El gran vidrio o La novia desnudada por sus solteros, la conocida pieza a la que Marcel Duchamp dedicó diez años, combina procedimientos aleatorios, estudios de perspectivas trazadas y una laboriosa artesanía para explicar el desencuentro sexual entre la chica, en el panel superior, y sus pretendientes, en el inferior. Junto a la pieza y en el catálogo, Duchamp se empeñó en escribir el rotulo: “El soltero se muele su propio chocolate”. Y, en otras notas posteriores, aún precisa: “lo inútil de la moledora de chocolate debe ser el cepillado de manchas invisibles que el soltero mantiene a escondidas”.

En el Seminario XVII, De un Otro al otro (1968-1969), en pleno auge alborotador del Mayo francés, Lacan retoma el aforismo de Duchamp comparando al revolucionario con el soltero: “tengan cuidado de que el contestatario no se haga el chocolate él mismo”. Unos años más tarde en la transcripción de Televisión (1973), se refiere de nuevo a la ética del célibe, contestando, en este caso,  a las tres famosas preguntas kantianas que la entrevistadora le hacía. Frente a ¿qué debo hacer? Lacan responde aludiendo a la ética del psicoanálisis que extrae de la clínica. «En tanto la ética es relativa al discurso…la ética del psicoanálisis es la ética del bien-decir» y… unos parágrafos después opone la ética del psicoanálisis a la ética del soltero, aludiendo a Montherlant.

El soltero, según el diccionario de María Moliner, es el que anda suelto o va solo. Etimológicamente proviene de solvere (desatar) y, en cierto modo, está libre, desatado incluso. Popularmente, y así lo recoge de manera simpática en otro contexto Pedro Almodóvar, es el que vive “como vaca sin cencerro”.

El célibe es una figura muy presente en la cultura moderna y contemporánea. En el campo literario los mitos que van desde el Don Juan a Brummell, del Casanova al Johannes de Kierkegaard, de Pickerton a Sherlock Holmes. También en las artes plásticas Dalí, Damien Hirst, recientemente, o el mismo Duchamp, lo han abordado. En la historiografía del cine, como arte de masas, son muchos los personajes caracterizados como solteros. Pero resulta inquietante -y solo lo apuntamos como un síntoma contemporáneo más- la aparición de un subgénero cinematográfico relativamente reciente surgido a partir de los Teenpic o género juvenil, que ha tomado un cariz gamberro y freakie y cuyo segmento más amable puede apreciarse en series de TV como Dos hombres y medio, Mixology o Big Bang Theory encuya novena temporada, actualmente en antena en EEUU y Europa, puede apreciarse en los guionistas un ensayo de retorno al pasado en el que todos andaban sin pareja. Incluso con las nuevas familias, esa especie peculiar de soltero que pierde la suya, en ese caso masculina, representada por la serie A single man.

El soltero es para Lacan una figura a la que opone el analista. Aún participando de la posición masculina ¿Se diferencia de la homo? ¿Y de la hetero? Quizás la interpelación más pertinente, cunado ya nada es prematuro, sería: ¿Qué coloca el soltero en el lugar en que la mujer falta? La respuesta apunta a la segunda parte de la fórmula de la sexuación masculina en donde prima el todo, todos juntos, todos lo mismo:

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Esto excluye una puesta en juego de la castración que afronte el goce femenino suplementario, más allá del falo. Pero también el del lado macho. No obstante, las mujeres -puesto que ellas si existen- tienen un papel fundamental en las fantasías obsesivas como se refleja en diversas declaraciones de políticos, varones y barones del PP, en los que la mujer es menospreciada, vilipendiada, burlada o ignorada… y ni siquiera ellos se hacen el chocolate.

Kant fue un soltero que murió virgen, sin haberse acercado nunca sexualmente a una mujer. No es extraño -en ese contexto de televisión y a las preguntas de la entrevistadora- que Lacan, vía Crítica de la Razón práctica y Aristóteles, lo relacionara con Montherlant.

