CICLO “CITA CON LA PRÁCTICA ANALÍTICA HOY”

Conferencia  Los nudos del amor por Ana Ruth Najles

Sección Clínica de Madrid (Nucep)

20 de enero de 2023

“… hemos de comenzar a amar para no enfermar y enfermamos cuando una prohibición interior o exterior nos impide amar.”
Freud, Introducción al narcisismo

Preludio

Para comenzar, es necesario sacarnos de la cabeza el binarismo que rigió la mayor parte de la enseñanza de Lacan- neurosis /psicosis, histeria /obsesión, síntoma /fantasma, hombre /mujer- para pasar a la práctica regida por la ultimísima enseñanza de Lacan, en la que él abandona dicho binarismo para situar la práctica analítica a partir del unarismo del goce, que lo conduce al más allá de la sexuación.

Se pasa así de la clínica del sujeto a la del parlêtre, de la preeminencia del lenguaje a la de lalengua, de la clínica de los síntomas a la del sinthome, que remite al cuerpo que se goza solo, y que se centra por fuera de cualquier universal en la singularidad del goce de cada parlêtre.

Es así que Lacan se interroga por aquello que hace lazo entre esos seres hablantes cuyos cuerpos gozan de manera autista. Y si bien él siempre pensó ese lazo, con Freud, por la vía del amor, ya no se trata aquí del amor narcisista que no saca a nadie de sí mismo sino de un ‘nuevo amor’.

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

La pregunta a la que Lacan intenta responder, por la vertiente del nuevo amor más allá del narcisismo, es la de cómo es posible hacer lazos -amorosos- con otros cuerpos parlantes, es decir, gozantes.

Y la respuesta que da Lacan en su última enseñanza se sitúa en la vía de los nudos del amor y la contingencia del encuentro, que retomaremos.

Como lo afirma Miller[i], hay algo del amor que desfallece cuando es confrontado con el goce. Señalando que la perspectiva que toma el Seminario XX de Lacan es la de la pulsión, como profundamente autoerótica, ya que se satisface rodeando al objeto a -objeto topológico, vacío-, cerrándose sobre sí misma.

Es por eso que Miller afirma que en Encore Lacan intenta poner en función el amor como aquello que establece conexión con el Otro. Por eso se trata de un amor pensado a nivel de lo real, de lo real de la pulsión.

Ya en el seminario X, el amor se postula como la mediación que permite al goce autoerótico ser vehiculizado en la dialéctica del deseo, razón por la cual Lacan habla en ese seminario del objeto a como objeto causa del deseo -real-, desplazando al amor de lo imaginario y lo simbólico a lo real.

Teniendo en cuenta la diferencia entre los goces, Lacan sitúa en el Seminario XX que el que se ubica como hombre se encuentra en posición de amar como a sí mismo aquello que para él soporta la función del falo. Es decir que está ligado al objeto pulsional -complemento de goce- por la vía del fantasma. El acto de amor del lado macho es la perversión polimorfa del macho. Ya que el macho sigue encadenado a lo auto-erótico de la pulsión.

Mientras que del lado femenino, y siguiendo a Freud en su planteo de ‘Inhibición, síntoma y angustia’, de que la castración en la mujer puede tomar la figura de la pérdida de amor, Lacan ubica el ‘amarás al Otro como a ti mismo’ y hasta ‘amarás al Otro más que a ti mismo’. Con este planteo Lacan intenta superar la imposibilidad del amor al prójimo de la que hablaba, anteriormente, con Freud. Se trata, entonces, del amor a lo Otro y no a lo mismo. Esto implica que se ama en posición femenina o no se ama.

El amor en este seminario XX es mucho más que el amor narcisista, ya que, del lado femenino, el goce que le es propio está, de manera fundamental e irreductible, ligado al Otro, ligado al amor del Otro. Y esto bajo la forma de S(A/). Es por eso mucho más independiente de la exigencia pulsional, y es de este lado donde la demanda de amor -vale decir la demanda de la palabra de amor- se hace oír, no sólo en la clínica, con su insistencia inquebrantable.

