Lectura y comentario del Seminario de Jacques Lacan, Libro XIX: “… O PEOR”, Cap. VI “Te demando que me rechaces lo que te ofrezco”.

Docente: Oscar Ventura
SCF Barcelona, 9 de abril de 2022

En primer lugar voy enmarcar mínimamente el seminario, seguramente ya han podido escuchar con los colegas que me antecedieron la puntuación de este momento de la enseñanza de Lacan. Tal vez podemos decir, que el conjunto de los seminarios que van desde el seminario XVI hasta el seminario XX constituyen una serie que inscribe un esfuerzo de reformulación de los conceptos que Lacan había desplegado en el transcurso de lo que llamamos  su primera enseñanza, empieza a percibirse una suerte de mutación conceptual y en este tiempo se aíslan cuestiones fundamentales, como el concepto de discurso, donde la dimensión de la estructura, también poco a poco comienza a debilitarse, en función de una clínica que comienza a ser pensada más allá del Edipo, etc.

Se reubica también el lugar del falo a partir de las formulas de la sexuación que Lacan comienza a precisar en este seminario, justamente a partir del próximo capítulo, el VII y que concluirán de formalizarse en el seminario XX. Y también toma consistencia la inexistencia de la relación sexual, probablemente este seminario es donde Lacan aísla y explica con más precisión el aforismo no hay relación sexual, los próximos capítulos despliegan esto de manera muy detallada.

Lacan, había enseñado en el conjunto de toda la primera parte de su enseñanza la primacía del Otro que se inscribía en el orden de la verdad y en el del deseo. Aquí va a desplegar, podemos decirlo así, la primacía del Uno en la dimensión de lo real. Este seminario es una objeción del dos de la relación sexual y también de la articulación significante S1-S2. Recusa al gran Otro, que era el pivote de la dialéctica del sujeto, le deniega la existencia y lo remite a la ficción. Y desvaloriza, hasta cierto punto, el deseo y promueve el goce.

Por otra parte, recusa también el ser, que al fin y al cabo no vendría a ser más que semblante. La doctrina del Uno, aquí está por encima de la ontología, es decir de la teoría del ser que tanto Lacan habría desarrollado con anterioridad.

En fin, en el transcurso amplio de estos seminarios nos vamos encontrando como Lacan va desplegando un campo que comienza a tomar distancia de los postulados de Freud, en beneficio de otorgarle otra dimensión a la experiencia analítica, es lo que a partir del seminario XVII, Lacan llamó el campo lacaniano, ya no se trata de tanto de los efectos de la lógica del significante, sino que es el goce lo que se va constituyendo como el núcleo fundamental, el hueso de la experiencia. Y efectivamente, en la última parte de la enseñanza asistimos a una reformulación, a una torsión de los conceptos clásicos, es una operación topológica que comienza con el capitulo que vamos a ver hoy, donde Lacan por primera vez expone el nudo borromeo. Las cosas ya no funcionan de la misma manera que antes. En el transcurso entonces de estos seminarios, a la manera de un laboratorio, las referencias de Lacan cambian y se interesa, para ir esclareciendo estas mutaciones, fundamentalmente en la lógica, las matemáticas y la topología del nudo, es en este conjunto entonces, donde el seminario 19 es una referencia que nos muestra como Lacan va construyendo las secuencias que un poco más tarde van a dar paso por ejemplo del síntoma, que vehiculiza el desciframiento y el sentido, al sinthome que más bien muestra un modo de funcionamiento y que excluye el sentido en beneficio de un saber hacer con lo irreductible del goce, que esta siempre encapsulado en el síntoma mismo. También del pasaje que va del sujeto del inconciente al parlêtre y que da cuenta de un cambio del estatuto mismo del inconsciente. El Otro ya no es el tesoro de los significantes, el discurso de Otro, sino más bien Lacan se inclina por reducido primero a un enjambre de significantes. Y que anticipa también el pasaje que va del inconciente a lalengua, escrita toda junta. Este concepto de lalangue permite aproximarnos a un punto que va más allá del inconsciente freudiano. Es un concepto que hace su aparición más conceptual en el seminario XX Encore que es, digamos el seminario que inaugura la última enseñanza. Pero aquí el concepto de lalangue también aparece en dos oportunidades en la pag.81 de este capitulo que nos toca y las páginas 110 y 111 en el cap. VIII “Lo que incumbe al Otro”. Son las aproximaciones que Lacan va delineando de esta enorme reformulación que tiene sus antecedentes en esta serie de seminarios.

Lo que Lacan aísla aquí es que la topología psicoanalítica del lenguaje, la de Lacan, comienza por una ubicación del lenguaje en relación a una cosa muy distinta que la gramática, esta topología remite fundamentalmente a una sexualidad fracasada, a la no relación sexual. Creo       que esa es la idea de Lacan, la que se le va imponiendo a partir de la clínica, en los hechos. La pregunta que conviene hacernos es: ¿Porque hablamos? Y podemos responder: hablamos a partir de que no hay relación sexual, esta es la tesis central de la cosa. Los seres hablantes carecemos de esa relación perfectamente organizada, repetida ciclo tras ciclo, etc, como en el mundo animal. La idea del lenguaje para Lacan y de su estructuración topológica digamos, está debida a que el lenguaje viene al lugar del fracaso sexual, esa es la tesis primordial de este conjunto de capítulos del seminario, de todo este apartado que estamos estudiando que J-A Miller le puso como titulo: “EL Otro: De la palabra a la sexualidad”.

