Dentro de las actuales explicaciones del autismo, las hipótesis de las neurociencias están cobrando mayor peso hasta el punto de que en la literatura cada vez hay un uso creciente de la denominación de Trastornos del neurodesarrollo (T.N.D.), sustituyendo la anterior de Trastornos generalizados del desarrollo.

Bajo esta categoría se trata de vincular una serie de trastornos al funcionamiento del sistema nervioso y a la maduración del cerebro. Son trastornos que se inician en la infancia y que evolucionan de acuerdo con la formación del sistema nervioso y sus interrelaciones con el lenguaje y el entorno, interrelaciones que posibilitan la adquisición y perfeccionamiento de múltiples competencias. Cuando estas competencias quedan por debajo de lo normal, siendo el referente la media estadística, se considera que existe un T.N.D.

No es necesaria la existencia de una lesión neurológica objetivable, basta con una disfunción cerebral, un desajuste de los mecanismos cognitivos y emocionales que son modulados por la actividad del sistema nervioso, y que rigen el bienestar y la capacidad adaptativa[1]. En lugar de postular una relación unívoca entre genética y localización neurológica, se estiman “programas genéticos, innatos e interactivos, aplicables a procesos diversos”[2].

Estos programas se realizan a través los diferentes circuitos neuronales, en los que circula la información neuronal y/o química, circuitos que intervienen simultáneamente y que estén en la base de las operaciones mentales. El actual intento de localización y determinación de los mismos con las técnicas de neuroimagen, viene a suponer el intento por parte de las neurociencias de determinar un real propio a sus teorías.

De otra parte, ciertas corrientes extremas consideran que nociones tradicionales como creencias, deseos, sentimientos, carecen de entidad, no existen ya que carecen de referente en las configuraciones materiales del cerebro. Otras ponen el acento en la emoción, en tanto que estado de afectación corporal que permite unificar la tríada emoción-pensamiento-comportamiento, otorgando una base real. Se diferencia emoción de sentimiento; las emociones como algo innato, genético y que nos permiten desarrollar acciones adaptativas (sin pensamiento), son algo real, “son unos cambios muy reales y perceptibles en el sistema nervioso, no algo que flota en el éter”[3]; y el sentimiento como algo posterior en el que relacionamos el objeto con la emoción y las ideas que la acompañan. Estos cambios reales, perceptibles en los circuitos neuronales, permitiran dicha unificación, lo que autoriza a las neurociencias el proponerse como un nuevo monismo que puede transcender el dualismo cartesiano entre mente-cuerpo y superar tanto al psicoanálisis como al conductismo.

E. Laurent en La Batalla del autismo[4] nos ofrece algunos jalones con los que orientarnos en relación a estos avances de las neurociencias. Eric Laurent es claro y preciso, para el psicoanálisis se trata del desarrollo de una clínica del circuito; pero no de los circuitos neuronales, sino de los circuitos de la instancia de la letra, en la medida en que ellos van a poder aparejar sujeto y goce del cuerpo. Pues el psicoanálisis parte de un punto diferente al de las neurociencias, no parte de los datos biológicos que constituyen el cuerpo, su punto de partida es el goce del cuerpo, desnaturalizado por el choque del lenguaje, y esto es algo que queda olvidado, ignorado, elidido en las disciplinas de la neurociencia.

A la par de esta consideración del autismo como T.N.D., se produce su inclusión dentro del campo de las discapacidades. El autismo se incluye en la categoría de las discapacidades del desarrollo, junto a la discapacidad intelectual y la parálisis cerebral entre otras problemáticas[5].

Con este término se designa una serie de limitaciones en el lenguaje, en la movilidad, en el aprendizaje, en los autocuidados y en desarrollo de la vida independiente; indica una alteración sustancial del funcionamiento social y/o cognitivo que hace necesaria la provisión de una serie de apoyos dirigidos a promover el desarrollo y la educación de cara a mejorar el bienestar personal.

Es una consideración del autismo que se apoya en la deriva a la que conduce el hecho de considerarlo un trastorno en el funcionamiento cognitivo, en las competencias desarrolladas, y no como una enfermedad. Es hoy un lugar común: el autismo no es una enfermedad en un tipo de funcionamiento.

