Por Gerardo Arenas y Araceli Fuentes
Seminario del Campo Freudiano – Sección Clínica de Barcelona
Presentación del Seminario 19 …O peor
Por Gerardo Arenas
16 de octubre de 2021
Agradezco esta segunda invitación. La primera fue hace siete u ocho años, para presentar Piezas sueltas, el curso de Miller, que yo acababa de traducir, y esta es para hacer una introducción al seminario …o peor, de Lacan, que también traduje. Ante todo, les haré notar que su Seminario 19 comienza poco después de la clase donde él leyó su escrito “Lituraterre” a los oyentes de su seminario anterior y que no en vano fue elegido por Miller para encabezar los Otros escritos. Veamos por qué importa esto.
Freud llamó “núcleo de nuestro ser” a nuestra singularidad, y la definió como deseos inconscientes en La interpretación de los sueños y como pulsiones del ello en el Esquema del psicoanálisis. Lacan lo sitúa en el objeto a durante los ’60 y en el sinthome después de “Lituraterre” (donde inaugura una nueva doctrina sobre la escritura, basada en la distinción entre dos tipos de rasgo, y sobre la relación significante-letra). Así, en el Seminario 10 dice que “lo más yo mismo que hay” es el objeto a, y en el 23 dice que el sinthome “es lo que hay de singular en cada individuo”. A este respecto, el Seminario 19 es tierra de nadie: el objeto a (causa de deseo o plus de gozar) ya no es lo singular, y el sinthome aún no ha sido creado. Tal es su lugar en la enseñanza de Lacan.
Suelo decir que …o peor tiene tres estratos: el armado de las fórmulas de la sexuación (reverso de la no relación sexual), la interrogación del Uno y sus variedades (hay 11, más uno), y la interpretación del cuerpo (la interpretación que apunta al cuerpo y la interpretación de qué es un cuerpo). Presentaré el seminario estrato por estrato.
El primero aparece ya en el título, …o peor. Lacan dice que los puntos suspensivos señalan un sitio vacío en el que se inscribirá un verbo, que en este caso es decir, y ese decir es no hay relación sexual. De modo que el título equivale a “no hay relación sexual, o peor”, y peor es lo que declinan las fórmulas de la sexuación. Esto da lugar a tres lógicas que corresponden a tres posiciones. Hay que elegir: o no hay relación sexual, donde se inscribe la singularidad del lazo sinthomático, o peor, que a su vez se declina en una lógica del todo con excepción y en una lógica del no-todo sin excepción. El Seminario 19 despliega la relación entre estas dos últimas lógicas, que son particulares. Ellas no sostienen un binarismo sexual, sino un monismo. En el nivel topológico, el significante de la diferencia sexual engendra una superficie unilátera, la botella de Klein, tal como Lacan lo comenta mientras dicta este seminario, en Hablo a las paredes.
Es incorrecto entonces decir que hay “dos lados” en las fórmulas de la sexuación. Por más que así las haya escrito en Aún, descarta esta posibilidad en el Seminario 21 cuando inscribe las cuatro fórmulas en los vértices de un tetraedro, que no tiene dos lados. El pretendido binarismo sexual violenta la lógica de la castración, como bien lo muestra el film XXY. Por eso es preferible hablar del no-todo y no de lo femenino, que aún está teñido de binarismo. Como dice Lacan, Haiuno significa “dos no hay”. Por eso no hay relación sexual. Si hubiese dos sexos, ¿qué impediría su relación? El problema es que haiuno.
Este Uno es lo que hallamos en el segundo estrato. Hay 11 unos en el Seminario 19: el singularizador (“un decir” significa que no es cualquier decir), el indeterminado (al decir al menos uno, ese uno puede ser cualquiera), el que dice Es único (como cuando aclaramos sólo uno), el excepcional (es de existe uno, no al menos uno), el que da la cualidad mínima (es uno se dice de cada ente), el de la inexistencia (por ser un número, el 0 que indica inexistencia se cuenta como uno), el número 1 (que en la serie numérica viene después del 0 y antes del 2), el uno-en-más (que permite decir que el sucesor de n es n+1), el S1 (que nace de la díada S1-S2), el Uno esférico (esencia imaginaria de Eros unitivo) y el Uno unario (que es el mero palote); a estos 11 Unos Miller agrega en la contraportada el Uno-solo (en su goce), al cual dedicó en 2011 su último curso, ya totalmente traducido en varios números de Freudiana.