Pienso también que esta transformación a la que asistimos en la última parte de la enseñanza de Lacan bajo ningún punto de vista invalida o anula lo que es la enseñanza anterior. Este es un hecho a tener en cuenta ya que a veces corremos el riesgo de introducirnos en esta última enseñanza de un modo precipitado. En realidad, por lo menos yo lo pienso de este modo, existe una solidaridad entre la última enseñanza y la anterior, una no es sin la otra. Tenemos que tener en cuenta también que estamos transitando aun la experiencia de una clínica a la otra. Y que es necesario verificar los modos de articulación, los efectos que vamos encontrando. No obstante lo que si podemos poner de relieve es que esta última clínica permite orientarnos muy bien en lo que son la presentación de los síntomas contemporáneos, permite una flexibilidad que la vuelve muy operativa para descifrar síntomas inéditos como pueden ser por ejemplo las problemáticas trans que tienen una articulación muy precisa con la cuestión de las identidades, como también síntomas que en la psicopatología clásica se presentaban de forma muy discreta y en un número más bien reducido de casos como las toxicomanías, las anorexias, los llamados trastornos del humor, en fin podemos hacer una lista de síntomas que hoy más bien se presentan como epidemias. Creo que es lícito decir que una nueva psicopatología se va imponiendo. Y que tenemos una herramienta nueva, que es la última enseñanza de Lacan para descifrar estos síntomas, para encontrarles una lógica y poder operar sobre ellos.

En la primera parte de su enseñanza Lacan privilegiaba el lenguaje ante la diversidad de las lenguas. En cambio, a partir de este seminario 19 y del próximo, el 20, empieza a privilegiar las lenguas en lugar de la estructura del lenguaje.

Nos encontramos ante un capitulo, en realidad con una serie de capítulos que forman una especie de tránsito, de bisagra en el conjunto del seminario, una especie de preparación para lo que vendrá en los capítulos posteriores, estos capítulos son la puerta de entrada a lo que será la hipótesis fuerte del seminario, ese hay del uno que Lacan aislará y desarrollará en todos los capítulos que siguen. Por el momento nos encontramos a Lacan dando vueltas sobre una variedad de cuestiones, pero en el capitulo VI hay dos que toman una relevancia importante respecto a ese tránsito hacía el campo  del Uno, que son una nueva conceptualización de la demanda y que tiene un alcance y una orientación clínica muy precisa. Y la presentación por primera vez del nudo borromeo, que implica un cambio muy importante, porque Lacan empieza a abandonar la lógica de la cadena, de lo que conocemos como la cadena significante en beneficio de la topología del nudo borromeo, hay una desplazamiento, para decirlo rápido, de la cadena al nudo.

Pero bueno, vamos por orden. Es un capitulo denso, difícil, con referencias a la lógica, a la lingüística, a las matemáticas, a la topología   Lacan da vueltas sobre cosas heterogéneas, es difícil concebir un hilo conductor, va y viene para explicar de distintas maneras la frase tan enigmática de Te demando que me rechaces lo que te ofrezco.

En el capitulo anterior había concluido con un impacto respecto a la verdad, todo lo que sabemos de la verdad es que puede medio decirse. Para concluir que el saber puesto en el lugar del S2 es un saber que siempre debe ser puesto en tela de juicio. Y para destacar que en el análisis, hay un saber que se extrae del sujeto mismo y que se sitúa en la lógica de lo que  es un modo de gozar, más que en el desciframiento significante. El discurso analítico pone el $ en el territorio del goce. Y el saber que se obtiene de allí resulta del tropiezo, del acto fallido, del sueño,-dice Lacan, del trabajo del analizante. Y este saber que se obtiene de allí es un saber caduco, obtenido por subrogación, un saber sobre los restos, para concluir con una hipótesis fuerte que cambia el estatuto del saber, el saber es algo que solo puede plantearse a partir del goce del sujeto y es un saber que solo puede articularse a partir de la pedida del goce, para saber algo sobre el goce, es necesario que se delaciones, que se pierda algo, que se instituya algún tipo de renuncia. Y es un saber completamente singular y relativo a cada analizante. Caduco, para Lacan, tiene el sentido de lo que queda como un resto. Podríamos decir que, en otro sentido, es caduco para todo lo que desarrolla el sujeto a nivel de sus ideales, de sus identificaciones, sean imaginarias o simbólicas. Hay un resto, que se le impone inconscientemente, y lo que se lee a través de sus síntomas y formaciones del inconsciente, nunca producen un cierre definitivo de la significación. No es caduco en el sentido de que no sirve más, sino en el sentido de un resto, más bien caduco respecto de los grandes ideales, a los saberes académicos, pero absolutamente vigente para cada cual.

Y tenemos entonces el capitulo 6 que se inicia con una frase inventada por Lacan, en la que trata de resumir el hueso de toda la palabra humana. El capítulo anterior era “Topología de la palabra”, uno a nivel de la palabra dice de todo, pero tal vez lo único que dice es “te pido que rechaces lo que te ofrezco”. Vamos a ver el interés que tiene, porque esa frase es la primera aproximación de Lacan al nudo borromeo y a una rectificación del concepto de demanda.

