Ensayo de Trinidad Valente “El cuerpo, tres registros” y artículo titulado “La economía de los goces en el proceso de duelo” de Ana Cascardo
El cuerpo, tres registros
Trinidad Valente
Ensayo presentado para la obtención del Certificado de Estudios Clínicos, de la Sección Clínica de Barcelona, Curso 2020 – 2021. Tutorizado por Enric Berenguer.
Publicado en Nodvs LXIV, juny de 2022
El siguiente ensayo surge a partir de mi particular interés en la concepción del cuerpo ¿A qué nos referimos cuando hablamos de cuerpo? ¿Hay una concepción única que se sostenga a lo largo del tiempo o ha ido modificándose según lo abordemos desde Freud o desde Lacan, ya sea en sus comienzos o en la última enseñanza?
Algunas de estas preguntas son las que me movieron a comenzar mi investigación y a partir de allí cernir un punto de partida. Fue así como me encontré con una frase de Lacan, correspondiente al seminario XXIV L´insu que sait d l´une-bevue s´ aile a mourre:
“Me di cuenta de que consistir significaba que había que hablar del cuerpo: que hay un cuerpo de lo imaginario, un cuerpo de lo simbólico es la lengua, y un cuerpo de lo real, del cual no se sabe cómo surge”. 1
Si bien, en un inicio, mi propuesta era hacer un recorrido por la concepción del cuerpo en Lacan, es decir abarcar el cuerpo simbólico, imaginario y real, poco a poco la lectura misma fue conduciéndome hacia, podría decir, un fin distinto, no sin seguir teniendo como guía una aproximación al concepto de cuerpo.
Finalmente, creo que en el recorrido mismo se puede leer mi intención de dar cuenta de algo de lo que Freud ya nos habla en Tres ensayos de teoría sexual (1905), es decir, hay algo, una parte de lo que llama organismo, que no puede reducirse al cuerpo y las diversas significaciones que puede adquirir este o algunas de sus partes a lo largo del tiempo, en tanto nos topamos con lo que él llamó la pulsión y que va más allá, “…cuyo origen no comprendemos bien.”2
Imagen del cuerpo, estadio del espejo.
En este momento, en los primeros años de su enseñanza, el cuerpo es abordado por Lacan como imagen, cuerpo como imagen especular. Aunque también se aproximará a los efectos que dicha imagen especular tiene en el control motriz y en la apropiación de una realidad antes experimentada como fragmentaria. Así, el cuerpo se construiría a partir de la buena forma de la imagen. ¿Pero, en qué consiste la buena imagen? En este momento Lacan nos orienta un poco sobre ello a partir de algunos puntos que tomaré siguiendo la lectura de dos escritos; El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia analítica y La Familia.
Partamos de considerar al estadio del espejo, como un proceso que tiene lugar desde los seis a los diesiocho meses del lactante y en el cual se produce cierto dinamismo libidinal a partir del cual se precipitaran, en términos hegelianos, ciertos movimiento dialecticos.3 Si consideramos el periodo de edad que abarca el estadio del espejo, periodo en el cual se pueden pesquisar los inicios de la comunicación, obtenemos una pista de lo que interesa en estos momentos a Lacan, es decir, el tránsito que abarca los inicios del yo imaginario y su pasaje al yo (je) implicado en los albores de una posición enunciativa. ¿Qué quiere decir esto?
Si bien el encuentro del niño en el espejo, habilita de alguna manera a la construcción de una unidad en lo que respecta a la imagen, esta unidad nunca es total y completa. Podríamos decir que más bien se tratarían de “ilusiones ópticas” 4. Una ilusión óptica, en tanto que cuando hablamos de la imagen corporal habría que remitirse a una síntesis dudosa, ya que trataría de un proceso a partir del cual y por el cual, el sujeto asume una imagen transformadora. Una identificación en un intento por alcanzar cierta unidad y/o invisibilizar, de alguna manera, la fragmentación que detrás de ella se oculta.
Entonces no se trataría, como en el chimpancé, por ejemplo, de la mera reproducción del acto hasta su control, sino que, a los 6 meses aproximadamente habría una respuesta jubilosa, respuesta afectiva, a ese conjunto de acciones mímicas y ecopráxicas. No se trata solo de la reproducción del acto, sino que hay una capacidad de percepción y respuesta que marcaría, por un lado, la superioridad en la inteligencia humana y por otro, la vía de formación del yo(je).
Por lo tanto, en este momento, la constitución de la imagen del cuerpo por medio de las imitaciones mímicas, habilitaría al infans en un primer momento a la obtención de una satisfacción placentera y, más tarde, reflejaría el intento de retornar a la percepción de la imagen corporal unificada lo cual le proporcionaría cierta regulación. Digo cierta, porque como bien dije anteriormente, se trata de un movimiento dialéctico. Entonces, tendríamos un primer momento en el que el cuerpo aparece como fragmentado, producto de la prematuración humana, un segundo momento de percepción de la imagen del cuerpo como unificada, o forma ortopédica de su totalidad 5, lo cual no sería más que el intento de mantener “invisible” la fragmentación que esta oculta. Y un tercer momento que serían los intentos sucesivos que apuntan a la recomposición de la imagen del cuerpo, de la cual siempre queda algo que se escapa.
Este segundo momento, sería algo así como un ajuste virtual, en tanto no llega a materializarse sin producirse algun resto. Algo que el infans intentará recuperar una y otra vez, pero que no podrá poseer nunca por completo salvo en lo que constituye una línea de ficción.
“Esta forma por lo demás debería mas bien designarse como yo-ideal (…) esta forma sitúa la instancia del yo, aun desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo; o mas bien que solo asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el éxito de la síntesis dialécticas por medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo (je) su discordancia con respecto a su propia realidad”6
En este momento Lacan hace referencia al Yo ideal, ¿excepto? que piensa que el estadio del espejo es en buena medida un intento de reformular la concepción del narcisismo freudiano. Para ello, es necesario remitirnos al texto de Freud de 1914 “Introducción al narcisismo”.
Freud parte de la idea de que cada uno de nosotros constituye la relación con el mundo exterior a partir de ciertos ideales, es decir, nuestro yo llevaría a cabo la represión de ciertas mociones pulsionales libidinosas que contrarían las representaciones culturales y éticas, es decir sus ideales. Este yo ideal sería el parámetro desde el cual se mide el yo actual y sobre el cual recae el amor de que en la infancia gozó el yo real. “…el narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal…”7 Pero ¿qué quiere decir esto? Habría un primer narcisismo en que lo que se libidiniza es el propio yo como objeto. Posteriormente esta libido yoica podrá investir otros objetos, la idealización de otros objetos exteriores. Este segundo narcisismo sería un intento de recobrar mediante la constitución de ideales del yo, la perfección narcisista de la infancia. Un intento de retornar a aquel momento en el cual él fue su propio ideal. His majesty the Baby.8
Por lo tanto, el narcisismo para Freud remitiría a una cuestión libidinal y de movimientos energéticos.
“El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece por medio del desplazamiento de un ideal del yo impuesto desde fuera, la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de ese ideal.
Simultáneamente, el yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto. El yo se empobrece en favor de estas investiduras así como del ideal de yo, y vuelve a enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del ideal” 9
Volviendo a Lacan, el narcisismo es abordado, ya no como una mera cuestión de transformación libidinal, sino desde el papel y la eficacia, de la percepción de la imagen corporal, es decir valorizando en sí mismo un mecanismo imaginario. “Para los imagos (…), la imagen especular parece ser el umbral del mundo visible (…)”10. Se trata así de la adoración de la propia imagen la cual es una vía fundamental para establecer un vinculo libidinal con el propio cuerpo, base para la constitución del yo(moi), pero que Lacan considera ya en la perspectiva de la identificación desde la que el sujeto podrá situarse en el lenguaje (je).
Retomará la cuestión del narcisismo a partir del cuerpo, teniendo en cuenta lo que llamó “su estructura mental”11 lo cual incluye la prematuración humana o insuficiencia vital, la imagen del doble, o la reflexión especular.