La perspectiva novedosa que Lacan abre con Encore, y que da inicio a su últimísima enseñanza, es que el goce ya no aparece como resto de la significantización sino que el goce está en todas partes, a partir de situar al lenguaje mismo como aparato de goce, es decir como aquello que tiene primariamente -por lalangue– un efecto de goce antes que un efecto de significado.

Ilustración

Quizás alguno de ustedes haya visto la serie británica Sexeducation que está en Netflix.

Esta serie se desarrolla en un college y cuenta las historias de jóvenes de alrededor de 16 años. Se pone en evidencia desde los primeros capítulos cómo cada cuerpo parlante goza autísticamente, es decir la ausencia de relación sexual, o sea la ausencia de cualquier relación natural entre los cuerpos de unos y otros y entre las palabras de unos y otros. Esto se manifiesta en las dificultades para establecer lazos a partir del goce del cuerpo con los cuerpos parlantes de los otros.

Tenemos a uno de los protagonistas, Otis, hijo de una sexóloga, que tiene tal dificultad con su propio cuerpo que ni siquiera puede masturbarse porque lo descompone el hecho de tocar su pene.

Esto tiene como consecuencia la imposibilidad de acceder a la chica que desea, Maeve, quien, por otra parte está catalogada por algunos como la zorra del colegio.

Pero es muy interesante que justamente ella es quien, por su demanda, lo impulsa a Otis a oficiar de consejero amoroso, ya que éste, apoyado en su identificación con su madre, tiene la inclinación de escuchar a los otros y de encontrar hacer las buenas preguntas que parecen orientarlos en sus dificultades con el amor, (ubicándose en posición de objeto).

También está Eric, amigo desde la infancia de Otis, joven homosexual que tampoco logra acceder al hombre de su elección amorosa.

Hay también entre los que consultan a Otis, una pareja de lesbianas, amigas desde la infancia, que se aman, pero con la dificultad de una de ellas de obtener satisfacción en el acto sexual con su partenaire, ya que secretamente desea a otra joven.

Así como la imposibilidad de amar de otro joven por la dificultad que tiene con el tamaño de su pene que él siente como desmesurado.

Les recomiendo que la vean.

Tal como lo afirmaba Freud en la frase del acápite, el psicoanálisis, así como la vida, se centran en la capacidad de amar. Entrar en el discurso del inconsciente da cuenta de ello. Es decir que el psicoanálisis, promueve el amor, al promover la transferencia analítica, vale decir, el lazo analítico.

El malentendido entre los cuerpos

Abordaremos ahora las cosas del amor a la luz del malentendido de la palabra que se inter-pone entre los cuerpos parlantes. Para llegar a situar lo que sí pasa entre los cuerpos, es decir, los nudos del amor, sobre el fondo del no hay relación sexual que da cuenta de que para los seres hablantes no hay complementariedad entre los goces de los cuerpos.

Lacan[ii] afirma que el cuerpo no hace aparición en lo real sino como malentendido, ya que el trauma de nacimiento es nacer como deseado, es decir, como fruto de un linaje, que supone que antes de nacer cada uno ya forma parte del farfullar de sus ascendientes. Eso implica ‘ser hablado’ antes de ‘serhablante’. Y el inconsciente -como saber no sabido o que se calla[iii] – echa sus raíces en ese malentendido en el que cada uno viene a sumergirse.

Además, y como no se es un cuerpo, hay que llegar a encarnarlo para tener uno con el que poder arreglárselas. En ese sentido, se pueden seguir los desarrollos de Miller[iv], cuando puntúa en la obra de Lacan el pasaje del ser al tener, o de la falta a lo que hay, es decir, del Otro al Uno.