El tercer y último estrato es, como dije, de la interpretación que apunta al cuerpo y la interpretación de qué es un cuerpo. Dos años antes, Lacan había mostrado dos modos de cortar el lazo entre significantes (S1-S2) con la interpretación: el enigma y la cita. El enigma presenta S1 sin el S2 que lo significa. La cita presenta S2 sin el S1 que lo sostiene. Como lo muestran el matema del discurso analítico y el de su reverso, el corte entre S1 y S2 contraría la compulsión de significar impuesta por el fantasma y así reduce el goce del sentido fantasmático. Por otro lado, “Lituraterre” había situado la letra como litoral entre saber y goce, y esto permite interpretar de otra forma que apunta directamente contra el goce sintomático y que consiste en romper, mediante el equívoco, el significante que sostiene al síntoma. Así Lacan recupera la estructura clave de la interpretación planteada por Freud en las “Conferencias de introducción al psicoanálisis” con el ejemplo del sueño de Alejandro Magno. Lacan dice que “sólo al romper el significante en su letra acabamos con él”, y agrega que, como analistas, vemos “volver el significante [reprimido] en calidad de letra”. Estos dos tipos de interpretación, por corte y por equívoco, apuntan al cuerpo pues inciden en distintos modos de gozar: el del sentido fantasmático y el sintomático, respectivamente.
Además, el Seminario 19 consolida una interpretación del cuerpo basada en los goces. En efecto, una vez distinguidos los goces sintomático y fantasmático, Lacan delinea un mapeo dinámico de los goces cuyas principales líneas son las siguientes. Define el goce como esa perturbada relación del cuerpo hablante consigo mismo (perturbada por la existencia del lenguaje), agrega que el lenguaje suple el goce sexual y ordena la intrusión del goce en la repetición corporal (en otras palabras, esa suplencia da al goce una estructura), observa que el goce sexual obstaculiza la relación sexual y que el goce femenino no depende del goce fálico, y termina diciendo que, cuando hay dos o más cuerpos, no se sabe cuál goza. (Esto fue muy bien explicado por Miller en una entrevista que le hizo Christine Angot, en referencia a la pareja protagonista de su novela Una semana de vacaciones, que puede verse en internet y que fue publicada en Feminismos.) Algunas de estas aserciones serán corregidas o descartadas por Lacan, pero lo importante es notar que todas interpretan el cuerpo como sede de diferentes goces interrelacionados de varios modos. Por lo tanto, esto ya anticipa la noción de sustancia gozante y entraña una tópica que prepara el terreno para formular la economía de los goces que introducirá dos años después en “La tercera”. Abre así una vía inédita para captar las formas en que la acción analítica puede incidir, mediante la interpretación, en la dinámica que anima a dicha economía. Sobre este asunto podríamos conversar horas, pero prefiero dejar aquí para poder conversar con ustedes.
Gerardo Arenas
Seminario del Campo Freudiano en Zaragoza
Apartado, El Otro: de la palabra a la sexualidad.
Por Araceli Fuentes
18 de diciembre de 2021
Capítulo V: TOPOLOGÍA DE LA PALABRA
La lección V del Seminario es en realidad una charla que Lacan da en el hospital de Sainte-Anne el 3 de febrero de 1972, en la que se dedica a esclarecer y proseguir el Seminario “…ou Pire” que está dando en la Facultad de Derecho. Vemos como Lacan pasa de una cosa a otra y vuelve a lo que había dejado interrumpido, es el estilo de Lacan al que seguimos cuando lo leemos pero que exige un volver a ver dónde se quedó y a dónde continúa el hilo que estamos siguiendo y mientras tanto habla de otras cosas. Cuando leemos esta lección no debemos esperar que los temas sigan la sucesión que nos propone Miller aunque se trate, efectivamente, de esos temas, aunque si queremos saber lo que dice Lacan sobre el primer punto: ¿De dónde viene el sentido? Hemos de leer toda la lección y no es hasta el final donde encontraremos la respuesta, es el estilo de Lacan que no es un estilo universitario sino analizante, el habla como analizante que está haciendo una búsqueda y no como profesor que sabe ya lo que va a decir.