Esta estructura mental y su desarrollo, que está gobernada de alguna manera por una armadura de una identidad alienante, no incluye en la inmediatez del plano imaginario la presencia del Otro. No obstante, este último siempre queda en el trasfondo y desde allí desempeña su papel necesario. El infans percibe su presencia y, si se reconoce, es porque hay alguien que lo posibilita y a quien recurre, aunque eso no garantiza de por sí para Lacan, en este momento, que haya una integración afectiva. Habría una “transformación del sujeto a partir de la asunción de una imagen“12 o una “intrusión narcisista”13. Algo así como la introducción progresiva y temporaria que contribuirían a alcanzar una unidad o auspiciaría promoviendo la formación del yo que quedaría capturado en la imagen misma.
De todas maneras y pese a los intentos del Yo por alcanzar la síntesis que lo llevaría al momento en el que habría existido una unidad, Lacan nos recuerda una vez más que el cuerpo fragmentado vuelve a aparecer una y otra vez “(…) en los sueños, cuando la moción del análisis toca cierto nivel de desintegración agresiva del individuo. Aparece entonces bajo la forma de miembros desunidos y de esos órganos figurados en exoscopia(…) Pero esa forma se muestra tangible en el plano orgánico mismo, en las líneas de fragilización que definen la anatomía fantasiosa, manifiesta en los síntomas de escisión esquizoide o de espasmo, en la histeria.”14.
Es así como podríamos suponer la importancia de lo que se ve, sin dejar de tener en cuenta lo que queda oculto, lo visible y lo invisible, ya que esto de alguna manera posibilitara continuar este movimiento dialéctico en la búsqueda de lo que no se ve, de lo que no se encuentra, y que no se puede encontrar como lo acentuaran los desarrollos posteriores basados en la categoría de lo real. Una unidad absoluta es algo a lo que solo se apunta, al fin y al cabo, en aquella línea de ficción irreducible, de tal modo que los límites en conseguirlo constituyen igualmente un elemento fundamental.
Aquí también podríamos hacer alusión a la obra de Marleau- Ponty Lo visible y lo invisible al que Lacan se refiere más avanzada su obra, en el Seminario XI. Refiriéndose a Marleau- Ponty, Lacan dice “Evoca en efecto la función reguladora de la forma…” y continua “El asunto está en deslindar, por las vías del camino que él nos indica, la preexistencia de una mirada- solo veo desde un punto, pero en mi existencia soy mirado desde todas partes”15.
Si bien esto nos introduce en otra cuestión, la cual abordaré en el apartado sobre el cuerpo y el objeto a, creo importante ir anticipando cómo en distintos momentos de la enseñanza ya vemos una aproximación a lo que más adelante, podríamos decir, será formalizado. En tanto, podemos ubicar cómo ya en los inicios Lacan nos advierte de algo que excede al cuerpo en su vertiente imaginaria, hay un más allá, que más adelante le permitirá decir que “…el sujeto- el sujeto humano, el sujeto del deseo que es la esencia del hombre- a diferencia del animal, no queda totalmente atrapado en esa captura imaginaria”16.
Tenemos por un lado entonces lo que en la neurosis aparece como algo del orden de lo ficcional, lograr una asunción plena de la imagen narcisista, en tanto siempre queda un resto que es imposible de alcanzar y posibilita este movimiento dialectico casi constante. Por otro lado, en algunos otros casos que no se engloban dentro de lo que llamamos neurosis, aparece como algo que, en ocasiones, es posible alcanzar.
Ahora bien, para no perder el hilo, recordemos que el estadio del espejo para Lacan es un proceso que abarca el periodo de los 6 a los 18 meses del infans. ¿Qué cambia o que se introduce?
Evidentemente es condición necesaria, para el desarrollo del yo(je) que en algún momento el infans pase de una identificación con su imagen, a una identificación con otro y la introducción en la perspectiva que va del Yo Ideal al Ideal del yo, con la dimensión de la superación dialéctica que esta supone.
En el texto “El inconsciente y el cuerpo hablante” Jacques Allain Miller escribe:
“…el cuerpo condiciona todo aquello que el registro imaginario aloja de representaciones: significado, sentido y significación, y la propia imagen del mundo. Es en el cuerpo imaginario donde las palabras de la lengua hacen entrar las representaciones, que nos constituyen un mundo ilusorio a partir del modelo de la unidad del cuerpo.”17
Por ello mismo, Lacan considera al estadio del espejo como “la matriz simbólica en la que el yo(je) se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto”18. De alguna manera, ya Freud nos daba una pista de ello cuando en el texto antes citado postula la importancia de investir libidinalmente objetos del mundo exterior, producir el pasaje de un Yo Ideal al Ideal del yo. En este caso, no seria exactamente lo mismo, pero tanto en uno como en otro encontramos la percepción y/o reconocimiento del mundo más allá de los propios ideales en un caso y de la propia imagen en el otro.
Esquema óptico: incidencia de lo simbólico y lo pulsional
Tenemos entonces una primera distinción que podemos extraer del apartado anterior en el cual aborde la cuestión del cuerpo desde el eje imaginario: yo(moi) /yo(je), Ideal del yo/Yo ideal, sujeto/yo. Recordemos que el estadio del espejo constituye un proceso que equivale a un periodo de tiempo en la vida del infans y que pasado aquel momento se produce una modificación.
¿Qué función cumple lo simbólico? ¿Cómo introduce, Lacan, la cuestión pulsional?
Tanto en el Seminario II El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica (1954-1955) como en Observación sobre el informe de Daniel Lagache: Psicoanálisis y estructura de la personalidad (1960), ambos correspondientes al mismo periodo en la enseñanza de Lacan, se encuentran frases similares. En el Seminario II, encontramos lo siguiente:
“Lo que corresponde al Yo es eso que a veces denomino la suma de los prejuicios que implica todo saber y que cada uno de nosotros, individualmente, arrastra. Se trata de algo que incluye lo que sabemos o creemos saber, porque saber siempre es, en algún aspecto, creer saber.”19
“…todo lo que Freud escribió perseguía el fin de reinstaurar la exacta perspectiva de la excentricidad del sujeto con respecto al yo”.20
Por otra parte, en el escrito anteriormente nombrado, se puede leer:
“…la doble incidencia de lo imaginario y lo simbólico. Distinción cuya importancia para la construcción del sujeto enseñamos, a partir del momento en que tenemos que pensar al sujeto como el sujeto donde ´ello´ puede hablar, sin que él sepa nada de eso (e incluso del que hay que decir que nada sabe de eso en cuanto habla)”.21
Frases como estas encontramos varias a lo largo de ambos textos, pero más allá de realizar un rastreo exhaustivo de las mismas, me interesa poder dar cuenta de lo que en ellas se intenta transmitir, lo cual coincide, creo, con lo que en este momento aparece como novedoso, la incidencia de lo simbólico y la incorporación paulatina de lo que se refiere a otro aspecto del problema, que dará lugar a un estatuto diferente del cuerpo, en tanto cuerpo pulsional. Esta nueva acepción corresponde con lo que también en estos textos se introduce, paulatinamente, pero acaba ocupando un lugar, que podriamos llamar central si no fuese precisamente éxtimo: la función del objeto a.
Encontraremos que, es esta función que cumple el objeto a, lo que posibilitará al infans ir mas allá del transitivismo, atravesar las vias de lo imaginario y lo especularizable y por lo tanto articular, de alguna manera aquella parte irrealizable de la síntesis imaginaria. Entonces, tendremos algo que falla, una pieza que falta por decirlo de alguna manera, que abre las vias del deseo y permite dejar atrás la alienación mortificante a la imagen del yo.
Es este objeto a lo que, por un lado, abriría las vias de acceso a algo de lo real del cuerpo, y por otro, posibilitaría por ello mismo ir más allá de una pura y mera identificación imaginaria con el otro especular (a-a´).