Lacan se refiere al malentendido entre los cuerpos cuando aborda la pregunta de cómo éstos se anudan. Ya que, para él, en el amor, aquello hacia lo cual tienden los cuerpos es a anudarse[v]. Cosa que sólo logran a partir de un malentendido del goce de cada cuerpo.

El amor, como suplencia de la relación sexual que no hay, supone el anudamiento de lo real con el saber. En el seminario XXI[vi], y refiriéndose a la noción de vecindad que se funda en la noción de abierto, Lacan afirma que “el amor es la verdad, pero sólo en tanto que, a partir de un corte, comienza otro saber distinto del saber proposicional, el saber inconsciente. …. El amor es dos medio ‘decires’ que no se recubren. -El decir no es lo mismo que los dichoas sino que se refiere al lugar de enunciación desde el cual se profieren esos dichos.- Y esto constituye su carácter fatal…No se lo puede re-mediar …ni mediar. Es la conexidad entre dos saberes en tanto son irremediablemente distintos. Cuando eso se produce, constituye algo totalmente privilegiado. -En cambio- Cuando se recubren los dos saberes inconscientes eso constituye una sucia mescolanza”. Es decir, que se realiza el fantasma coincidente de ambos Unos, taponando el agujero de la no-relación, el agujero de lo real, imperando ese Otro goce desamarrado del falo o goce femenino que en su extremo conduce a lo peor: el crimen y la muerte como lo muestran el film de Arturo Ripstein “Profundo Carmesí”, o el caso de Medea y Jasón.

Se trata de abordar la hiancia, el entre o el agujero que supone el goce femenino, o goce del Uno del cuerpo, que es el goce real como tal, imposible de decir para situar con Lacan la contingencia, que permite precisar el lazo entre la invención de saber y lo que se escribe por el amor. Lacan afirma[vii] que “lo que nos demuestra la práctica del discurso analítico es que con el decir verdadero, o sea, las boludeces que se nos ocurren y de esa manera nos parlotean, uno llega a abrir el camino hacia algo enteramente contingente, que a veces y por error -errancia-, ‘eso cese de no escribirse’ ….a saber que eso lleva entre dos sujetos a establecer algo que PARECE escribirse…. De allí la importancia que doy a la letra de amor-amuro”. A lo que agrega que, tal como la existencia del Uno implica, no hay dos, no hay dos sujetos que puedan casar, hay significantes, y ellos hablan. Entre S1 y S2, la ‘ranura del saber verdadero’, mana el saber inconsciente, que debe hacerse oír haciendo resonar la letra producida por el trauma de lalangue, para suplir la ausencia de toda relación entre el hombre y una mujer, no todas. Y aclara que el inconsciente es del orden de lo escrito. O sea que algo -una nueva letra- debe escribirse.

El trauma remite a lo Urverdrang freudiano y es el efecto del choque del Uno de lalengua sobre un ser viviente, introduciendo así el agujero de lo simbólico en lo real. Lacan inventa el neologismo, trou[viii]matismo, para definir ese agujero que da cuenta de una escritura o letra que da lugar al ‘acontecimiento’ de cada cuerpo parlante. A esta escritura Lacan la denomina, al final de su enseñanza, sinthome, en tanto lo que del inconsciente puede escribirse por una letra.

Este agujero o letra es lo que escribe que ‘no hay relación (sexual)’ para el ser que habla. Siendo al mismo tiempo la marca de la introducción del goce en un cuerpo vivo. Ese goce imposible de leer y, por tanto, imposible de decir nomina realmente a cada ser hablante.

Cuando Lacan habla en el Seminario XXIV de ‘la invención de un significante nuevo’[ix] se refiere a la invención de una nominación -fuera de sentido- para esa letra imposible de decir que habrá determinado un modo de gozar en ese cuerpo que el ser hablante tiene pero que no es. Este recorrido supone situar esa letra de goce para apropiarse del cuerpo o encarnarlo y salir así de la relación de extimidad con el impropio cuerpo, que conduce al odio y a la segregación. Se odia en los otros el Otro goce del cuerpo, rechazado.