Sigamos el hilo de la pregunta ¿De dónde viene el sentido? Con lo primero que nos encontramos es con que Lacan comienza a hablar de los cuadrípodos, un nombre que él inventa a partir de un término latino y otro griego, y al que denomina término bastardo. ¿De que tratan estos cuadrípodos? Es la estructura cuaternaria del discurso que nos ha dado en un Seminario anterior, el Seminario XVII EL reverso del psicoanálisis. O sea que para responder a su pregunta: ¿De dónde viene el sentido? Nos habla en primer lugar de la estructura de los discursos, estructura que implica colocar cuatro puntos a igual distancia en nuestro espacio. Y ¿para que se sirve la estructura del discurso? Lo dice en la pág.64, el discurso aporta en “cierto estado actual del pensamiento, un orden a partir del cual se esclarecen otros discursos que surgieron mucho antes.
Lacan aisló la estructura de cuatro discursos en el Seminario XVII, a partir del Discurso del analista que es el último en aparecer. O sea que la pregunta ¿De dónde viene el sentido? Se la plantea a partir del discurso analítico, lo cual es lógico, podemos decir.
Como suele hacer, Lacan va a tomar algo que es en esta ocasión lo que se llama un cuadrípodo en geometría, una figura geométrica de cuatro caras y va a hacer uso de esa figura acorde con el Discurso del analista. En el discurso hay cuatro lugares por el que van a rotar cuatro términos, además Lacan va a introducir una ley que no es geométrica pues en el cuadrípodo geométrico a cada vértice llegan dos vectores, y sale uno o salen dos y entra uno, de este modo no se privilegia ningún vértice sobre otro. Entonces Lacan introduce una modificación que consiste en suprimir una de las aristas y así obtiene la fórmula con la que ha esquematizado sus cuatro discursos. Como vemos en la página 65, el vector inferior que conectaría el lugar de la verdad con el de plus de gozar ha sido eliminado, no existe, lo que permite distinguir el plus de gozar que produce un discurso de la verdad que siempre es singular. Cada discurso diferencia cuatro lugares, entre los dos lugares de abajo, el de la producción y la verdad establece una barrera de goce que separa las producciones colectivas de goce en las que todos los apalabrados a ese discurso pueden reconocerse, aglomerarse, del lugar de la verdad de goce singular de cada uno. Más allá de la homogeneización, un discurso conserva la coo-presencia de singularidades y en eso se distingue de la multitud freudiana, pero además en la línea superior se diferencia el semblante y su otro separados por un imposible, este otro, el que trabaja, el esclavo, el estudiante, el S1, el analizante, pero una misma tarea para los individuos que están en ese discurso, no anula las diferencias individuales. Para Lacan un discurso es un vínculo entre diferentes.
Los otros lugares, son arriba a la izquierda el semblante y arriba a la derecha el goce que es el goce fálico, no sexual, lo mismo que el plus de goce no es tampoco sexual.
Lacan nos da una topología que pone en relación una serie de lugares en el discurso y nos dice que es de esta topología de dónde surge la función de la palabra.
Entonces partiendo de la pregunta ¿De dónde viene el sentido? nos ha llevado a la topología del discurso que es de donde surge la función de la palabra. Y ¿Cuál es la función de la palabra? La respuesta la encontramos en la página 67, donde dice: “la función de la palabra consiste en ser la única forma de acción que se plantea como verdad”.
Tenemos dos afirmaciones en la frase: 1-la función de la palabra es una forma de acción y 2-la única forma de acción que se plantea en términos de verdad.
