablanteser va a ser singular en su pasaje de analizante a analista.

Esta cuestión nos lleva al texto “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el Psicoanalista de la Escuela” en el que Lacan despliega la lógica de cómo el final del análisis mantiene una relación de dependencia en cómo se inicia.

En la Proposición… escribe “Al comienzo del psicoanálisis está la transferencia” [2]. Texto que impactó en su momento por introducir el Pase, que generó controversia y en el que por primera vez se hace referencia al algoritmo de la transferencia. Fue la respuesta de Lacan a cómo se inician los análisis siguiendo a Freud, pero avanzando un paso más.

La instalación de la transferencia es el pivote que da la posibilidad de iniciar un análisis. Lacan explicó que el mecanismo simbólico de la transferencia es la demanda que permitirá el comienzo y la interpretación. También introdujo otro mecanismo simbólico: el sujeto supuesto saber que el analizante atribuye al analista, que desencadena el amor de transferencia.

Miller en su elucidación de la obra de Lacan, en la conferencia “Una fantasía”[3], formula un giro novedoso al proponer que “la transferencia es soporte del sujeto supuesto saber”[4]. Nos plantea, siguiendo la última enseñanza de Lacan, que para que el inconsciente se establezca como un saber depende del amor. ¿Por qué? Porque estamos ante los S1, Unos solos, separados, sin conexión al Otro, sin conexión a un S2, a un saber. El amor será el vehículo para establecer el inconsciente como saber: amar al inconsciente para realizar la experiencia. Primero aparece el inconsciente transferencial, un inconsciente que a partir de Aún está basado en lalengua, que le da materialidad. Este inconsciente es una elucubración de saber sobre esta materialidad, sobre los trozos sueltos de real.

Lacan seguirá avanzando y tras el inconsciente transferencial nos hablará del inconsciente real que remitirá a “la soledad del sujeto”[5]. Es el momento del pase clínico, en el que el analizante pasa del inconsciente transferencial al inconsciente real; momento crucial, pues ahí se producirá un viraje en la relación del analizante con su analista. Momento que en el que se produce la liquidación de la transferencia que apunta al analista.

Siguiendo a Miller, “es el momento cuando se inscribe la función del esp de un laps, la función en la que el lapsus, formación del inconsciente ya no tiene ningún alcance de sentido o interpretación.”[6]

Esta manera de expresarlo es una elaboración más avanzada de lo que Lacan había escrito en la Proposición: “al término de la relación de transferencia, o sea: cuando por haberse resuelto el deseo que sostuvo en su operación el psicoanalizante, este ya no tiene ganas de confirmar su opción, es decir, el resto que como determinante de su división, lo hace caer de su fantasma y lo destituye como sujeto”[7]

Pero hay un paso más, en lo que se conoce como “pase bis”, donde se produce un camino que va del inconsciente real al inconsciente transferencial. Cuando Lacan propuso el Pase superpone el pase clínico y el pase bis, que implica la hystorización del caso propio, la lógica que permitió alcanzar el inconsciente real donde ya no interesa el sentido ni la dimensión de lo verdadero. Hasta ahí nos conduce Lacan en su texto “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”: “El espejismo de la verdad, del que solo cabe esperar la mentira (lo que cortésmente llamamos resistencia) no tiene otro término que la satisfacción que marca el fin del análisis”[8]. Por tanto, hay un fin de análisis, cuando hay satisfacción; con ello va el cambio en el síntoma (que estaba en el billete de entrada), aquello que producía malestar, angustia, dolor, pena… da paso a una satisfacción, a un sinthome, una nueva manera de anudamiento. El pase bis es saber arreglárselas con el sinthome de cada uno para obtener una satisfacción y un gay saber.

 

Isabel Alonso Martín


[1] Miller, J. A. “Donc” Buenos Aires 2011, pág. 74.

[2] Lacan, J. “La proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el analista de la Escuela” Otros Escritos, Buenos Aires 2012, pág. 265.

[3] Miller J.A. “Una fantasía”, “El psicoanálisis” nº 9, Madrid, noviembre de 2005, pág. 7.

[4] Ibídem pág. 19.

[5] Miller, J.A. “El ultimísimo Lacan” Buenos Aires, Editorial Paidós, 2013, pág. 96.

[6] Ibídem pág. 97.

[7] Lacan, J. “La proposición del 9 de octubre sobre el analista de la Escuela”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, pág. 270.

[8] Lacan, J. “Prefacio a la edición inglesa del seminario 11” Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós 2012, pág. 600.