GRANDMA’S BOY (Nicholaus Goossen, 2006)

GRANDMA’S BOY (Nicholaus Goossen, 2006)

Montherlant, contemporáneo de Lacan, director de la Academia Francesa, al que tanto le entusiasmaba la figura de Don Juan como la del soltero, le sedujo de manera especial el suicidio. Lacan lo asocia en ese texto a Kant. No obstante, el partenaire de Kant es Sade y el de Monteherlant el soltero. En la última pareja, y en ambos casos, se trata del Uno fálico y la exclusión del Otro sexo: en Kant como sacrificio. En Montherland en la difamación. Lacan opone a esta ética del soltero la del bien decir…  ¿qué? el amor, “un nuevo amor”. Incluso, “un amor más digno” tras el paso de analizante a analista.

TROIS HOMMES ET UN COUFFIN (Coline Serreau, 1985)

TROIS HOMMES ET UN COUFFIN (Coline Serreau, 1985)

En el mundo contemporáneo, caracterizado por la crisis de lo simbólico y el desplazamiento continuo del malestar del síntoma hacia un Súperyo feroz, el deber ético del Psicoanálisis no es, ni puede ser, ambiguo. En los primeros capítulos de El Otro que no existe y sus comités de ética (1996) J-A Miller y E. Laurent dedican un par de sesiones al internado y el Joven Törless a comienzos del siglo XX. Allí remarcan que hemos pasado de las “tribulaciones” de un joven en la escuela, en la época de R. Musil, a las de la Opinión pública: no solo de los internados a las residencias y los pisos compartidos de estudiantes, sino que éstos jóvenes han tomado a Montherlant por montera: la misoginia, el menosprecio, la difamación de la mujer, revelan el paso al Uno fálico.

Es insidioso, y no podemos más que subrayarlo, el sesgo que ha tomado ese género cinematográfico de comedia juvenil en los últimos tiempos. De las películas adolescentes de los años setenta (American Grafitti) y ochenta (La chica de Rosa, Admiradora secreta…) en las que se amplificaba el conflicto con los padres, el primer amor o la rebelión juvenil, hemos pasado, a partir de los años noventa, a éste subgénero de película gamberra y soez de inadaptados sociales, freakies en los que se convierten los solteros que en el siglo XXI se asocian a redes sociales, las nuevas tecnologías y gadgets diversos que responden a todas las pulsiones.

Los títulos de estos films a los que nos referimos son elocuentes por sí mismos: Juerga de solteros, A los trece, 17 otra vez, Tres colegas y una salchicha, Lío embarazoso, De boda en boda, Dos colgaos muy fumaos, Resacón en las Vegas y sus secuelas, Persiguiendo a Amy, Supersalidos o las producciones españolas, Pagafantas, Fuga de cerebros o la serie Todos los hombres sois iguales.

Big Bang Theory

Big Bang Theory

El soltero y su goce, por efecto del nuevo discurso capitalista, ha variado notablemente en los últimos setenta y cinco años: solo al revisitar comedias de los años 50 de Hollywood, en las que bajo los semblantes se abordaba la diferencia sexual, y compararlas con series de TV o películas de la última década puede comprobarse el exceso de actuación de los solteros en la actualidad y el ascenso de una forma de paulatino rechazo a “la creencia en la mujer”.

Al unir la figura del soltero con los objetosa -brújula para nosotros de la civilización actual- y si atendemos al uso que el soltero, en su propio autismo, puede llegar a hacer de los objetos letosas que se le presentan sin salir de su habitación, Kant, Montherlant y Sade se unen en la propia figura del célibe el que se ha convertido en significante amo que comanda el ascenso “al cenit social” del objeto a. La pieza Noah (2013) escrita, dirigida y editada por Patrick Cederberg & Walter Woodman https://vimeo.com/65935223 es un paradigma de la voz del Súper yo y su omnipotente goza soltero!

De nuevo el arte de Duchamp nos lleva la delantera.

La unión de “la Novia” con sus “Solteros”, la respuesta anudada sobre la transición del Uno solterón al Otro sexo en la que indagó Duchamp, se encontró en la pura contingencia -como el propio psicoanálisis- con un recurso frágil, pero solución, al fin. Al termino de una exposición y desmontar el Gran vidrio, un cristalero, por una torpeza accidental, abrió dos grietas simétricas que cruzaban los paneles superior e inferior. De este “feliz acontecimiento” surgió una vía de acceso, imperfecta, pero posible entre los solteros y la novia desnudada. Confiemos en el síntoma como Duchamp en el cristalero.

 

José Luis Chacón