Entre sus diversiones dice Lacan, estaba la que hacía en Sainte Anne. Aquí ha vuelto a su seminario. Y menciona que inventó para divertirse la carta de amuro. Es como un witz, porque si lo pensamos con detenimiento en una carta de amor uno quiere llegar al otro, y que sea una carta que no pase el muro, que solo va a encontrar el objeto a como muro. Evocando eso, sitúa algo que vendría a ser la carta de amor por excelencia: Te pido que rechaces lo que te ofrezco. Por ejemplo, si escribimos “no estoy bien, porque creo que no fueron de tu agrado las palabras que te he dicho y sentí que no me amabas”, esto podría ser una carta de amor pero, ¿es verdadera? O está cubriendo lo verdadero, es una carta que se puede escribir. Esta frase de Lacan, sería como escribir una carta de amor que no sea mentirosa: Te pido que rechaces lo que te ofrezco. El otro, ya está enterado de que tiene que rechazar eso, porque se trata de algo que no es nada de eso, lo fundamental es que eso que se rechaza no está en las palabras. Por eso Lacan le agrega que a esta frase se la puede completar, que a una carta de amor, se le puede agregar: porque no es eso. Y a partir de ahí viene toda una aclaración. Sigamos a Lacan, en la lengua española nosotros no usamos ese ne que, usado en la negación en francés, es un rasgo que alude al sujeto que ha dicho eso. Hay un sujeto que enfatiza que no es eso. Lacan había hecho muchos análisis del uso de ese ne en francés que uno no lo puede traducir, es una especie de propiedad de la lengua francesa, también del catalán, que queda ahí un poco inaprensible para el castellano. Puede tener un sentido expresivo, expletivo, pero dice Lacan, que no tiene nada que ver con eso. Más bien, los podemos pensar como fragmentos, pequeños significantes en la lengua, que aluden al sujeto de la enunciación. No está acá, pero Lacan había analizado esto en varios seminarios. Para analizar eso de otra manera, tendríamos acá la fórmula: Te pido que rechaces lo que te ofrezco porque: no es eso. Si le ponemos un rasgo de enunciación, se podría creer que estoy frustrando al otro, que me quedo con algo que no le quiero dar, o que le advierto que lo que le doy no es eso. Pero, lo importante aquí es que eso viene determinado por la  estructura misma, el esfuerzo de Lacan aquí es que quiere eliminar un efecto de sujeto. No es que lo diga yo, como sujeto del enunciado, el no es eso, es un efecto de la estructura del ser parlante. Atañe a lógica misma del deseo también.

Comienza por esto, y dice que se divierte, pero, efectivamente, la diversión es seria. Y tenemos aquí explicitado algo que nos es familiar en Lacan y en nuestro discurso, Lacan, se tomó el trabajo de estudiar la palabra serio en distintas lenguas, no encontró nada que le resultase mejor. En castellano va bien el juego de palabras posible entre serio y serie. Para Lacan, solo es serio lo que hace serie. Y es así, en el sentido más usual, si uno hace las cosas una sola vez, hay como una especie de falta de seriedad, no se perpetúa la cosa en ele tiempo, no sería lo que no hace serie. Se puede tal vez ser talentoso, pero no se es serio, en el sentido de la serie, hay que perseverar para hacer una serie. Lo serio es hacer serie. Lacan está en eso, hay unos párrafos que postulan un problema que deja, pero que viene arrastrando de los capítulos anteriores.

El ejemplo paradigmático de donde viene la idea de la de serie, es la serie numérica, que aprendemos desde niños, primero una cosa después de la otra, una sucesión, y ahí se filtra 1, 2, 3, 4, 5. Eso es una serie, y eso es muy serio. Si no, los números, devendría algo aleatorio, sin una serie, por ejemplo, podríamos tal vez conocer el 7 , el 9, pero vivirlos en una dispersión completa y no se llega a captar que estén en serie. Así que Lacan se pregunta: ¿de dónde viene el milagro de que hagan una cadena de 0 y 1? No es solo el 1: es el 1 que se pone en fila, y eso es lo importante del problema. Para que se ponga en fila, algo del que está en un lugar tiene que pasar al siguiente. Tiene que haber alguna reacción, ya tiene que estar como el germen en algún elemento que tengo, como propiciando el que va a venir para poder decir que hay una relación entre el que vino y el anterior, y así se va armando la serie. Entonces, ¿qué piensan que es lo que pasa de un número al otro para que se arme la serie numérica? se pregunta.

Hay algo que rápidamente establecen los matemáticos y los lógicos para entender esto, es que, si uno sabe qué es lo que pasa del 0 al 1, ya está resuelto todo. Por supuesto. se puede decir que si por ejemplo ya sé cómo pasó del 100 al 101, tengo una clave, pero funciona retroactivamente y se hace la serie porque empezó desde el 0, porque si no, no podríamos llegar al 100, está todo en serie. Lo que se puede observar es que lo que pasa es siempre el mismo numero que tengo más uno. Y el siguiente es él más uno. ¿Pero cómo se pasa del 0 a 1 si es él más uno? Algo tendría que ser el cero. Si es uno más uno, me da dos, entonces ya no nos sirve. la serie comenzaría en 2. Hay un cero y a partir de ahí nacería el uno. Habría que distinguir: una cosa es el uno y otra cosa es el uno que vemos que define la serie. Acá tenemos que nace el uno, y al mismo tiempo nace como el plus que va a armar la serie. No solo nace, sino que me hace pasar del 0 al 1. Y ahora ya lo tengo, porque entonces repito la misma operación y tengo el armado de la serie. Es complicado, por lo menos para mi entender la lógica de la serie, que después uno utiliza todo el tiempo en la vida. Y no tenemos otro recurso que la serie numérica, el manejo del Uno. ¿Qué es lo que pasa del 0 al 1? Ahí dice Lacan que está la cuestión, el punto difícil. “Sin embargo, es lo que me he dado como objetivo para tratar de circunscribir…” Y dice “no lo voy a decir hoy”, y ahí aparece un agujero, un abismo, y lo deja. Lo importante para nosotros es que presentó ese tema. Lo que ya han visto en las clases anteriores del triángulo aritmético de Pascal, las referencias a Frege, todo eso va a estar destinado a discutir qué es lo que pasa, qué se puede cernir en ese paso del cero al uno.