“a, el objeto del deseo, en el punto de partida donde lo sitúa nuestro modelo, es, desde el momento en que funciona allí…el objeto de deseo. Esto quiere decir que, objeto parcial, no es solo parte, o pieza separada, del dispositivo que imagina aquí el cuerpo, sino elemento de la estructura desde el origen”.23
Y agrega, “En cuanto seleccionado en los apéndices del cuerpo como índice del deseo, es ya el exponente de una función (…) Por eso precisamente, reflejado en el espejo, no da solo a´ el patrón del intercambio, la moneda por medio de la cual el deseo del otro entra en el circuito de los transitivismos del Yo Ideal. Es restituido al campo del Otro en función de exponente del deseo en el Otro”. 24
Sabemos, y esto ya lo encontrábamos en el escrito de 1949, que podemos diferenciar el yo (moi) y el yo (je). El primero, podríamos pensarlo ahora, desde este segundo momento, como el yo del enunciado, lo cual sería lo que “creemos saber”, es decir, aquello a partir de lo cual en el estadio del espejo el infans constituía su unidad a partir de lo que veía. Pero ahora no solo es lo que queda visible o invisible en relación al espejo sino lo que el sujeto puede decir yo (moi), o dice sin saber que lo dice, acerca de si mismo, yo (je).
Así es que Lacan, incluye al esquema óptico con su espejo curvo, un espejo plano que dará la posibilidad de aclarar o vislumbrar desde dónde habla el sujeto sin saber, pero también explicaría desde dónde se constituye esa imagen virtual en la cual cree reconocerse. Aquello que habla, podríamos agregar, con mi cuerpo, y que no sabemos que lo hace, es lo que proviene del Ello. ¿El cuerpo es pues hablado?
Ya vimos, por otra parte, que la unidad corporal nunca es tal, siempre estaríamos frente a lo que Lacan en la Conferencia dictada en 1975 en el Instituto Tecnológico de Masachussets llama una apariencia.
“Un cuerpo se reproduce por una forma. Forma que se manifiesta en que ese cuerpo se reproduce subsiste y funciona completamente sólo. No tenemos la menor reseña de su funcionamiento. Nosotros lo aprehendemos como forma. Lo apreciamos como tal por su apariencia. Los hombres adoran esta apariencia del cuerpo humano. Ellos adoran en suma una pura y simple imagen”.25
Lo escrito anteriormente, nos deja vislumbrar que, a pesar de correponder a distintos momentos de la enseñanza de Lacan, hay algo que se va gestando desde muy temprano y que tomará consintencia con el paso de los años. Si bien hay algunas modificaciones que se iran produciendo, hay algo que persiste a pesar de ser nombrado de maneras diferentes. La imagen del cuerpo y el cuerpo fragmentado, que seria lo que se pone en juego en el esquema óptico, volverá a aparecer en Lacan una y otra vez.
Ahora bien, entre la imagen del cuerpo y la fragmentacion corporal, entre imaginario y real, debe poder establecerse un espacio, un vacio, que sería el que posibiitaría, podriamos pensar, una articulación entre ambos.
En cuanto a la relación entre la imagen del cuerpo y el cuerpo fragmentado, es importante recordar qué lo posibilita a partir del esfuerzo de Lacan por introducir lo pulsional en el Informe de Daniel Lagache, y que desarrollará luego, en el Seminario XI, retomando referencias freudianas. Es posible a partir de lo que Freud llamo zonas erógenas. Esas zonas erógenas, o experiencias de goce localizadas son las que permiten una vinculación entre estas dos instancias.
Llegados a este punto me permito hacer un pequeño inciso y aproximar un poco de lo comentado hasta ahora a la clínica. Si pensamos en la clínica del autismo podriamos suponer que en los momentos de angustia hay una dificultad para localizar eso en una parte del cuerpo, en tanto cuerpo unificado, con un borde que limite esa experiencia por medio de un borde. Un borde que no es mas que lo que Lacan nos viene anticipando desde su escrito del Estadio del espejo, una forma, y que aquí, en el Informe de Daniel Lagache, se corresponde, podriamos decir, con la vasija que representa al florero.
De todas maneras, también es importante que haya un punto en el que imagen virtual y real no coincidan, que haya cierta distancia.
“En efecto, es porque y en cuanto que el Yo viene a servir en el lugar que ha quedado vacio para el sujeto, por lo que este no puede sino aportar a él esa distorsión que, por traducir al inglés la Entstellung (desconocmiento/distorsión/desplazamiento) de principio en toda pulsión…”26
Tenemos entonces en estos momentos un cuerpo hablado y un cuerpo hablante, o cuerpo pulsional como ya se hizo referencia. Podriamos agregar, que este cuerpo hablado se corresponde con la imagen del cuerpo como una vaso o florero, y que el cuerpo hablante, allí donde “ello habla”, alude a ese cuerpo que, de alguna manera, se corresponde con el cuerpo fragmentado y lo que en este informe estaría representado por las flores que, en algunas ocasiones, se encuentran dentro del florero. Ahora bien, será necesario poder articular un poco más esta cuestión. ¿Qué quiere decir que algunas veces se encuentran dentro?, ¿Qué son estas flores? ¿Qué funcion cumple el espejo plano?
El espejo plano o recto será lo que introduzca, como bien comenté, la posibilidad de ir más allá de la imagen mortificada del estadio del espejo. Este espejo, podríamos agregar espejo del lenguaje, otorga la posibilidad de que los objetos a, relacionados con las experiencias de goce, sean ubicados dentro del vaso. En el desarrollo del esquema óptico tenemos entonces, un espejo curvo a partir del cual obtendríamos la imagen real, o una imagen supeditada al eje imaginario tal como lo describe en el estadio del espejo, y el espejo curvo que permite que al observador ubicarse de tal manera que no visibiliza la imagen real y le permite “realizar una ilusión en la imagen virtual” 27
Entonces, ¿qué es lo que permite este modelo? Encontramos una respuesta en la página seiscientos cuarenta y dos del Informe donde Lacan escribe:
“El juego de este modelo por una parte recubre la función de desconocimiento que nuestra concepción del estadio del espejo sitúa en el principio de la formación del Yo”. 28
Aquí también me parece importante hacer alusión a un término que Lacan usa en este mismo escrito cuando habla sobre el arte. Allí habla sobre la anamorfosis.29 Si buscamos su definición en el diccionario encontramos que no está para nada alejado de lo que Lacan plantea aquí en relación con el cuerpo. La anamorfosis entonces refiere a un dibujo o pintura que esta deformada de tal manera que recupera su imagen sin deformaciones al mirarla desde un ángulo determinado. Al referirse a esto, Lacan vuelve a plantear cómo, aquello que a través de la incorporación del espejo plano queda velado para el sujeto en relación con lo que ve de su propio cuerpo, puede ser modificado si se genera algún movimiento. Es decir, esta fragmentación corporal o imagen real de la que habla Lacan no sería algo totalmente inaccesible. Pueden producirse ciertos destellos si la perspectiva desde donde se mira, o desde donde se ubica el observador, se modifica.
De hecho, Lacan menciona cómo esta cuestión puede ser leída y ponerse de manifiesto en el transcurso de un proceso analítico.
“Puesto que el análisis consiste en lo que gana el sujeto por asumir como por su iniciativa propia su discurso inconsciente, su trayecto se transportará en el modelo, en una translación de $ a los significantes del espacio detrás del espejo. La función del modelo es entonces dar una imagen de cómo la relación con el espejo, o sea, la relación imaginaria con el otro y la captura del Yo Ideal sirven para arrastrar al sujeto al campo donde se hipostasia en el Ideal del Yo”.30
Volvamos ahora al cuerpo pulsional y a aquella instancia psíquica inventada por Freud, el Ello. Esta instancia psíquica constituye el asidero de las pulsiones, biología freudiana 31 que pone de manifiesto la puesta en juego de la presencia energética y que constituye la condición de posibilidad para afirmar que “el hombre tiene un cuerpo”.32 Continuando el hilo del trabajo, este Ello pulsional, sería el sitio al que habría que dirigirse para que el sujeto aparezca, “la realidad de ese cuerpo, que pierde en su interior”.33 Lo más excéntrico, lo que ex-siste y por lo tanto aquello que desconoce.