Es cierto, también que esta consideración de la discapacidad está siendo cuestionada por los propios autistas de alto nivel, que señalan que el autismo no supone un funcionamiento discapaz, sino un funcionamiento distinto, uno más dentro de la neuro-diversidad actual.

Desde el psicoanálisis, podría introducirse una consideración en este punto: reducir el autismo a un funcionamiento elimina la problemática del goce, la problemática para el sujeto hablante de cómo arreglárselas con el goce, cuestión que como sabemos hace que estemos todos locos.

El desplazamiento hacia la discapacidad favorece el predominio del sistema educativo en el tratamiento del autismo, tanto en la niñez como en la vida adulta. Es preciso organizar, entonces, entornos estructurados por parte de los profesionales en donde adquirir una serie de competencias prefijadas. La educación se reduce al establecimiento de rutinas que permiten adquirir las competencias adaptadas/útiles y eliminar las otras. El único método válido en el abordaje del autismo son, a la sazón, las técnicas cognitivo-conductuales. La alianza con las neurociencias se establece con la idea de que estas rutinas van a permitir establecer y estabilizar determinadas sinapsis neuronales. Una voluntad autoritaria de dominio está claramente en juego.

En el apartado titulado “Educación y aprendizaje” E. Laurent aborda la distinción entre estos términos, planteándola como una diferencia entre ganancia de saber y aprendizajes. Para ello introduce la hipótesis del inconsciente y sus consecuencias: “toda ampliación del saber inconsciente, o del inconsciente como saber, es al mismo tiempo un efecto de goce”[6]. A partir de este punto el abordaje del autismo, que propone el psicoanálisis lacaniano, trata de posibilitar espacios para la elaboración de bordes en los que sean posibles extracciones de goce y negociaciones con el Otro, “una vez aflojado el neo-borde, desplazado, constituye un espacio posible –que no es ni del sujeto ni del Otro- de intercambio y de invención”[7], un espacio que al constituirse puede permitir al niño autista acceder a los aprendizajes.

Para concluir quisiera tomar una reflexión, respecto de las clasificaciones médico-sociales, de J. Schovanec, conocido filósofo, escritor y militante de los derechos de las personas con autismo –el mismo tuvo un diagnóstico de Síndrome de Asperger con 22 años-; dice así: “no hay ninguna razón para creer…que lo real se pliegue a nuestras categorías mentales”[8].

El psicoanálisis puede dirigirse a este malestar que se deduce de tal inadecuación, “el autismo se convierte en una nueva forma de nombrar a los excluidos del sistema”[9], puede dirigirse al malestar de los propios autistas y al malestar social en general. Para ello, como nos indica E. Laurent, se trata de dotarnos de hipótesis que no dependan de las “incesantes variaciones acerca de la naturaleza de las causas biológicas del autismo”[10], y que permitan a la orientación lacaniana participar en los actuales debates sobre el autismo manteniendo la especificidad y utilidad del psicoanálisis. Con el apoyo en la noción del Uno del goce, que Miller extrae en sus cursos a partir de la enseñanza de Jacques Lacan, se trata de abordar el campo del autismo a partir del “cuerpo-sujeto (parlêtre)”, y por consiguiente la función del objeto autístico y los circuitos del goce que lo caracterizan.

Julio González
Seminario del Campo Freudiano en Bilbao


[1] Artigas-Pallarés, J. “Trastornos del neurodesarrollo. Conceptos básicos” en Trastornos del desarrollo , Artigas-Pallarés, J y Narbona, J. Viguera ediciones S.L. Barcelona 2011

[2] Artigas-Pallarés, J., ob. cit. p. 10

[3] Damasio, A. El origen de los sentimientos en http://www.eexcellence.es/index.php/entrevistas/con-talento-entrevista/857-executive-excellence-138

[4] Laurent, E. La batalla del autismo. Grama Ediciones. Buenos Aires 2013

[5] Tamarit, J. Aproximación a una definición de “discapacidades del desarrollo” en

http://feapscantabria.org/feapscantabria/web_feapscantabria/docs/Definicion%20Discapac.pdf

[6] Laurent, E., ob.cit., p. 125

[7] Idem p. 123

[8] Schovanec, J. Yo pienso diferente, en Edicones Palabra. Madrid 2015, p. 207

[9] Schovanec, J. ob. cit. P. 209

[10] Laurent, E. ídem, p. 236