En cuanto a la palabra y la acción nos había dicho anteriormente que el hecho sólo existe porque fue dicho, que no existe ningún hecho que no haya sido puesto en palabras. Y acota, no es lo mismo hablar que decir.
Efectivamente, en el Escrito contemporáneo a este seminario, en L’Étourdit, Lacan se va a referir a esa función de la palabra que es “el decir” como un acto, el decir es del orden del acto, mientras que el dicho no tiene ese estatuto. La palabra que hace que un hecho exista es un decir, no un dicho. De ahí que diga que la función de la palabra es una forma de acción, sí, pero no en todos los casos, sólo cuando se trata de un decir. El decir no es ni verdadero ni falso, el decir existe o no, es del orden de la existencia y no del orden del ser.
Ahora bien, la palabra funciona aunque no funde ningún hecho, aunque no alcance el estatuto de un decir, hay palabra cuando se da una orden, cuando se injuria, cuando se expresa un anhelo. Entonces en la función de la palabra hay que distinguir dos vertientes, una es la de la palabra como decir que funda un hecho, otra es la palabra en tanto que dicho que está sí, está en relación con la verdad. En el esquema del discurso, p.65, del lugar de la verdad salen dos vectores, una se dirige al semblante y el otro al goce.
En la página 68 Lacan dice que la verdad, tal como empezó a entreverse en el Discurso del analista es lo que el discurso revela a aquel que se compromete en él como analizante. Lacan hace un juego en francés entre las bandas cómicas en las que las palabras se ponen en un círculo y “se bander” ponerse en erección y dice que, que un hombre se pare por una mujer, es decir que se excite por ella, quiere decir que la toma como falo. Fi (x). Pasa de la verdad que se le revela al analizante en el discurso analítico al falo, no como significante de la falta, sí como significante que da cuenta del hecho de que haya significación y como función fálica, función castración que nos afecta por el sólo hecho de hablar. Entonces dice, (p.68) que la palabra no sólo vale para denotar hechos, la mayor parte del tiempo ella sirve para compensar el hecho de que la función fálica sea justamente, lo que hace que no haya en el hombre relaciones armónicas entre los sexos, mientras que en otros lados parecen andar sobre ruedas (en el mundo de los leones, por ejemplo).
Lacan ha pasado a hablar de la relación de la palabra con la verdad en el Discurso del analista, a la relación entre el hecho de hablar y la imposibilidad de escribir una relación entre los sexos en el plano del goce. El obstáculo es precisamente la función Fi (x), la función fálica que introduce el lenguaje. Por eso el goce que escribe en el discurso arriba a la derecha es fálico pero no sexual, no lo podemos llamar sexual porque no conecta con el otro sexo. Y arriba ala izquierda está el semblante para que se sostenga quienquiera de esos extraños animales que son presa de la palabra: los hombres, los seres hablantes podemos hacer semblante de hombre o de mujer, el hombre y la mujer aparentan, cada uno su rol. Dicho en otras palabras el hombre y la mujer solo son semblantes, sólo son roles, pero lo importante es que están definidos dos polos en el discurso, el goce en tanto que fálico y el semblante como parecer. El semblante I. S es el polo correlativo al obstáculo constituido por el goce fálico, goce que se articula al lenguaje S.R. Y Lacan, irónico, añade, “si hubiera en el hombre un goce específico de la polaridad sexual hombre -mujer, se sabría”.
Lo que se sabe es que en realidad cada uno, hombre o mujer, tiene más bien relación con Fi que con el otro, que con el partenaire. ….
No perdamos el hilo, volvamos al sentido..p.69 Para que algo tenga sentido en “el estado actual del pensamiento” tiene que plantearse como normal. No hay huella de norma alguna en el discurso antiguo, ¿Quién la introduce entonces la norma? Actualmente la norma proviene del Discurso Universitario, ese Discurso Universitario del que Lacan habló mal por las mejores razones alimenta al psicoanálisis en tanto promueve la norma bajo la forma de la doxa, de lo políticamente correcto se puede decir.