¿Qué implica que ex-sista o se desconozca? En el Seminario II, Lacan nos recuerda lo que encontrábamos en el Estadio del espejo, una unidad alienada34 o esa fascinación 35 a la imagen y a su unidad. Lo que aquí se plantea como aquello que ex-siste entonces sería lo que durante el estadio del espejo con el primado de lo imaginario planteábamos como lo “no visible” o como aparece en el Seminario II lo que va de la mano de “la mirada ciega”.36 Pero, aquí es donde podríamos incluir la importancia que Lacan le empieza a dar, junto a lo simbólico, a la puesta en juego de un tercero. De hecho, como bien lo expone en su esquema L, lo simbólico es la condición necesaria para pasar a otro plano que trascienda lo especular. Volvamos al tercero. A este lugar viene el Inconsciente que en este momento será definido siguiendo la misma lógica de lo que venimos planteando. Es decir, aquí hablaremos de un inconsciente simbólico, latente.
“El inconsciente es ese capítulo de mi historia que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste: es el capítulo censurado…”37.
Pero ¿por qué hablar ahora del inconsciente? Porque su presencia posibilitara que, a través de ese blanco, fruto del intercambio primero con el Otro se produzca el pasaje de la necesidad a la demanda o, lo que es lo mismo, que la necesidad ceda su lugar a lo pulsional.
“…la diferenciación primaria deja en suspenso su uso propiamente significante, del que depende el advenimiento del sujeto. (…) Es preciso que a la necesidad que sostienen esta diferenciación primaria se añada la demanda, para que el sujeto (antes de toda “estructura cognoscitiva” haga su entrada en lo real, a la vez que la necesidad se hace pulsión)”38.
Por lo tanto, el infans no estaría alienado completamente a su imagen, sino que algo de lo subjetivo podría aparecer. Que el niño demande implica que esté en el discurso, que reconozca a Otro y que él mismo se constituya como otro y no como un mero “polo de atributos”39.
De todas maneras, no hay que olvidar que aun aquí, como en el estadio del espejo, hay algo que queda de alguna manera inaccesible, que entra en tensión con la concepción o Ideal de cuerpo unificado.
Podemos extraer dos efectos de la incidencia de lo simbólico. Por un parte un yo constituido por identificaciones que darían cierta idea de unidad, lo cual sería aquello a lo que podemos de alguna manera acceder más fácilmente. Pero lo simbólico también cumpliría una función importante en el intento por nombrar algo que corresponde al estatuto de objeto, en tanto falta, ausencia. Objeto a en tanto objeto de deseo y objetos pulsionales parciales, lo cual en el esquema lo vemos representado por las flores. Una vez más, vemos cómo la cuestión del cuerpo accede a otro registro más allá de lo imaginario, lo cual podemos catalogar como un acercamiento a lo real, en tanto inasequible.
¿Pero, por qué Lacan habla del cuerpo como índice del deseo en Observación sobre el informe de Daniel Lagache?
A partir de lo que he desarrollado, teniendo en cuenta que habla de ello en su explicación sobre el esquema óptico, sabiendo que las flores que se encuentran en el florero representan a los objetos pulsionales parciales y retomando las concepción que nombramos anteriormente del cuerpo como continente, podríamos decir que el cuerpo como índice de deseo se refiere al cuerpo en tanto abraza de alguna manera esos objetos parciales, objeto de deseo, y de esta manera conformaría un índice de su presencia. Lo cual, a nivel de la imagen daría ilusión de unidad, pero a nivel de lo simbólico se deja traslucir en los intervalos del lenguaje, o lo que llama palabra plena. Esto en tanto y en cuanto que el sujeto habla, algo del deseo puede aparecer, pero también de su carencia de ser o de su fragmentación de cuerpo no aspirado por la imagen. Es decir, algo del registro de lo pulsional que sale del cuerpo toma sentido, y esto es posible gracias a lo simbólico.
En esto último, habría que recordar lo que plantea Lacan sobre el objeto a hacia el final del apartado III: “Para llegar a este punto más allá de la reducción de los ideales de la persona, es como objeto a del deseo, como lo que él ha sido para el Otro en su advenimiento en cuanto vivo, como el wanted o el unwanted de su venida al mundo, como el sujeto es llamado a renacer para saber si quiere lo que desea”40. De esta manera, hay algo que escapa nuevamente, en este caso al Otro imaginario y al Otro simbólico y que representa lo que de él ha sido deseado “realmente” por el Otro en tanto sujeto habitado por un real, como viviente. Es también lo que podemos encontrar en el escrito de 1953 “Función y campo de la palabra” en donde Lacan, hablando de los juegos de ocultación en Freud, nos recuerda que “…el momento en el que el deseo se humaniza es también el momento en el que el niño nace al lenguaje” 41.
Se ponen, entonces, a prueba tanto el deseo del Otro como la asunción de ese elemento inasimilable como causa de deseo propio. Es decir, es necesario que alguien desee reconocer a ese niño como deseante más allá de “un deseo anónimo del discurso universal”42 y que este último reconozca también la presencia de eso que no puede asirse y que funciona como causa.
Cuerpo y objeto a.
A partir del último punto planteado, continuaré abordando el vínculo de los objetos a de los cuales Lacan nos habla en el Seminario X de La Angustia y la manera en la que la concepción del cuerpo pasará a estar profundamente articulada a estos objetos a minúscula.
Para ello pondré a dialogar este seminario de Lacan con un texto de Miller, Los objetos a en la experiencia analítica
“Allí (en el Seminario de la Angustia) cada una de las formas (del objeto a) está detallada, pero esta detallada en el cuerpo. El a no aparece como el producto de una estructura articulada, sino como el producto de un cuerpo fragmentado. Sin duda estos objetos responden a una estructura común, estructura de borde, estructura de acodo, pero en el Seminario La angustia, éstas estructuras están enraizadas en el cuerpo”
Y continúa: “…provienen de un cuerpo fragmentado del cual son los restos” 43
Leemos aquí una confirmación de lo que Lacan ya nos anunciaba en los inicios, la fragmentación corporal del cuerpo en el estadio del espejo y las flores que juntas constituyen el ramillete que se encuentra dentro de la vasija en el Informe de Daniel Lagache.
Además, aparece también el objeto a como la pieza que vendría a operar sobre la falta y por lo tanto pasar de la coagulación alienante y por ende mortificante, al empuje tendiente a la separación, a la humanización.
Miller nos habla de un objeto a como una estructura de borde, ¿Qué es lo que querrá decirnos con esto? Pero, además de un “cuerpo fragmentado”, entonces, ¿a qué remite esta fragmentación en estos momentos?
Si buscamos “borde” en el diccionario, encontramos que se refiere al extremo u orilla de algo. Ahora bien, cómo pensar estos objetos a en relación con el extremo u orilla cuando al mismo tiempo Lacan los ubica como aquello “irreductible de lo incognito” 44.
En el seminario X, en la páginas cientp treina uno/ciento treinta dos, Lacan nos habla de una especie de periodo pre-especular en el cual lo que encontramos es la desorganización. Pero no se trata de la desorganización de la imagen especular sino del “desorden de los a minúscula”, “le falta a uno el sí mismo, por así decirlo, por completo”45. Es decir, seria anterior a aquello que planteábamos como la relación especular. Se trata de algo anterior, algo que como tal lo precede. En este momento no habría la interacción con la imagen de sí mismo, estaríamos frente a “los pedazos del cuerpo original captados, o no, en el momento en que i(a) tiene la ocasión de constituirse”46. A partir de esto articula lo que lllamará el fantasma de despedazamiento en el esquizofrénico, a partir de la imposibilidad de la madre de poder subjetivar un cuerpo más que como mero objeto “cómodo o molesto” o, si nos remitimos a lo desarrollado anteriormente, un cuerpo que no es solo un “polo de atributos”.
Luego, es necesaria la relación con el Otro porque es a partir de allí que algo de lo que hasta el momento venían siendo pedazos de cuerpo, podríamos decir, no libidinizados, pasan a serlo, por su carácter de resto. Es decir, es necesario que eso adquiera estatuto de falta para que sea libidinizado. Entonces, estas zonas del cuerpo libidinizadas pasan a ser sus bordes, en tanto que objetos perdidos. Aquí podríamos recordar cuando Lacan, en el Seminario X, nos habla de la libra de carne, en tanto, tal como allí dice, hay algo que excede al cuerpo mismo y a la cadena significante, y es esta libra de carne en tanto separada, perdida, que, al mismo tiempo, hace de borde. Pero, como decíamos más arriba, aquí Lacan nos habla de un borde, pero también de algo irreductible e incógnito. Lo cual me hace pensar en la figura del cross-cap a la que allí se hace mención y en su definición misma del objeto a como “tan solo se trata de un desecho que designa lo único que es importante, o sea, el lugar del vacio”47.