Luego, hace un alto en el seminario, en función que estaba Jakobson presente, en París. Lo había invitado a que de una conferencia, parece que no pudo ser. Pero había dado otra, y que Lacan dice que le sorprendió algo de la conferencia que había dado Jakobson. Cuando se refiere a un momento escolástico, medieval, del que forma parte Boecio el Danés, no el famoso Boecio, sino otro. Y en este se interesa Jakobson. Fueron unos debates de varios autores, sin duda hay que ser muy erudito o un especialista para interesarse en eso. Entonces, fue un debate sobre la noción de ‘suposición’. Y eso interesaba mucho a los lingüistas, porque la suposición muestra bien cómo el lenguaje puede engendrar una cosa que no existe. Y esto creo que es el nudo de la cuestión. Lo discutían con el lenguaje y la lógica. Y había que andar con cierta precaución, porque esto podía conducirnos a que Dios es una suposición fabricada por el lenguaje. Y había que desplazarse rápidamente de este escenario y decir que “si el pensamiento humano es capaz de suponer la idea de algo perfecto, entonces eso perfecto existe”. Podríamos  suponer a Dios en su perfección, entonces existe. Ese fue uno de los argumentos de la existencia de Dios. La discusión es lo pensado creo, como se construyen cosas pensando, y lo interesante es que, en vez de ser el lenguaje un aparato que me permite dar cuenta del objeto real, conocerlo, etc., me permite inventar cosas que son meras suposiciones, en definitiva, el lenguaje produce cosas que no existen. Como a Dios no lo veo, si empiezo con este argumento, puedo empezar a sugerir que Dios puede ser una mera creación verbal y, por lo tanto, con un estatuto de suposición. Después de suponerlo, habría que ver si se consigue cómo probarlo, poder pasar de lo supuesto a lo expuesto. Que en esa época se juntara el término ‘suposición’ con consecuencias de herejía, etc., eso era lo que a Lacan lo sorprende de esta historia de Boecio el Danés, y que trae Jakobson en su conferencia, que tomaba la orientación de pensar el interés que eso tiene para las discusiones lingüísticas. Pero la conexión de esas dos cosas es lo que lo impactó a Lacan, que durante siglos, si uno tocaba la lengua, si se ponía a reflexionar sobre la lengua, había que hacerlo con mucho cuidado.  Cito a Lacan:

Lo que me sorprende es que, durante siglos, cuando se tocaba la lengua había que prestar atención. Hay una letra que solo aparece absolutamente al margen en la composición fonética, la h, que se pronuncia hache en francés [y en castellano]. No toquen la hache era lo prudente durante siglos cuando se tocaba la lengua. Porque se encontró que, cuando se tocaba la lengua, tenía efecto, un efecto que no era la diversión.
P. 81

La H suena igual que una letra, la más tonta, sin sonido, pero “no toquen la hache”, porque si uno le sustrae una hache a un texto en esos siglos, por ahí te cortaban la cabeza como si hubieran agarrado un hacha.

Sigo comentando un poco las paginas que van de la 81 a la 83, Lacan continua ese hilo entre lo serio y sensible que era reflexionar sobre la lengua en esos siglos, y el fin de todo eso, es que coincide en el momento en el que estudiar el lenguaje se vuelve universitario. Entra en los programas de investigación científica que sostienen las universidades. Y uno puede interrogarse, por qué el análisis lingüístico fue a parar ahí. Porque ahí en el discurso universitario, todo se vuelve investigación, y nada se vuelve encuentro  podríamos decir. Es decir, nada tiene que aparecer que produzca algún tipo de despertar. Esa es la gran contraposición que hace, desde el ejemplo de “no toques la hache”, a ahora todo está permitido y abierto en el plano de lo que sea investigación, se puede tocar la h, digamos pero sin consecuencias. Y, entonces da un ejemplo, porque le propusieron ser una especie de aval que pide un investigador de la universidad. Es probable que quisieran conseguir la firma del psiquiatra prestigioso, porque iba a ser una investigación sobre el miedo, financiada por un Comité de Investigación Científica sobre las armas. Creo que estos párrafos son muy importantes para poder apreciar la lógica del discurso universitario. Y Lacan ve que lo esencial es que el investigador se consigue una financiación para la investigación que le permite unos desplazamientos, por aquí por allí, muy típico de la academia. Se ríe un poco de eso, y después dice lo tachó todo, había escrito algo en inglés y comete un lapsus, porque quería decir “estoy soplado, impactado, de admiración por su investigación”, y después le puso una cruz a todo. Pero, en vez de salirle “I’m blowed over”, puso ‘bowled’, que sería que él está boleado, en el sentido que se dice bolear, en el juego de los bolos. Así que se imagina que es a él que le pegó algo y él estaba entre el juegos de bolos y fue boleado. Quiere decir que fue un lapsus, favorecido, es verdad,  por un desconocimiento de un detalle (es otra lengua que la de él) entre los pasados que se forman con ‘ed’ y los irregulares, y no era ‘bowled’ sino ‘blowed’. Y dice Lacan “esto es serio para mí”, serio es hacer siempre serie con los fallidos. Hay que reconocer que Lacan fue muy serio en eso. Nunca conviene saltearse un equivoco, es necesario poner interés en cada fallido. Esto, luego se lo mandó a un alumno, que sabe mejor inglés, y se lo corrigió, pero lo asume como un lapsus.