Después Lacan habla del sentido de los discursos y dice que en cada uno lo que cuenta es el genitivo objetivo, en el discurso del amo se habla del amo, el discurso histérico de la histeria, el de la universidad del universitario y el analítico habla del analista; el analista es el objeto a en el lugar del semblante, es causa del deseo para su analizante. Pasa a hablar de Gide, el escritor francés, y dice que el asunto de Gide era ser deseado, algo que solemos encontrar en la exploración analítica, hay personas a las que en la primera infancia les faltó ser deseadas y eso les empuja a hacer cosas para que eso les suceda en su adultez. “El deseo tiene una estrecha relación con el discurso y a eso se debe que yo haya logrado aislar la función del objeto a”. El objeto a es aquello que determina al ser hablante cuando éste está captado en un discurso. Él no lo sabe en absoluto, no sabe que está determinado por el objeto a en tanto que sujeto a—-$, en tanto que es presa del deseo. Esto el no lo sabe pero es lo que se capta en el discurso analítico, por eso Lacan dice aquí que el pudo aislar la función del objeto a en al análisis como aquello que determina el deseo dividiendo al sujeto.
Lo ilustraré con un ejemplo, una analizante le dice en una sesión a su analista: “voy a demostrarle a mi amiga que ella no es un hombre”. Lo ha dicho con energía con énfasis. Al instante oye a su analista decir también con énfasis: ¡lo logró!. El efecto sobre ella es de división subjetiva, ¿que logró?, ¿Qué es ser un hombre?, ¿qué es ser una mujer? En un instante ha pasado de la certeza que le daba su fantasma a la división subjetiva, ella le iba a demostrar algo a su amiga, se trataba del mostrar del dar a ver, la mirada estaba en juego en eso y el afecto que la inunda es el de vergüenza, ha sido cogida infraganti, ha sido vista en ese querer demostrar que sabe lo que es un hombre y lo que es una mujer, un saber que se viene abajo de inmediato mostrando que lo que está en juego es un plus de goce, un mostrar un dar a ver y que es en ese dar a ver en donde se sostenía su certeza fantasmática, la que le hacía creer saber lo que es ser una mujer. Bastó una interpretación que le daba la razón para que todo eso se viniera abajo y surgiera el objeto a-mirada que estaba determinando al sujeto como deseante, como presa del deseo.
Lacan vuelve al sentido y recomienza en el nivel del deseo (p.72) para ello toma como ejemplo un artista: Hay una zona del sentido bien iluminada por Leonardo Da Vinci que dejó algunos escritos y dijo profundas verdades, Leonardo dijo, como yo: ¡miren el muro!. Lacan habla en una capilla donde los muros están un poco sucios, si estuvieran mejor conservados quizá habría moho, pues bien si confiamos en Leonardo que haya una mancha de moho es una buena oportunidad para transfórmala en una madonna o en un atleta musculoso. En las paredes hay sombras y toda clase de cosas que se prestan a la figura, a la creación en el arte, la mancha en cuestión es lo figurativo mismo. Recordemos que en el Seminario XI le ha dado a la mancha el estatuto mismo de la mirada, de aquello que atrae nuestra mirada.
El moho sobre la pared y la escritura sobre el muro son del mismo orden. Hubo una época donde se escribían cartas de amor sobre los muros. Y Lacan hará un juego de palabras, un juego con la homofonía que hay en francés entre amour y mur inventa entonces mezclando ambas palabras, las cartas de amuro (amur), (amour-mur). Todo lo que allí se escribe refuerza el muro.
Lacan introduce el muro como un límite, detrás del muro está lo imposible, más allá del muro (del lenguaje), no hay más que lo real que es imposible de alcanzar.