Tenemos entonces, el borde del cuerpo, a partir de un objeto perdido que implica la separación con una parte del cuerpo y el vacío como sostén de ese objeto, el cual, se intenta reencontrar en los objetos que Miller llama objetos de la sublimación. Aquellos objetos que pueden hacer las veces del objeto perdido.
Esta cuestión de lo irreductible podría pensarse a partir de esta cuestión del vacío, que si bien no puede ser significado “él es el soporte, el substrato autentico, de toda la función de la causa”48.
Volviendo al cross-cap, Lacan intenta dar cuenta de esta cuestión del vacío constitutivo del sujeto y el borde a partir de esta figura. Se trata de una superficie en donde a partir de un corte aparece una sola cara, donde se puede pasar fácilmente del interior al exterior. A partir de aquí tenemos entonces además de un borde sin interior y exterior, un agujero. El cross-cap entonces como una superficie que daría cuenta del sujeto a partir de una falta, o, vacío del objeto a, a partir del cual se pondría de manifiesto cierta diferenciación, cierta alienación podríamos decir, aunque no mortificante. Veremos por qué:
“ …. la banda de Moebius es una superficie de una sola cara, y una superficie de una sola cara no se le puede dar vuelta. Si lo hacen, siempre será idéntica a sí misma. Es lo que yo llamo no tener imagen especular.
Por otra parte, les dije que, en el cross-cap, cuando aíslas una parte mediante una sección, un corte, sin otra condición más que la de cerrarse sobre sí tras incluir el punto agujereado de la superficie, queda una banda de Moebius.
Esta parte residual, aquí esta. (…) esto es el a.”49
Algo similar podemos encontrar cuando, más adelante, Lacan hace mención a los cinco objeto a, tres que retoma de Freud, el oral, el anal, el fálico y dos más, agregados por él mismo, el escópico y el vocal. Una vez se ha producido el desprendimiento respecto al cuerpo, de alguno de estos objetos, una vez que el sujeto ha podido efectuar una separación, sigue de alguna manera estando relacionado con esa parte del cuerpo, que ahora podríamos decir es la que se vuelve más extraña, ¿cómo? Encontramos la respuesta en la página 237 del Seminario X.
“…el hombre que habla, el sujeto en tanto que habla está ya implicado por esta palabra en el cuerpo. La raíz del conocimiento es este compromiso en el cuerpo”.50
Ahora bien, ¿cuál es el propósito de continuar vinculado a esa parte del cuerpo? Puede parecer no haber ninguna razón, pero sí que la hay. Es lo que en Lacan hallamos como aquel “intento de armonía del Unwelt y del Inwelt, a pesar de seguir encontrando algo del orden de lo irreductible, para retomar la palabra utilizada más arriba, “algo inerte, que es la libra de carne”. Irreductible en tanto es imposible de ser significado de manera absoluta en la medida en que existe este punto que Lacan llama como “falta de significante”51. En otras palabras, habría una “imposibilidad de síntesis”52 que es lo que permite también una diferenciación entre el psicoanálisis y el pensamiento hegeliano, para retomar algo de lo que planteaba al inicio. Es aquí como llegamos a la fragmentación corporal de la que nos habla Milller y da cuenta, una vez más, de la imposibilidad de una unidad absoluta.
Esta imposibilidad de cierre, de la ausencia de un punto que auspicie como punto de capitón, en el cual, “el deseo pueda sostenerse en una anulación de su punto central, en una identificación de a con el punto cero”53 es lo que en este momento posibilita hablar del objeto a parcial en tanto objeto causa, es decir, a partir de esa “libra de carne” que perdimos y que creó un vacío, podemos verificar que “…solo somos objetos del deseo en cuanto cuerpos”54.
Siguiendo con lo expuesto hasta ahora es importante tener en cuenta que en este Seminario X, Lacan toma el esquema óptico y le vuelve a dar una torsion más. Ahora será pensado a partir del objeto a y el menos phi.
“El investimento de la imagen especular es un tiempo fundamental de la relación imaginaria. Es fundamental en la medida en que tiene un límite. No todo el investimento libidinal pasa por la imagen especular”.55
Y continúa:
“…en todo lo que es localización imaginaria, el falo aparecerá entonces bajo la forma de una falta. En la medida en que se realiza aquí, en i(a), lo que llame la imagen real, imagen del cuerpo que funciona en lo material del sujeto como propiamente imaginaria, o sea libidinizada, el falo aparece en menos, como un blanco”.56
Esta cuestión es de fundamental importancia ya que nos permite enlazar algo de lo que venía desarrollando. Este menos phi que incorpora aquí en el esquema óptico sería aquello que hace subsistir la falta, que posibilita cierta distancia con aquello que ya Freud llamaba lo Unheimlich y que Lacan retoma en este mismo seminario en la página 52.
“Lo unheimlich es lo que surge en el lugar donde debería estar el menos phi. De donde todo parte, en efecto, es de la castración imaginaria, porque no hay imagen de la falta y con razón. Cuando algo surge ahí, lo que ocurre, si puedo expresarme así, es que la falta viene a faltar”. 57
Esto esta íntimamente vinculado con lo que venimos comentando. Podríamos pensar lo unheimlich del cual Freud ya nos hablado en su texto de 1919 titulado “Lo ominoso”, como eso que aparece cuando el menos phi no está instaurado pero también, podríamos decir, siguiendo a Lacan cuando algo de la imagen real aparece sin velo. Cuando la imagen virtual, aquella que proporciona cierta idea de unidad no está del todo constituida o se producen grietas que ponen al sujeto ante algo extraño y que de alguna manera le enseña la otra cara hasta el momento desconocida. Algo de lo “irreductible incognito” o ese resto que queda por fuera del investimento libidinal de la imagen especular.
No debemos dejar por fuera lo que, en este mismo seminario, en el capítulo III, en la relectura de esquema óptico encontramos en relación con el deseo. Vimos cómo el deseo permitía cierta humanización y funcionaba como causa, aquí encontramos algo mas que nos permite seguir pensando la importancia de estos primeros desarrollos de Lacan en relación con el cuerpo. Si el deseo humaniza vimos que es a condición de introducir cierta distancia, distancia que permitirá tomar cierta perspectiva con respecto a su imagen, pero también respecto al Otro. En estos momentos, en la página 51, hay otro punto que, a mi entender, podemos esclarecer. ¿Cómo aproximarnos a aquello desconocido, a aquella parte del cuerpo que esta representada por cierta fragmentación? Si seguimos por la vía de deseo, si creemos que nos aproximamos a él no hacemos más que alejarnos de aquello que en algún punto es inasible. “Cuando más se acerca el hombre, cuanta más rodea, acaricia lo que cree que es el objeto de su deseo, de hecho, más alejado se encuentra, más estraviado. Todo lo que hace por esta via para acercarse, da cada vez más cuerpo (el subrayado es mío) a lo que, en el objeto de dicho deseo, representa la imagen especular”.58
El reverso del estadio del espejo 59
Para finalizar, me parece importante poder plantear una pequeña aproximación a lo que será el estatuto del cuerpo en Lacan en lo que conocemos como su última enseñanza. Eric Laurent en su libro El reverso del psicoanálisis hace una lectura principalmente del Seminario XXIII y de Radiofonía a partir del cual intenta ayudarnos a esclarecer lo que él mismo llamó el reverso del estadio del espejo.
Ya comentamos en el apartado anterior que Lacan nos hablaba en su seminario X de un periodo preespecular el cual se correspondía con esquirlas del cuerpo, los objetos a y su desorganización, pero también hablamos de que, en el estadio del espejo, el niño necesitaba de otro para reconocerse como tal, como cuerpo diferenciado. Necesitaba de un Otro que lo autorice a hacerlo. Ahora, tal como Laurent nos lo recuerda, Lacan “…en Radiofonia, propone un dispositivo en el que el cuerpo le adviene al sujeto sin la acción de ningún agente”61 y agrega, el objeto a, “este órgano separado no se acopla con la imagen, es más bien lo que escapa a lo especular”61.