Y, a su vez, empieza a decir cosas de lo que él piensa sobre el lenguaje, cosas que siempre hizo evocando a Jakobson, aunque utilice a Jakobson, dice cosas a partir de Jakobson pero que a veces no están en Jakobson y que no es ni visto ni aceptado en la lingüística propiamente dicha, sino cosas que las piensa desde psicoanálisis, la lingüistería. Y entonces, evoca luego la discusión de Platón en el Cratilo, sobre si las palabras representan a las cosas o no. Por supuesto, en este punto se impone un nominalismo, porque nada hay de pluma en esta pluma. Hay que pensar que cuando se pretende afirmar por ejemplo, que el lenguaje tal vez surgió por onomatopeyas, eso podría ser si uno dice que el objeto se llama ‘miau miau’, pero el objeto que hace “miau miau” más o menos, es un gato, o que una caída de líquido se llame ‘splash’. Pero cuando uno observa una lengua y los términos, salvo esas onomatopeyas, las cosas se presentan como no teniendo nada que ver con el objeto. Platón, en esa discusión, no consentía a esa especie de convencionalismo total del lenguaje, más bien pensaba que tenía una relación con lo real. Lacan en eso es realista, pero no a nivel de la definición del objeto, sino más bien por trazos, marcas, seguramente de goce. Así que siempre se tomaba este tipo de cosas muy enserio, sí, es un lapsus, pero no debe ser azaroso que ‘bowl’ y ‘blow’ hayan ido a parar a decir ‘bola’ y ‘soplar’, con la expresión ‘estoy soplado’ para decir ‘estoy boleado’. Siempre insistimos en que nunca hay que tomar como azarosos los juegos de palabras que se hacen en la lengua misma, porque esos nexos aluden a que tocan algo real, algo del goce a atrapar, porque al fin de cuentas es algo en el cuerpo lo que quiere decir ‘me boleó’ o ‘quedé soplado’, es un efecto en el cuerpo que probablemente sintió Lacan cuando vio el lado banal de la investigación universitaria. Esas son sus certezas, así que acá nos da un ejemplo. Dice “no sé qué van a pensar uds. pero para mí esto es serio.” Sería azaroso porque en la sonoridad blowbowl debe haber una marca en el cuerpo, para él, pero en la lengua también. Él vivió ese lapsus, pero seguramente lo que quiere decir es que esto está favorecido porque no es azaroso que un término fue a parar a decir tal cosa y el otro tal otra, hay un parentesco entre eso y es por el equivoco significante, por similcadencia. En un análisis, en el saber que deposita el analizante, se puede verificar cómo ciertos fragmentos de significantes, con una letra más o menos, una coma más o menos, invertidas, desplazadas, suprimidas etc., hacen a una serie de términos claves en la vida de un sujeto. Pero decimos que son clave porque llevan consigo una carga de goce. Es decir, no han llegado al alma con sus sentidos, muestran su eficacia en el cuerpo. Lo serio en un análisis es localizar las conexiones, pero aquellas de las que se verifica su alcance en el cuerpo. Cuando se consigue decir algo de este tipo, cuando el lenguaje toca el cuerpo, eso produce inquietud, asombro, eso cambia las cosas. Ya no vuelven a ser como antes.

A partir de aquí, situándose en estas cuestiones que conciernen a la lengua, Lacan nos va a hacer reflexionar sobre el verbo, y toda esa reflexión sobre el verbo va a estar ligada a un análisis sobre la frase que hace del título del capitulo. Y es donde se insinúa la idea de que habría que enfocar la cosa de otro modo, porque lo que parece esencial del significante en el lenguaje es cómo puede ser que anude. Por eso, va a concluir en una relación del nudo borromeo con esa frase, que, a nivel de verbo, es muy complicada, realmente les tengo que confesar que no se si he comprendido bien todo este desarrollo sobre los verbos. Pero bueno vamos poco a poco De entrada, dice Lacan en la frase nos encontramos con tres verbos: te pido / que rechaces / lo que te ofrezco. Es una relación y va a empezar a estudiar esta cuestión, y cómo cada una de las tres no se entiende sin la otra.

p. 83

A partir de la pag.83 hay un recorrido brevísimo, es una discusión sobre los verbos, transitivos, intransitivos. Lacan aquí toma una terminología un poco más lingüística, gramatical. Voy a tratar de resumir , por lo menos lo que yo he podido captar de todo esto. Lacan dice que, en vez de usar esos términos, transitivos, intransitivos, que en muchos casos se vuelven equívocos, va a definir los verbos a partir de los que establecen una relación binaria, y que los va a distinguir de los que establecen una relación ternaria. En la relación binaria hay un agente, el verbo de la acción, que se realiza sobre un objeto. Si solo hay eso, es binaria. Entonces, empieza a decir que esto es muy diferente según las lenguas, y, en este caso, el francés, parece a Lacan no convencerlo mucho, lo cito: “Amar a alguien eso a mi siempre me encantó. Quiero decir que lamento hablar una lengua en la que decimos amo una mujer como se dice: golpeo una mujer” . Por ejemplo en francés el verbo aimer suena más del lado del ‘gustar’, like, como pone para distinguirlo. En francés, el ‘me gusta’ del Facebook es j’aime. Pero, si uno forzara la cosa, y dice entonces de manera binaria, “amo un perro”, sonaría como ‘me gusta’. Habría que decir “amo a un perro” no “amo un perro”. Eso daría más el sentido de que realmente lo amo, no que simplemente me gusta. Pero seria como algo más forzado. Y, especialmente, no se usa cuando no se trata de un perro, sino, por ejemplo, cuando un hombre se dirige a una mujer. Eso es lo que dice Lacan que “amo una mujer” se dice de la misma manera en que puedo decir “le pego”, para ver cómo el verbo, en una relación binaria, define al otro como un objeto, no como un sujeto, no hay ningún matiz de reconocerlo como sujeto. Esto en francés, no nos va en castellano. Y sin que por eso garanticemos la distinción, porque es verdad que en español decimos “amo a una mujer”, pero también decimos “le pego a una mujer”. Dice que, en francés, haciendo el esfuerzo de “amar a una mujer”, eso le parecería más congruente. Y, estando en eso, nos recuerda otro fallido. Cita este lapsus de género propio en la frase “no sabrás nunca cuánto te amé”, que en francés la escribe como si fuese masculino en vez de femenino, sin poner la e al final. Lo deja ahí, pero dice que seguramente esta dificultad debe tener que ver con esto que siente, de que no puede expresar el amor en francés sin que caiga en algo binario, sin hacer del otro un puro objeto. Lacan tampoco nos explica cómo enlazó las dos cosas. Es algo personal nos dice y lo deja ahí.

Sin embargo, pienso que en el ejemplo del “te amo”, podemos aprender algunas cosas. Allí está implícitos los esfuerzos de Lacan, de toda una época de su enseñanza, para hacer reconocer que el amor verdaderamente apunta al ser del otro y que le iría mucho mejor un verbo ‘amar’ que funcionase mas bien de manera ternaria, pero que en francés se hace del otro un objeto y eso le molesta. Evoca excesivamente un amor que hace del otro el objeto a – te mutilo. O sea que “te pego” sería inherente a “te amo” cuando la relación es binaria. Un amor totalmente articulado al objeto a. Y esto no es que sea falso, es una doctrina psicoanalítica que explica muchas cosas sobre el amor y sus locuras. Todos los esfuerzos que se hacen para pensar por ejemplo que el verdadero amor es el que reconoce el otro la diferencia, etc., es un esfuerzo por ver si se podría hacer algo ternario. Porque uno le dice a una mujer “te amo” y la puede convertir inmediatamente en un objeto parcial, es de lo más frecuente, un amor a la medida del goce del fantasma. Esa creo es la dirección que le molesta a Lacan, y que la lengua francesa favorece al hacer tan binario el verbo ‘amar’.