El muro divide produce una escisión entre lo que está delante, la palabra y el lenguaje, el discurso y lo que está más allá del muro, el número en el que se basa la ciencia que encontró el medio para construirse detrás del muro gracias al número. Y el asunto es que es imposible dar el más mínimo sentido a lo que se articula en términos algebraicos o topológicos. Detrás del muro está el fuera de sentido. Delante del muro pasan otras cosas, lo que llamó discursos en los que se articula una ronda de cuatro elementos, S1, S2, $, a, . Estos elementos se desplazan por los cuatro lugares. El discurso es una forma de lazo social y es algo que no importa el lugar que ocupemos en él, el del amo, el esclavo, el producto o el del que sostiene todo el asunto, cualquiera sea el sitio que en él ocupemos, ¿jamás pescamos nada? (p.75), no pescamos nada del sentido.
El sentido, ¿de dónde surge? Partimos de la separación que hizo Saussure entre el significante y el significado, algo que ya habían hecho los estoicos. Lo importante no es que el significante y el significado se unan, ni que el significado sea lo que permite distinguir lo que el significante tiene de específico. Lo importante es que cuando enganchamos algo que puede parecerse a un sentido, el significado de un significante proviene siempre del lugar que ese mismo significante ocupa en otro discurso.
Esto es lo que nos enseña el discurso analítico. Pondré un ejemplo, una analizante empieza la frase usando la expresión ¡A mayores! Y sigue hablando. La detengo y le digo, ama-llores. A partir de ahí ella puede hablar del lugar fundamental que tiene en su deseo escuchar a un hombre que llora. Otro analizante que no sabe a qué dedicarse y ha pensado la posibilidad de trabajar de jardinero, es interrumpido por su analista que ha escuchado dejar-dinero. A partir de ahí el analizante va a encontrar un sentido muy diferente del que estaba queriendo decir.
“Quisiera al menos decir algo sobre el saber del analista, a condición de que no se queden solo con ello”. (p 75)
El saber del analista no es el de la ciencia. Lo más claro que se presenta es que un ser vivo no sabe siempre que hacer con sus órganos, esta es una revelación del lado embarazoso que tiene el falo, al respecto no podemos decir más que que hay una correlación entre ese embarazo que puede producir el falo y lo que se fomenta en la palabra. Lacan vuelve por sexta vez a decir la expresión “en el estado actual del pensamiento, tenemos el Discurso del analista, que cuando aceptamos entenderlo como lo que es, muestra estar vinculado con una curiosa adaptación, ya que en suma, si este asunto de la castración es cierto, quiere decir que en el hombre la castración es el medio de adaptación para la supervivencia.
Pero mientras tanto, (p.77) ¿qué quiere decir ese sentido qué aportamos? Ese sentido es enigma justamente por ser sentido. “Un océano de falsa ciencia”, expresión utilizada por su amigo Perelman, es quizá el saber del analista. Por qué no, ya que solo desde la perspectiva del discurso analítico se decanta que la ciencia no tiene sentido, y que cualquier sentido de discurso, por sostenerse a partir de otro discurso, no es nunca más que parcial.
Si la verdad nunca puede más que medio decirse, si este es el núcleo esencial del saber del psicoanalista, es porque en el lugar de la verdad se encuentra el saber, el mismo es entonces un saber que siempre debe ser puesto en tela de juicio.
Hay una cosa del análisis que por el contrario debe destacarse: que hay un saber que se extrae del sujeto mismo. En el lugar del polo del goce, el discurso analítico pone al $. Ese saber resulta del tropiezo, del acto fallido, del sueño, del trabajo del analizante. Este saber no es supuesto, es saber, saber caduco, sobras de saber. Esto es el incosnciente. Defino este saber como algo que solo puede plantearse a partir del goce del $.
Capítulo VI: TE PIDO QUE ME RECHACES LO QUE TE OFREZCO PORQUE NO ES ESO.
Lacan toma esta frase como una carta de a-mur-amuro. Y dice espero que para que se comprenda no haya necesidad de agregar nada.
Al escribir no es eso, C’est pas ça, comete un error porque incluye una “n” que no es necesaria, es decir que escribe c’est n’ est pas ça. Al introducir la partícula negativa expletiva “ne” se introduce en la frase la presencia del que enuncia la frase. Haría falta que el enunciador no estuviera aquí para que la enunciación fuera plena, nos dice Lacan, la enunciación plena es la que trasmite el ¡C’est pas ça!