Por otra parte, aquí Lacan nos advierte que ese momento pre especularizable del que hablaba en el Seminario X, es lo que en estos momentos permite al parlêtre, “(adorar) su cuerpo porque cree que lo tiene”62. ¿Qué es lo que sucede en este momento en donde la imagen aún no está constituida? ¿Si la imagen no está constituida, qué sería el cuerpo?
A lo largo del libro, Laurent nos advierte en varias oportunidades, que el cuerpo ahora estaría constituido por lo que podríamos llamar “el impacto del decir”. Esto no quiere decir que la imagen o la vertiente imaginaria ya no estén. De hecho y como bien recordamos en uno de los apartados anteriores en la Conferencia en Masachussets Lacan dirá que “Los hombres adoran esta apariencia del cuerpo humano”. Por lo tanto, la imagen continuará teniendo un papel importante, aunque ahora, debemos considerar que, antes de ello, el parlêtre es marcado por un significante. Su cuerpo, es inyectado por significantes. Hay una escritura del cuerpo, y es a partir de esto que Lacan dirá que el cuerpo es “el lugar del Otro”63. Esta inscripción de los significantes en el cuerpo será también lo que posiblitará luego el acceso a una imagen del cuerpo.
Ahora bien, para avanzar un poco más, ¿qué implica que ahora el cuerpo sea pensado como un agujero? A mi entender, este agujero es lo que posibilita lograr cierta consistencia del cuerpo porque es a partir de allí que un significante podrá inscribirse y delimitar o constituir una superficie corporal. Puntuar algo de aquello irrepresentable a partir de la escritura a nivel del agujero, permitirá que el parlêtre pueda pensar, hacerse una representación de ese cuerpo del cual no la tendría sin la inscripción significante. Entonces, esto abriría una via de acceso de lo irrepresentable a lo representable y de esta manera “interesarse por lo que se siente en el cuerpo”64.
Aquí me pregunto, ¿qué nos quiere decir Laurent cuando escribe que, “El cuerpo es el lugar del trouma y no del saber”? Intentaré dar una respuesta aproximada.
Trouma es un neologismo inventado por Lacan en el que se condensan las palabras trauma y agujero. Entonces, si consideramos que el cuerpo en estos momentos se constituye por el impacto de un significante en él, podríamos agregar que el trouma para Lacan implica que ese mismo impacto, que a la vez posibilita cierta escritura, es traumático. Este encuentro traumático de lalengua sería lo que llevaría al sujeto a poder ubicar algo de eso a partir de lo que más arriba dijimos, de lo que siente. Y es por este impacto del decir que Lacan comenzará a hablar de parlêtre en tanto somos hablados por la lengua, por ese encuentro primero con el significante que marcó nuestro cuerpo y posibilita pensar que creemos que lo tenemos.
Ahora bien, Laurent nos recuerda en la página 65 que, “no se trata solo del cuerpo como superficie de inscripción, sino del cuerpo como lugar de goce. Y este goce ya no es pensado como articulado con el falo del lado del inconsciente, sino del ello (el Es freudiano)”.65
Unas páginas antes leemos:
Ahora Lacan quiere situar las relaciones de este incorporal con el cuerpo, “designar en qué lo simbólico se sostiene en el cuerpo”66 Y señala entonces: ¿está en el inconsciente o en otra parte? Esta tensión entre el a y el inconsciente, ¿depende de una tópica distinta de la que localiza la tensión ya existente en Freud entre el Ello y el Inconsciente? Lo que Lacan subraya aquí y que luego repetirá con insistencia, es que el encuentro del cuerpo de lo simbólico con la carne desprende el objeto a como incorporal, como efecto fuera de cuerpo, como “goce-sentido”67.
Si nos quedáramos en la vertiente en la que el cuerpo es colisionado por el significante nos encontraríamos con un cuerpo más bien mortificado. Lo que permite hablar de un cuerpo, por decirlo de alguna manera, más del lado de lo vivo, es esta otra condición del cuerpo a la que podríamos llamar, para retomar algo de lo anterior, lo más pulsional. Pensarlo en términos de encuentro con lalengua, introduce, en oposición al lado mortificante del significante, el efecto de goce. Un cuerpo hablante. Aquí podriamos remitirnos a una frase del Seminario XXIII de Lacan donde dice: “…las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir “, y continua: “para que resuene este decir… es preciso que el cuerpo sea sensible a ello”68.
Entonces, tenemos algo que escapa a la lógica fálica, algo que no puede ser significantizado absolutamente y es esto mismo lo que posibilita la aparición de cierto “desgarro u obstáculo”69. Lo que no puede ser representado, lo que ex-siste a la escritura primaria del periodo pre-especular y hace posible que ese agujero inicial siga apareciendo. ¿Podríamos pensar hacer aquí una correlación del agujero a lo que no es significantizable, lo que nos remitiría a ese otro goce no fálico? Si seguimos el recorrido hecho hasta el momento, podríamos afirmar que esta insistencia pulsional que nos remite a otra cosa, que nos posibilita pensar en que detrás de eso que se dice hay algo más es lo que haría posible, ir más allá e intentar aprehender una pequeña porción, al menos, de aquello que insiste y que no puede ser pasado por la palabra. Esto me lleva nuevamente a este periodo anterior a la constitución de la imagen de la que Lacan nos habla en estos momentos. Allí lo primordial no sería la imagen, como ya se dijo, sino que ahora hay algo que se dice, que impacta en el cuerpo y que introduce una nueva via. En estos momentos, hay algo que se oye y aquello que se oye nos remite a la voz. La cuestión entonces estaría en lo que se dice y lo que de eso queda entre líneas. Es esto mismo, lo que no puede ser dicho, lo que insiste “ese eco en el cuerpo”.
Ya en el seminario XI cuando habla del mito de la laminilla Lacan nos advertía de ese “goce no homogéneo al goce fálico”.70
Entonces, ¿qué es lo que encontramos en un inicio?, “Empieza por un nivel donde no hay yo, hay un partitivo: de LOM tiene un cuerpo. Es una atribución que precede a todo haber y que es definida como anterior al estadio del espejo, antes de la relación del sujeto con la vista. Antes de toda entrada en juego de la mirada, el cuerpo es producido por una operación de impacto del decir”.71
Conclusión
Para finalizar, podría decirse que a lo largo del trabajo he podido rastrear o seguir un hilo que el mismo Lacan deja entrever desde el inicio de su enseñanza. Hay desde el inicio un cuerpo, podríamos decir éxtimo, desconocido, un cuerpo que nunca llega a asirse por el lado de la imagen. Pudimos ubicar cómo esta cuestión está desde un inicio y si bien, hay elementos como el objeto a que no aparecerán hasta un poco más entrada la enseñanza, Lacan estaba rodeando sobre ello desde el inicio. Lo que más adelante llamará lo pre-especular también lo podemos rastrear antes de la última enseñanza. Y esta frase que en el último momento aparece como “el cuerpo es el lugar del Otro” no es más que lo que ya desde muy temprano nos adelantaba pero que no estaba nombrado como tal. Eso inasible, esa fragmentación, no correspondencia entre la imagen corporal y la virtual, no se alejan demasiado de esta cuestión. Aquello que es sentido como un goce extraño y del cual es difícil hacer circular por la cadena significante es lo que ya Freud, de alguna manera, nos lo advertía cuando en “Lo ominoso” hablaba de lo unheimlich.
Luego de hacer este pequeño recorrido, han surgido nuevos interrogantes a partir de los cuales continuar la investigación, sobre todo en relación con lo que en algún momento Lacan nombra como vacío y luego como agujero.
Notes
- 1. Lacan, Jacques. “L´insu que sait d l´une.bevue s´aile a mourre” Seminario XXIV, Inédito.