Luego pasa a ofrecernos los ejemplos de relaciones ternarias, de los cuales uno clarísimo y que siempre se da como ejemplo, es el verbo ‘dar’. A diferencia de ‘amar’, que es binario y cuesta mucho hacerlo ternario, con ‘dar’ tienes que decir a quién y qué cosa. Eso es una relación ternaria. El verbo establece una relación al objeto y otra al sujeto. El “te” de “te doy” que hay que poner, es que reconozco al otro como sujeto y por ejemplo en  “te doy” una chuchería ( aquí el verbo también hace relación con un objeto). Y Lacan continua con esto.

pp. 83-84-85, 86

A diferencia de la relación binaria, que le permite hacer de paso esa discusión sobre el amor más el fallido, Lacan ahora define la ternaria, para decirnos inmediatamente que todo el asunto reside en la frase que ha inventado. “Te pido que rechaces lo que te ofrezco: porque no es eso”, para indicar que acá que son tres verbos: pedir, rechazar, ofrecer, y los tres son ternarios. Por eso, está el ‘yo’, ‘te’ y el me”. “Yo te pido que me rechaces lo que a ti te ofrezco”. Y que es lo importante aquí: Hay un objeto, pero lo fundamental es que no sabemos cuál es, y que es el mismo en los tres verbos. En los tres hay un juego de relación ternaria. Son como tres relaciones ternarias enganchadas y un objeto en el medio, una x, una incógnita a la que se refieren los verbos como objeto. Nos aclara eso y señala que “aquí la distinción entre la relación binaria y la ternaria es esencial”. Y el objeto del verbo está innominado, esta es la cuestión fundamental, no tenso la mejor idea de que objeto se trata.

No olvidemos que todo esto está vinculado a una conferencia que Jakobson no les dio y entonces él les va a decir algo más, pero hace una especie de lingüistería, o sea, en qué medida y porque le interesan a un psicoanalista los problemas del lenguaje, se empieza a ver como Lacan encuentra muchas limitaciones en la lingüística.

Entonces, acá Lacan toma distancia del modelo llamado “de la comunicación” (que, por supuesto, Jakobson había usado mucho), que trata de entender el acto comunicacional con los términos de emisor, receptor (acá ‘destinatario’ y ‘destinador’) y de mensaje; y el argumento es que, si bien se dice que se necesita un código para entender, eso ignora justamente las sutilezas de cómo se define al receptor, y esto tiene que ver según la manera en que se habla, no hay ningún reconocimiento de él receptor como un sujeto, y también la puede haber. En el “yo te pido que…”, está siempre esa relación ternaria explicitada. Eso está en la gramática, y por eso hace el argumento de que la gramática suele ser, de por sí, siempre más compleja de lo que pensamos, con más variantes que lo que uno se imagina que está situado en el código. O tal vez habría que decir que, en las lenguas, la gramática forma parte del código. Esa era una posición de Jakobson que a Lacan le gustaba, que la gramática no es una pura sintaxis. Y, en última instancia aparece siempre ese imposible que es eliminar la gramática totalmente del plano del sentido. Pero hay que tener en cuenta que si me expreso de una manera binaria, hay un matiz de sentido muy distinto que si empleo una fórmula ternaria. Y eso es solamente una distinción gramatical. Pero la distinción gramatical afecta el sentido. Y Jakobson había llevado muy lejos eso en el análisis de la poesía, de los efectos de la poesía. Y todo eso afecta el sentido y es solamente gramatical, poner solamente primero el sustantivo y luego decir qué es lo que hay ahí, y repetir la misma fórmula y no invertirla. En la poesía, los poetas usan muchísimo toda esa disposición puramente gramatical, y eso produce toda suerte de efectos de sentido. La división que se hace, entonces, que es la que domina hoy en día, es que el estudio de la semántica es el estudio de los efectos del sentido, y la gramática, en cambio, estudia un orden sin absolutamente ningún sentido (puede ser sujeto-verbo-predicado, o predicado-verbo-sujeto). Jakobson decía que, según qué orden dé, el poeta está sumamente atento a ver qué consigue repitiendo un orden, variándolo repentinamente, etc., todo esto tiene que ver con un aspecto posicional, que pareciera bastante sencillo. Pero, si nos sumergimos en la experiencia analítica, cualquier ejemplo de palabra del analizante, nos va a introducir en complejidades que no están vistas en un modelo de comunicación ni en una división entre semántica, sintáctica y pragmática. Esto es un buen antecedente para pensar el concepto de lalangue con muchas precisión. Es tal vez por esta cuestión que en el capítulo cuando dice la lengua, la dice toda junta, lalangue, la escribe de esta manera  p. 85

Y continúa Lacan. A diferencia del ejemplo (que también es ternario) “el hombre le da al perro una caricia en la frente”, la cosa a la que se refiere ‘dar’ es una caricia. Pero, es distinto en el “yo te demando que rechaces”, lo que va a hacer de objeto de un verbo, “te pido”, es no te pido algo, no te  demando una caricia, te demando ‘rechazar’, que vuelve a ser un verbo. Para que se vea mejor la complejidad de cómo se va construyendo todo esto, reemplaza la frase por un modelo matemático a partir de la función proposicional. Lo que está en la función es el verbo, y pone entre paréntesis quién soporta el valor de ese verbo. Todo esto está en la Pag. 85. Si pongo: Fdemandar (x,y), ya tengo que colocar dos cosas, porque es ternario, no es “pido un zumo de naranja”, es “te” pido”, “yo te”. Entonces acá tenemos que escribir dos cosas que están en juego en eso: lo que sería el sujeto y mi manera de referirme al otro, que lo reconozco como sujeto también. Luego las cosas se van complicando partir de cada uno de los verbos que están en la frase, son todas las formulas que están en esta página. En fin, al final de todo el desarrollo de las formulas que Lacan matematiza sobre la frase “te pido que rechaces lo que te ofrezco”. Recién al final vemos adonde nos quiere conducir Lacan. Lo cito:

Los conduzco a esto: la cuestión es saber, no cómo surge el sentido, sino cómo a partir de un nudo de sentido surge el objeto, el objeto mismo -y para nombrarlo, ya que lo nombré como pude-, el objeto a.
p. 85

Esta es la frase. Nos dice a qué nos conduce. Había tanta pregunta, que fuimos siguiendo, sobre cómo surge el sentido a lo largo de los capítulos anteriores, de dónde surge el sentido, y toda una serie de consideraciones sobre eso, y acá dice que no es lo que más le interesa, que no es el verdadero tema. Y utiliza repentinamente la palabra ‘nudo’. Entonces, el verdadero problema no es cómo surge el sentido sino cómo, diciendo sentidos, estos sentidos se anudan de tal manera que se produzca en mi frase el objeto, ese que llama objeto a. Es decir, a partir de frases que implican sentidos diferentes, emerge un objeto, un objeto que no esta en ninguna de las frases.

Podemos recordar aquí referencias anteriores de Lacan. El objeto a en Lacan no es la teoría del noúmeno, de un objeto no visible que está en el mundo, más allá de las apariencias, etc., sino que lo curioso, lo inédito aquí , como dice Lacan, es un objeto tramado por el efecto del lenguaje como tal. Es verdad que, dentro del lenguaje, este objeto está un poco dentro y un poco afuera, porque no es un significante, pero es el significante que lo produce en un lugar vacío.

Hay en Lacan muchas elucubraciones sobre la construcción del objeto a, pero acá hay un giro. Hay un corte fuerte, una nueva perspectiva. A ver si lo puedo explicar, porque en el capitulo todo está todo muy condensado, hay que intuir muchas cosas, es la primera vez que Lacan empieza a desarrollar esta lógica en donde articula objeto a y nudo a partir de la demanda.

Por ejemplo, podemos partir de la idea freudiana, que Lacan formaliza a partir de la lógica del significante, cuando Lacan nos dice que el significante muerde la carne, la mortifica, esto tiene su antecedente freudiano en el objeto freudiano que está perdido para siempre a partir de la experiencia de satisfacción, la alucinación desiderativa que Freud establece al comienzo.  EL significante entonces introduce una perdida original y cuando el significante produce está perdida, a partir de esta perdida inaugural, entonces se articula la repetición, bajo está lógica de la perdida entonces hablamos para de alguna manera volver a encontrar al objeto. Cuando el significante , hace perder algo, seguimos a Freud, el significante se va a repetir, y hablamos y hablamos persiguiendo esa falta, esa ausencia, que no es un ni un objeto distintivo ni un objeto del mundo exterior, sino un objeto producido por el mismo efecto del lenguaje, alucinatorio inclusive. Todos esos planteos, válidos en su dominio, acá cambian de punto de pista, porque aparece la idea de que el objeto se vendría a constituir, sí, en la palabra, pero cuando en esta palabra se realiza un nudo, que es una idea muy distinta a la de perseguir al significante puesto en serie. Por supuesto, podríamos decir que ningún neurótico, ni nadie vive el objeto a como un nudo. Todos más bien lo vivimos como la zanahoria que hay que perseguir. Pero eso es un efecto del deseo, y no es propiamente la estructura como tal del objeto a. Esta idea aparece por primera vez en este capítulo.

Para intuir un poco la cosa, volvamos al ejemplo de esa especie de hablar, que tiene un sentido que se desliza, metonímico y que nos va inquietando, porque no se termina de decir lo que se tiene que decir. Esto nos daría un ejemplo de una producción de sentido que no se anuda. Y cuando decimos por fin lo has dicho, cuando se cierra algo, lo que gramaticalmente es un punto o se completó la frase, todos esos enigmas de la metonimia se detienen y eso ocurre aquí cuando se consiguió articular el objeto. Es el ejemplo que da Lacan cuando al final dice “porque no es eso”. “Te pido que rechaces lo que te ofrezco”, y cuando se completó eso bajo el no es eso. Trata de mostrar que es una relación complicada de a tres, pero de a tres en tres. Y dice que ya no le importa tanto el problema de la producción del sentido, sino que el tema es cómo puede ser que, produciendo sentidos, va a producirse el objeto. Y ahí viene la palabra ‘nudo’. ¿Cómo con un nudo de sentido surge el objeto? y lo anuda todo. El objeto como tal en psicoanálisis, el que dice que nombró como pudo, objeto a.

Un nudo de sentido quiere decir “cuando los sentidos se anuden”, es un poco tautológico, bien porque se pueden tener deshilachados. Cuando están deslichados, por ejemplo cuando un analizante empezó a decir esto y después lo otro, uno no sabe de qué habla. Escuchamos casos así, casos de histerias, y de psicosis, etc … Todo eso que se ha elaborado en el sentido de que me falta la frase principal, me falta el punto de capitón, esto no cierra. Son todas expresiones que, si bien no está mal que se concluya con lo que se quiere decir. Sin embargo todo eso ahora es anudamiento, y estrictamente referido a que nos parece que por fin el lenguaje amarró algo simplemente cuando logró armar un nudo cuyo centro es el objeto a.