Lacan está hablando de la diversión y de lo serio y dice que para él lo serio es lo que hace serie, a continuación pasa a hablar de la serie de los números enteros, serie que empieza en cero y sigue en 1, es la serie que se forma con n+1. No es tan fácil explicar el pasaje del cero al 1 pero es lo que él se propone este año circunscribir en su seminario “….o Peor”.
Lacan lo deja de lado y se pone a hablar de lo que les había aportado Jakobson quien les había hablado de un tal Boecio de Dacia que articuló las suposiciones: lo que evoca el sujeto supuesto por el significante. El significante representa al sujeto para otro significante, el sujeto que está entre significantes es un sujeto supuesto al significante. Esto es algo que Boecio de Dacia ya sabía. Él había tocado lalengua con sus suposiciones y esto tuvo consecuencias que no son divertidas, fue acusado de averroísmo. Sin embargo, hoy en día el análisis lingüístico forma parte de la investigación científica que es una búsqueda en la que no se trata de encontrar nada que perturbe al público. Lo serio aquí tiene que ver con las formaciones del inconsciente y Lacan analizará un lapsus que ha tenido y ustedes pueden leer el análisis que hace de él.
A continuación pasa a hablar del verbo y de las lenguas en las que se establece una relación binaria, decir: el hombre ama los perros, no es lo mismo que decir que: el hombre ama a los perros que se define por una relación ternaria. Con este análisis Lacan nos va a introducir en el análisis lingüístico de la frase: Yo te demando que me rechaces lo que yo te ofrezco. Es fundamental que el mensaje se distinga del locutor y del destinatario. En la frase: Yo te demando que me rechaces lo que yo te ofrezco, se trata de una Demanda en la que se distinguen tres elementos, yo te demando (primer verbo) ¿qué es lo que yo te demando? que rechaces (otro verbo), lo que te ofrezco (tercer verbo).
Pero el asunto no es aquí cómo surge el sentido sino ¿Cómo a partir de un nudo de sentido surge el objeto a?
De lo que no se puede hablar, habló Wittgenstein en una conferencia en la que no pronuncio palabra, de lo que se deduce que de lo que no se puede hablar es mejor callarse. Kojève decía lo mismo pero no se atenía a ello. Entonces Lacan dice lo siguiente: (p.86) Me parece que aquello de lo que no puede hablarse, es precisamente, lo que está en juego en el no es eso con el que designo lo que por sí solo motiva la Demanda de que me rechaces lo que te ofrezco. Este no es eso con el que nos tropezamos cada instante en nuestra existencia, tratemos de ver que quiere decir.
Pero si no es lo que yo te ofrezco (no es eso) y por eso te pido que lo rechaces, lo que yo te ofrezco no es lo que tu rechazas, entonces no he de pedírtelo. Y aquí eso también se corta en R. Con lo cual si yo no he de pedirte que lo rechaces, ¿Por qué te lo pido? Eso se corta también aquí en D. (Gráfica de p. 86)
La demanda- el rechazar y el ofrecer. Una primera tétrada yo te demando que rechaces. Hay una segunda: rechazar lo que yo te ofrezco. Quizá podemos ver el no es eso en la distancia que hay entre estos dos polos distintos: el de la Demanda y el de la oferta.
Lacan insiste sobre el rebote del no es eso lo que te ofrezco al no es eso lo que puedes rechazar, así como al no es eso lo que te demando.