- 2. Freud, Sigmund. Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas, Vol. VII. Amorrotu, Buenos Aires, 2008, p. 182
- 3. El término dialéctica es tomado de Hegel y refiere a una técnica que, a partir de la exposición de argumentos contradictorios, tiene como fin alcanzar la verdad de un enunciado o acción.
- 4. Lacan, Jacques. “Acerca de la causalidad psíquica”. Escritos Vol. 1. Biblioteca Nueva, Madrid, 2013, p.96
- 5. Lacan, Jaques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo(je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Escritos Vol. 1. Biblioteca Nueva, Madrid, 2013, p.103.
- 6. Ibid., p. 100.
- 7. Freud, Sigmund. Introducción al narcisismo. Obras completas, Vol. VII. Amorrotu, Buenos Aires, 2008, p. 91
- 8. Ibid., p.88
- 9. Ibid., p.96
- 10. Lacan, Jaques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo(je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. op. cit., p. 101.
- 11. Lacan, Jaques. “La familia”. Editorial Argonauta, Barcelona/Buenos Aires, 2003, p 56.
- 12. Lacan, Jaques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo(je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. op. cit., p.. 100.
- 13. Lacan, Jaques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo(je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. op. cit., p.
- 14. Lacan, Jaques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo(je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. op. cit., p.103
- 15. Lacan, Jacques. “Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis” Seminario XI, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 79/80
- 16. Ibid,p. 114
- 17. Miller, Jacques Allain. “El inconsciente y el cuerpo hablante”. WAPOL, 8 de octubre de 2014. (Disponible en internet).
- 18. Lacan, Jaques. “El estadio del espejo como formador de la función del yo(je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. op. cit., p.100
- 19. Lacan, Jacques. “EL Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica” Seminario II, Paidós, Buenos Aires, 2008, p.68
- 20. Ibid., p.74
- 21. Lacan, Jacques. “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: Psicoanálisis y estructura de la personalidad”. Escritos VolI. Biblioteca Nueva, Madrid, 2013, p.641
- 22. Ibid., p.649.
- 23. Ibid., p.649.
- 24..Ibid, p.649.
- 25. Lacan, Jacques. “Conferencia de Masacuhusset” Inédita.
- 26. Lacan, Jacques. “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: ´Psicoanálisis y estructura de la personalidad´”. op. cit., p.635.
- 27. Ibid., p.642.
- 28. Lacan, Jacques. “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: Psicoanálisis y estructura de la personalidad´”. Escritos VolI. Biblioteca Nueva, Madrid, 2013, p.642.
- 29. Ibid., p.648.
- 30. Ibid.,p.646
- 31. Lacan, Jacques. “EL Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica” Seminario II, Paidós, Buenos Aires, 2008, p.120
- 32. Ibid., p.116
- 33. Lacan, Jacques. “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: ´Psicoanálisis y estructura de la personalidad´” .op. cit., p.643.
- 34. Lacan, Jacques. “El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica” op. cit., p.81.
- 35. Ibid., p.82.
- 36. Ibid., p.82.
- 37. Lacan, Jacques. “Función y campo de la palabra y el lenguaje”. Escritos Vol. II. Biblioteca Nueva, Madrid, 2013, p.251.
- 38. Lacan, Jacques. “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: ´Psicoanálisis y estructura de la personalidad´”. op. cit., p.623
- 39. Ibid., p.622.
- 40. Ibid., p.649.
- 41. Lacan, Jacques. “Función y campo de la palabra y el lenguaje”. op. cit., p.306
- 42. Miller, Jacques Alain. “El niño entre la mujer y la madre”.
- 43. Miller, Jacques Alain. “Los objetos a en la experiencia analítica”
- 44. Lacan, Jacques. “La Angustia” Seminario X. Paidós, Buenos Aires, 2018, p.121.
- 45. Ibid., p. 131/132
- 46. Ibid.,p.131
- 47. Ibid., p. 80
- 48. Ibid., p. 233.
- 49. Ibid., p.111.
- 50. Ibid. p.237.
- 51. Ibid., p.149
- 52. Ibid., p.293.
- 53. Ibid., p.
- 54. Ibid., p.233
- 55. Ibid., p.49
- 56. Ibid., p.50
- 57. Ibid, p.52
- 58. Ibid., p.51
- 59. Laurent, Eric. “El reverso de la biopolítica”. Grama ediciones. Buenos Aires, 2016, p. 139.
- 60. Ibid, p.59
- 61. Ibid, p.59
- 62. Lacan, Jacques. “El sinthome” Seminario XIII, Paidós, Buenos Aires, 2015, p.64
- 63. Laurent, Eric. “El reverso de la biopolítica”. op. cit., p., p. 146
- 64. Ibid., p.139
- 65. Ibid., p.65
- 66. Ibid.,p
- 67. Ibid., p.39
- 68. Lacan, Jacques. “El sinthome” Seminario XIII, Paidós, Buenos Aires, 2015, p.18
- 69. Laurent, Eric. “El reverso de la biopolítica”.op. cit., p.126
- 70. Ibid., p.64
- 71. Ibid., p.109
La economía de los goces en el proceso de duelo
Por Ana Cascardo
Publicado en Punto de Fuga del NUCEP.
Teniendo en cuenta lo expuesto por Gerardo Arenas en “Pasos hacia una economía de los goces” (2017), en relación a que los estados duraderos de displacer (duelo, manía y melancolía), no serían contradictorios con el modelo económico freudiano, sino, en todo caso con su principio de placer, y siendo que Lacan mantiene hasta el final de su enseñanza la teoría económica, tomaré el concepto de economía de los goces y el desarrollo de Lacan en “La Tercera” (1974), para comenzar con la investigación en relación a cómo se encuentra el goce durante el proceso de Duelo. Intentaré hacer una aproximación sobre cómo pensar la organización de los goces durante dicho proceso, trabajando en relación a los conceptos de Goce de la vida, Goce fálico, Goce sentido, Goce del Otro y plus de gozar.
Quisiera explicitar que este artículo pertenece a un trabajo de investigación en curso, en relación al goce en el proceso de duelo como operador clínico. Es decir, la posición de goce que cada sujeto en su singularidad tomará frente a las pérdidas, nos servirá como orientador en la clínica.
Como preguntas disparadoras mencionaré las siguientes, ¿Se relaciona la pérdida del objeto, con la pérdida de goce? ¿De qué objeto y de qué goce estaríamos hablando? ¿Se vería algún goce en aumento? ¿En qué se diferencia el goce puesto en juego en el proceso de duelo y en la melancolía? ¿Se trata de lo mismo cuando hablamos de manía? ¿el goce lleva intrínsecamente una pérdida?
Desarrollo
En principio tengamos en cuenta el modelo económico freudiano, la base del mismo es “la intuición, de que la excitación es cierta cantidad capaz de fluir” [1] y además que su flujo se conserva. Es decir que, la suma de distintas cantidades de excitación, unidas en un elemento, es igual a esas cantidades antes de unirse, solamente que distribuidas de diferente manera. Esta es la base para pensar que algo está sujeto a una economía, “que la suma de sus montos es invariable” [2].
“La concepción económica del primer Freud se mantiene hasta el último Lacan, y perdura” [3]. En Lacan es el goce lo que se encuentra sujeto a una economía. En los modelos freudianos, se hacía referencia a la excitación y luego a la libido o a la satisfacción pulsional [4].
En “La Tercera” (1974), Lacan dice: “el cuerpo goza de objetos” (p.19), porque lalengua civiliza al goce que le resultaba opaco por ex-sistirle como real. Me surge entonces la siguiente pregunta, ¿qué pasa con el goce del cuerpo frente a la pérdida de objetos?
Estamos hablando del objeto a, “este objeto constituye el núcleo elaborable del goce” [5]. Asimismo, el goce del cuerpo se asimila con el goce de la vida. Es a partir del nudo borromeo, del redondel de cuerdas que el plus-de-gozar (objeto a), queda ubicado en la intersección de los tres registros, Imaginario, Simbólico y Real, de esta manera el Goce del cuerpo, de la vida, queda separado del Goce Fálico por medio del objeto a.