A partir de esto, entonces vamos a introducir la cuestión de la demanda. Por supuesto, lo sabemos de que el lenguaje, para el psicoanálisis, se usa para demandar, hablar es desplegar una demanda. Así que si quisiéramos hacer una reducción brutal de esta frase, podríamos decir: todos mis ‘te demando’, todas mis demandas están bien articuladas, entonces “rechaza lo que te ofrezco”, esa sería mi verdadera demanda. Y, aparte, lo que tengo para ofrecerte, no es eso, y no sabemos lo que es. Y a partir de aquí, ya no nos engañamos más, está bien articulado el objeto, anudado en esa frase. Ese es el valor de la noción que Lacan da al objeto a en este capítulo.

Lacan con respecto a la demanda había comenzado con lo que todos sabemos (lo vamos a ver en el comentario de Natalí) no hay que responder a la demanda, el analista no debe satisfacer la demanda, y Lacan explica por que, que utilidad tiene eso en la clínica. También merecería un comentario la frase “toda demanda es demanda de amor”, pero lo podemos dejar, si surge para la conversación. A partir de este capitulo no es que el analista rechace la demanda, que no la satisfaga, que no responda, sino que, en realidad, es el analizante que está diciendo “por favor, te pido que rechaces lo que te estoy diciendo, no te tomes literalmente todo lo que te ofrezco”. ¿Y por qué? Porque se trata de otra cosa, no sé cuál es, pero no es eso. Y, en cualquiera de los términos en que fallen con esto, dice Lacan al final del capitulo, decimos que ha habido un tropiezo, que ha fallado ahí lo analítico propiamente dicho.

Estas páginas muestran que, Lacan, reflexionando otra vez sobre el  lenguaje, y casi en los términos más lingüísticos, a partir de cómo funciona un verbo por ejemplo, vemos como en el despliegue de la lengua misma, en cualquiera de ellas, con su gramática, sitúa por primera vez el nudo borromeo para dar cuenta, que en el lenguaje, al hablar, se pone en juego o no la constitución del objeto. Y vemos, que este ‘pedir’, esta demanda no se sostiene si no se dice qué cosa. Por ejemplo, que se rechace, el segundo verbo, es totalmente fundamental para que se sostenga la demanda. Pero si digo ‘rechazar’ no se sostiene solo, y tampoco con el ‘demandar’. Si te digo “te pido que rechaces”, tampoco funciona la cosa. Necesito otro verbo más, ‘ofrecer’, “lo que te ofrezco”, y recién ahí si. Pero no se dice nada sobre el objeto. Incluso al explicitar el momento diciendo “no es eso”, tampoco se nombra, simplemente se elimina, es decir, no hay nada en este objeto, nada que se pueda significantizar, no hay nada simbólico ni imaginario en ese objeto, pero es este objeto el que anuda los lazos. Otra manera de pensar esto, si nos ponemos en la perspectiva del conjunto de la enseñanza de Lacan, vemos que hay aquí un salto, el concepto de cadena, de cadena significante, si bien es operativo para pensar las cosas, inclusive clínicamente es tributario de todo el campo de la palabra y del lenguaje y no habría porque eliminar eso por supuesto. Sin embargo, aquí es como que cadena no alcanza para pensar este tipo de nudo, el borromeo, que Lacan explícita aquí por primera vez y que es un nudo muy especial, como el mismo dice. Porque ya ven por ejemplo, que si se sustrae uno de los verbos, se deshace todo, y no se logra sostener por una relación binaria, como en la cadena significante S1-S2. Cada binario solo se sostiene por el tercero, pero, cuando voy al tercero, tampoco se sostiene sino porque otro hace de tercero. Son algunos ejemplos de lo mucho que uno podría meditar sobre esta frase en la que Lacan introduce el nudo borromeo.

Por ejemplo esto se puede percibir con precisión en la clínica infantil . tomo el caso de una colega que tiene en análisis un niño de 7 años que, cada vez que relata una escena de fantasmas, o donde hay algo que le causa miedo, se abraza a la analista y le dice: no, es un chiste, ¡no te creas creer todo lo que te cuento!”. Me hacía pensar en esto que, no era ella, la analista la que rechaza lo que él niño le demanda o me ofrece, es él quien ya había dado antes el paso en la frase: cuidado, “no vas a creer todo lo que cuento”.

Seguramente, los pacientes hacen muchas cosas tratando de que el analista no se engañe, hay que estar atento a eso. Hay formas plurales de “porque no es eso” que no se dicen, o se actúan de distintas maneras, y que es como una guía, porque existe la inquietud en el analizante de que esté engañando a su analista, siempre el analizante, como el artista va por delante del analista. Hay que hacer un esfuerzo para captar estos momentos fundamentales en que el sujeto va orientado al analista de la buena manera, cada vez que en la enunciación analizante surge, un no es eso. En esa frase que dice el niño, se ve bien que tiene el poder de deshacer muchos binarios, realiza un poco, podemos decir de anudamiento no-todo. Lacan, si bien está introduciendo el no-todo como una fórmula para entender la sexuación, también nos invita a pensar que el nudo ofrece esta característica no-toda, por la cual ninguno de los tres redondeles de cuerda puede arrogarse una primacía en nada. Nadie puede ser todo si el nudo es borromeo, ni todo simbólico, ni todo real, ni todo imaginario. Bien, me detengo aquí, Me faltan algunas cosas como tomar la referencia a Wittgenstein. 85-86 y los esquemas que siguen. Pero Me parece que sería el momento apropiado de hacer escuchar la referencia que hemos escogido para la clase de hoy, a partir de esta cuestión crucial que es la forma en que se despliega la demanda. Para poder reflexionar sobre como Lacan trataba la demanda en un texto clásico, “La dirección de la cura… Y ver si podemos captar cual es la diferencia, que es lo que cambia y lo que no respecto a la concepción de la demanda que Lacan tenía en la dirección de la cura y la que tiene en este capítulo del seminario. Entonces le doy la palabra a Natali Boghossian. No sé si tendremos tiempo para más, en todo caso continuamos en la conversación.

Oscar Ventura