El Sinthome es el nombre, entonces, del afecto del cuerpo, de la marca indeleble que el trauma de lalengua imprime en cada cuerpo parlante. En su seminario Le sinthome[x] Lacan propone hacer un uso lógico del mismo, lo que supone su reducción a lo real sin ley o letra que condensa el trauma de lalengua que ‘se escribe’ como “acontecimiento de cuerpo”, es decir que se inscribe como marcas en el cuerpo, en tanto los fonemas de lalengua marcan o recortan a los organismos dando cuerpo al ser hablante.

El problema del ser hablante es que por el goce ilegible del Uno del cuerpo no encuentra la manera de hacer lazo -amoroso- con los otros cuerpos parlantes. Se trata, entonces, de ‘arreglárselas’ con ese modo de gozar para poder amar. De esta manera, Lacan revaloriza el amor, al situar como nuevo amor o amor más digno el que se dirige a lo Otro en tanto tal y ya no a lo semejante.

La contingencia del encuentro

El término que se impone para hablar del amor -en tanto hace lazo- es el término encuentro. Tal como lo afirma Eric Laurent en el prefacio del libro de Pierre Naveau, ‘Ce qui de la rencontré s’écrit[xi] -en castellano: “Lo que se escribe del encuentro”- ‘este libro explora la consecuencia imprevista, inesperada, que es la otra cara de “no hay relación sexual” … que sí podría escribirse’. El libro aborda el “acontecimiento de un encuentro, que es a la vez acontecimiento de cuerpo y de discurso”.

Es decir, que la palabra de amor es la que hace resonar, por medio del sentido fantasmático, la letra que, como huella del trauma de lalengua, quedó escrita en el cuerpo. Eso implica que se escriba en el encuentro un decir o letra inédita -efecto de discurso- que conlleva un acontecimiento de cuerpo, dando cuenta de un nuevo amor.

En sus conclusiones Naveau plantea, con Lacan, el ‘drama del amor’ que se produce ‘cuando el amor se aleja del encuentro que lo hizo nacer, pierde el hilo de la conversación -palabra de amor. …La conversación es lo que le da impulso a la pasión y anima el deseo”.

Plantea también que el amor es cuestionado, en cada momento, en función del saber inconsciente -no sabido- que lo sostiene. “La palabra de amor es -a causa de lo que ella inventa sobre la marcha- eso que otorga al goce su alegría a partir de la irresistible atracción que suscita la excitación del deseo”. Es otro modo de decir que el amor es lo que permite al goce condescender al deseo, como afirmaba Lacan[xii]. “Ese deseo inasible se lee y se escribe entre líneas. Y sucede a veces, que algo claro -un lazo inédito e increíble- se desprende sobre el fondo de la indecible opacidad sexual. Es entonces cuando el enamorado o la enamorada descubren que el ‘amor se sostiene de cierta relación entre dos saberes inconscientes”.

[i] J.A. Miller, “El partenaire-síntoma”, Paidós, Buenos Aires, p.155 y sgtes.

[ii] J. Lacan, El malentendido, clase del 10/6/80.

[iii] J. Lacan, Seminario XXI, Los no incautos yerran, clase 11/6/74, inédito

[iv] J.A. Miller, curso “El ser y el Uno”, clase del 11/5/2012, inédito

[v] Ibid, clase 12/3/74.

[vi] Ibid, clase 15/1/74

[vii] Ibid, clase 12/2/74.

[viii] Trou se traduce como agujero

[ix] Seminario XXIV, L’insu …., clase 17/5/77, inédito.

[x] Lacan, J.: Le seminaire, Livre XXIII, Le sinthome, Seuil, Paris, 2005, clase 18/11/75.

[xi] Naveau, Pierre, « Ce qui de la rencontre s’ecrit », Edit. Michèle, Paris, 2014.  En castellano, ‘Lo que se escribe del encuentro’

[xii] Seminario X, La angustia