¿Qué ocurre en la economía de los goces en el proceso de Duelo, en relación al cuerpo? Si el cuerpo entra en esta economía por medio de la Imagen, la cual se constituye, en primera instancia, con el soporte del Otro, de donde se extrae el objeto, podemos hipotetizar que va a haber allí una alteración en esta constante, por la pérdida del objeto y con eso, pérdida del lugar que tiene el sujeto en el deseo del Otro. Se verá afectado el goce de la vida.
Así dirá Lacan en relación a la formación del yo [je], en el texto “El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” (2015):
El estadío del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se suceden desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad — y hasta la armadura por fin asumida de una identidad alienante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental (p.103).
“Podríamos decir incluso que algo de la imagen del propio cuerpo del duelante se soporta del cuerpo del ser amado, como una suerte de espejo en el amor” [6]. Ese es el punto que el duelo toca al cuerpo. El objeto a. El que se encontraba cubierto con el velo imaginario del amor.
¿Entonces qué goce estaría preponderando si el goce de la vida se encuentra en menos? Dependerá de cada caso en su singularidad, pero ¿Se podría pensar que el goce fálico toma la delantera en la etapa de bordear el agujero en lo real?
El Goce fálico, fuera-de-cuerpo, se relaciona con la infinitud. Es aquel que nos hace seguir siempre un poco más. “El goce fálico nunca alcanza su meta, no llega a colmarse. El goce fálico, se diría, apunta al absoluto de goce, tiene como meta ese goce del Otro y … siempre falla” [7].
Por otro lado, ¿El goce fálico está relacionado con el dolor infinito de la melancolía?
Nieves Soria, en “Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica” (2017), dice que luego del instante de ver, luego de reconocer la pérdida, “el sujeto comienza por el goce con el recuerdo, produciéndose cierta satisfacción cuando es posible renovar ese encuentro, algo del orden de la repetición” (p.42). De esta manera, el sujeto atraviesa el momento de comprender, repasando lo vivido o sentido por medio de la rememoración.
Luego de enfrentar la pérdida y entrar en contacto con ese real, con el propio dolor de existir, se intenta encontrar sentidos a lo sucedido, intentando llenar el vacío en lo real que provoca la muerte. Tratando de reconstruir un mundo con esa ausencia, con esa pérdida. Se bordea el agujero de manera simbólica. Con los ritos funerarios, con las palabras, con los recuerdos.
En el Seminario 6, Lacan refiere que la ausencia de los ritos funerarios en Hamlet, al contrario de restablecer la malla simbólica que le permitiría al sujeto avanzar en dirección a reconstruir un velo, facilita “la aparición fantasmal del ghost del padre” [8].
El vacío que se presentifica en un Duelo, entra en contacto con la pérdida originaria de todo sujeto. Su falta en ser. La ausencia de relación sexual. Por eso, es también desde allí, que el sujeto puede entrar en contacto con su deseo, iniciando un camino hacia la invención. Puede experimentar una distancia en relación a las identificaciones, “vaciar el campo de las identificaciones, para aislar al Otro en su radicalidad” [9].
Entonces el duelo, o mejor dicho, el agujero que se presentifica frente a una pérdida, ofrece las condiciones de posibilidad de vacilación fantasmática. Como así también puede ser esa contingencia la que motive el llamado a un analista, o que haga evidente el vacío que demuestra la angustia, en el curso de un análisis.
En el seminario 6 Lacan define al fantasma (S barrado losange a), como el sujeto afectado por el significante, en relación al objeto a, pero no “el objeto del deseo, sino como objeto en el deseo” [10].
Al verse tocada esta estructura fundamental, es que el sujeto barrado, puede vacilar en sus identificaciones. Su lugar en el deseo del Otro se conmueve, a partir de allí, no sin un tiempo de comprender, luego de un trabajo de elaboración, puede relanzar su deseo.
Si “la subsistencia temporal del objeto en el deseo surge del hecho de que viene a ocupar el lugar de lo que por su naturaleza permanece oculto para el sujeto, a saber, lo que este sacrifica de sí mismo, la libra de carne empeñada en su vínculo con el significante” [11], cuando esto queda al descubierto y se corre el velo que mantenía la dimensión del enigma, se presentifica la angustia. Luego, algo viene a ese lugar, pasando a advenir como objeto en el deseo.
Un goce ligado al deseo
“Si tenemos que definir cuál es el goce que interviene en el duelo, se trata de un goce ligado al deseo. Porque ese objeto perdido encarna a la vez «menos fi, el i y el a». Encarna por un lado la imagen especular, encarna por otro lado el a puro, ese resto real, y también encarna el falo, el falo como mediación. (…) Está en juego el deseo en la medida en que la imagen narcisista y lo real del objeto se articulan por la mediación fálica” [12].
En la melancolía nos encontramos con un goce en relación al tiempo. Hay un goce en la infinitización del dolor durante el tiempo de comprender. Al no contar con la castración simbólica para elaborar la pérdida, ni estar operando la función fálica, el objeto aparece sin velo, “prevalece el a como real” [13].
En el “Manuscrito G”, citado en “Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica”, Soria, N. 2017, Freud diferencia a la melancolía y a la manía en el punto en que en la primera “lo que se extiende hemorrágicamente es el dolor psíquico, mientras que en la manía lo que se extiende -quizá no hemorrágicamente, ya que podría decirse que el maníaco sutura la hemorragia, no la cicatriza sino que la sutura a fuego en un instante, a la vez que desconoce la herida en sí- es una excitación sobreabundante en la que falta un límite” (p. 21/22). Pero lo que tienen en común es que ambas parten de una pérdida.
Para finalizar, haré referencia al momento de concluir el Duelo. Ese final se precipita por medio de un acto. No es por medio del razonamiento que se pone fin a tal estado, es más bien dando el salto al momento de concluir. Es necesario tocar lo imposible de decir, lo imposible de representar. “Concluir el duelo es atravesar lo imposible” [14]. “(…) Por eso Lacan también se refiere al análisis mismo como un duelo” [15].
Volviendo a la economía de los goces, se podría decir que cuando un duelo concluye, el goce de la vida recupera su protagonismo.
Habiendo realizado este recorrido, se me abrieron varios interrogantes, dejaré planteado uno en relación al Goce del Otro, como lo imposible de decir, lo que está fuera del lenguaje, “pero que sólo podría existir por mediación de la palabra – en especial la palabra de amor, que es la cosa más paradójica y más sorprendente (…)” [16], me pregunto si en el momento de concluir que se da por el encuentro con lo imposible de representar, estaría también en juego dicho goce.
Particularmente lo pienso dentro de la experiencia de un análisis donde, en transferencia, se pone en juego algo del cuerpo del Otro perdido en el duelo, pudiéndose elaborar la pérdida del lugar que el sujeto fue en el deseo del Otro.
Notas y referencias bibliográficas
- [1] Arenas, G. (2017) Pasos hacia una economía de los goces, p. 14. Olivos: Grama Ediciones.
- [2] ibid, p. 15
- [3] ibid p. 15
- [4] ibid p. 15
- [5] Lacan, J. (1974). La Tercera en Revista Lacaniana, 2015. N° 18, p. 19
- [6] Soria, N. (2017) Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica, p. 65. 1° ed. Ciudad
- Autónoma de Buenos Aires: Del Bucle.
- [7] Shejtman, en Chorne, Dessal [eds], (2017), p. 230.
- [8] Soria, N. (2017) Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica, p.39 1° ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Del Bucle
- [9] Testimonio de pase Agosto/2019, Oscar Ventura.
- [10] Lacan, J. (1958-1959), Duelo y Deseo, en El Deseo y su Interpretación 1958-1959, p. 361.1° ed- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós
- [11] ibid, p.361
- [12] Soria, N. (2017), Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica, p. 43. 1° ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Del Bucle
- [13] ibid
- [14] Soria, N. (2017) Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica, p. 40. 1° ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Del Bucle
- [15] ibid
- [16] Lacan, J. (1974). La Tercera en Revista Lacaniana, 2015. N° 18, p. 30
- [17] Soria, N, (2017) Duelo, melancolía y manía en la práctica analítica, p. 17. 1° ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Del Bucle
- – Lacan, J. (1949) El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, en Escritos 1. 2° ed. 5° reimpr. Buenos Aires: siglo XXI
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