Lacan desmonta cada uno de estos tres elementos del nudo que hay en la frase:
El “no es eso” está en los tres niveles del nudo:
1.-No es lo que te ofrezco lo que “no es eso”
Lo que no es eso quizá no es en absoluto lo que yo te ofrezco y a partir de ahí quizá tomamos mal las cosas. ¿Qué quiere decir que yo te ofrezco? De ningún modo quiere decir lo que yo te doy, tampoco quiere decir que tú lo tomes, lo que daría un sentido a rechazar. Cuando yo ofrezco algo lo hago con la esperanza de que tú me lo devuelvas y precisamente por eso existe el potlach que es lo imposible que hay en el ofrecer, es imposible que sea un don. En el potlach se trataba de obtener prestigio y lo que otorgaba el prestigio era la capacidad de regalar bienes excedentes, incluso destruyéndolos, los anfitriones llegaban a destruir la mayor parte de sus propiedades e incluso a quemar sus casas y se esperaba que el otro hiciera lo mismo si eran ellos los agraciados.
Si en el lo que de lo que te ofrezco ya no reside el no es eso, puesto que no se trata de un don, observemos lo que se obtiene del cuestionamiento del ofrecer en cuanto tal.
2.- No es lo que te demando lo que “no es eso”
Si lo que te pido que rechaces no es ya lo que te ofrezco, ya que el ofrecer no es un don, quitemos el ofrecer y veremos que la demanda y el rechazo pierden sentido, ¿qué significa demandar y rechazar?
3.- No es lo que debes rechazar lo que “no es eso”
Sucede exactamente lo mismo con ese nudo, yo te demando que rechaces lo que te ofrezco. Si retiramos el rechazo, ¿qué quiere decir la oferta de una demanda? Si retiran la demanda, rechazar la naturaleza de la oferta no significa nada. La cuestión que se nos plantea no es saber lo que ocurre con el no es eso que estaría en juego en cada uno de los niveles verbales, sino darnos cuenta de que es al desanudar cada uno de estos verbos del nudo que forma con los otros dos, como podemos encontrar lo que sucede con este efecto de sentido, al que denomino objeto a. Este objeto ceñido por este conjunto, yo te pido que rechaces lo que te ofrezco, porque no es eso. No es lo que te ofrezco lo que no es eso. No es tampoco lo que yo te pido, que no es eso, ni es eso lo que lo que tú debes rechazar. El no es eso está en el nudo de tres.
El nudo borromeo
Permite mostrar que demanda, rechazo y oferta, cada uno de ellos adquiere su sentido a partir de los otros dos. “No es eso”, lo que yo deseo. La demanda no puede situar lo tocante al objeto el deseo. Lo fundamental para el discurso analítico es que el discurso del analizante se funda justamente te demando que rechaces lo que te ofrezco, porque no es eso. Esta es la demanda fundamental del analizante, y la que el analista si no la toma en cuenta, hace que se vuelva cada vez más apremiante. La demanda que el analista satisface es el reconocimiento de esto: que lo que se demanda no es eso.
La carta de amuro- es una referencia al amor como dar lo que no se tiene. La demanda es equivalente a la palabra, desde que hablamos pedimos, sólo se puede demandar con el significante, la demanda de amor aquí evocada se hace con palabras, ¿Qué ofrezco en la demanda de amor? Lacan dice que lo que ofrezco está del lado del falo en tanto que imaginario. Cuando se toma del lado del dar, puesto que Lacan dice que “amar es dar lo que no se tiene” el ejemplo sería el del hombre rico que está dispuesto a darle a una mujer lo que tiene, pero no lo que no tiene, su tiempo. El que dispone de todo el tiempo puede darlo pero eso no es signo de amor. El amor es dar lo que no se tiene, nuestro colega Alexander Stevens que ha trabajado esta frase cuenta que una analizante suya que primero estuvo con un hombre rico que le ofrecía joyas pero que nunca tenía tiempo que dedicarle porque estaba siempre ocupado, dejó al hombre rico por otro que tenía tiempo porque estaba en paro, un hombre que no tenía dinero. Sin embargo, lo que para ella resultó extraordinario fue que después de algún tiempo juntos, él la invitó a pasar una noche juntos en uno de los hoteles más lujosos de Bruselas, el dio lo que no tenía.
Araceli Fuentes es psicoanalista en Madrid, docente del NUCEP y del ICF E. Analista Miembro de la ELP y miembro de la AMP.
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